English Muchas personas han visto como sus vidas eran arruinadas por la guerra contra la marihuana. Mucha gente ha ido a la cárcel. Muchos pacientes han sido arrestados por buscar una medicina para curar sus dolores. Muchos niños crecen con padres que no logran conseguir trabajo debido a un arresto en su juventud.
José Niño escribió recientemente un artículo en este espacio sobre el tema. Él sostiene que el final de la prohibición sobre la marihuana no solo es inevitable, sino que se acerca rápidamente y convoca a los demás a derribar el muro de la prohibición, unirse, y pelear para terminar ahora mismo con la guerra contra las drogas.

Todo esto es noble, pero también es importante ser claro con que la prohibición no terminará mañana. Será un proceso que tomará años de trabajo por parte de profesionales que organizan campañas, que se reúnen con legisladores, y que trabajan con el Gobierno para implementar las regulaciones que son la clave para lograr el apoyo de la opinión pública a ponerle un punto final a la prohibición del cannabis.
Esforzarse no es suficiente. Los esfuerzos deben ser canalizados de una forma tal que prueben al público que los beneficios de la legalización son reales.
Muchos activistas han considerado al cambio social como inevitable. En este caso, creo que lo es. La prohibición de la marihuana terminará en los Estados Unidos, más allá de que los prohibicionistas lo quieran o no.
Sin embargo, que sea “inevitable” no quiere decir que suceda ahora, tal vez ni siquiera en esta década. Niño señala, con razón, que el apoyo del público se sitúa en alrededor del 52%, y la ceptación es mucho mayor entre los jóvenes que entre los mayores.
De todas maneras, serán necesarios varios años para que la generación más grande, y que menos apoya una reforma muera, y que la generación más joven, y más abierta, comience a dominar la arena política. A lo sumo tomará una década y algunas victorias políticas fortuitas para ponerle un punto final a la era de la prohibición de la marihuana. En el peor de los escenarios, el proceso podría paralizarse en el corto plazo si algo ” sale mal “, como un aumento de la delincuencia en un estado en donde ya esté legalizado y que los votantes leguleyos lo atribuyan al cambio.
Fuera de Washington se han aprobado exitosas iniciativas populares con un apoyo promedio del 54%, y eso fue logrado con el esfuerzo y dinero de los activistas que apoyan la legalización en todo el país. Pero el éxito genera complacencia entre voluntarios y donantes, quienes, hasta cierto punto, ven la legalización como algo inevitable y dedican su tiempo y dinero en otras cuestiones.
Por otra parte, legalizar una droga es complicado. Hay una razón por la cual en las iniciativas electorales de legalización generalmente la palabra “legalizar” es seguida con la de “regular”. El apoyo en algunos segmentos depende solo de ese ángulo. Este grupo no apoyaría la legalización si no es controlada por el Estado, ya sea directamente o mediante una regulación.
Un estudio reciente de la Corporación RAND, encargado por el gobernador de Vermont, esboza 30 parámetros diferentes que van desde el permitir la venta de productos comestibles de marihuana hasta si las tiendas pueden hacer publicidad, cuestiones que generalmente regulan los estados. Una regulación bien hecha debe ser parte de cualquier discusión realista sobre el terminar con la prohibición del cannabis.
La prohibición no ocurrirá de la noche a la mañana. Se necesitará de un esfuerzo sostenido para asegurar que más estados, y eventualmente el Gobierno federal, terminen con los oscuros días en los cuales la gente pobre es acosada por una droga de baja toxicidad.
El apoyo mayoritario a la legalización es endeble, y lo seguirá siendo en un futuro inmediato. Su éxito o fracaso determinará en una última instancia el destino de la prohibición del cannabis en los Estados Unidos. Los activistas deben tener cuidado de no estar haciendo más daño que bien, deben tratar el tema con la misma seriedad con la que hacen los prohibicionistas.
Será difícil. La lucha consistirá en presentarle estas ideas a personas cuyo interés en la droga comienza y termina con los daños que tanto la prohibición y el final de la misma tendrán. Esto no es un juego de niños; poner fin a la guerra contra las drogas y triunfar sobre sus poderosos partidarios no va a ser divertido si se hace bien.
El final de la prohibición está llegando; ahora, tratemos de no arruinarlo.
Traducido por Johanna Villasmil. Editado por Adam Dubove.