English Tomen nota: los economistas hacemos mucho más que crear proyecciones económicas y modelos. Al menos esa es la visión del último libro del afamado economista Robert Litan.
En Trillion Dollar Economists, Litan se sumerge en la historia de la economía moderna como una profesión, enfocándose en cómo esas ideas han creado y transformado negocios alrededor del mundo, desde los anuncios de Google, pasando por sitios web de citas, hasta el fracking.
Si bien docenas de autores han hablado de la intersección entre los negocios y la profesión económica, el trabajo de Litan es único debido a que el autor posee amplia experiencia en instituciones estatales, en el sector privado, en tanques de pensamiento, y en su interacción personal con varios de los pensadores más grandes de esta época.
Todo comienza con una noción simple: el público no conoce lo que hace la mayor parte de los economistas y por ello tiene muchas ideas equivocadas acerca de ellos. Para contraargumentar, Litan repite las maneras en las que los economistas han mejorado las vidas de las personas al crear negocios y valor para los consumidores.
Por ejemplo, Litan explica cómo las ideas del economista Willian Vickery respaldan la forma en que Google vende su ubicua publicidad online como si se tratara de “remates de segunda mano”. Así, evita hacerlo por el modelo original que implicaba desplegar a un ejército de vendedores por todo el país, como antiguos vendedores de periódico.
Esta innovadora técnica le ha permitido a Google ganar miles de millones a partir de su buscador y alcanzar clientes para millones de negocios. El libro detalla numerosos negocios creados gracias a las innovaciones en economía, basados en en el trabajo de diferentes economistas, muchos de ellos ganadores de premios nobel.
Recompensas aún más grandes han venido cuando los economistas han ayudado a desregular varias industrias —transportes terrestres, ferrocarriles de carga y aerolíneas— para brindar la flexibilidad necesaria de las economías modernas. Detrás de cada desregulación exitosa, economistas han trabajado en tanda, de mano con los políticos, para desenrollar los sistemas de control y comando que pocos de los que crecen en esta era pueden imaginar.
Para el lector es especialmente esclarecedora la descripción de Litan sobre cómo Alfred Kahn y Betsy Bailey se aliaron con el senador Edward Kennedy para terminar la regulación de las líneas aéreas en el inició de la década de 1970. Combinando las reformas de ambos dentro del Congreso, fue lentamente introducida la flexibilidad de precios y rutas, en una de las que fueron las industrias más altamente planificadas por el Gobierno central.
Detrás de cada desregulación exitosa, economistas han trabajado en tanda, de mano con los políticos, para desenrollar los sistemas de control y comando que pocos de los que crecen en esta era pueden imaginar.
Durante los mismos años, bajo la influencia de Kahn y Darius Gaskins, el transporte terrestre sería desregularizado, haciendo la economía aún más flexible. Litan hace claro que sin estas reformas, la era del Internet, y la economía moderna que trae consigo, nunca hubiese sucedido.
Reduciendo los costos de transportes de bienes y materiales a largas distancias, millones de nuevos negocios se hicieron posibles y las barreras de entrada a nuevos mercados cayeron dramáticamente. Mejor, creando el sistema de envíos “a tiempo”, el costo de inventarios de muchos negocios se redujo, se permitió una mayor productividad, y la nación ganó aún más competitividad en el mercado mundial.
Casi todos tienen un amigo o familiar que le puede atribuir su subsistencia a las desregulaciones de la década de 1970. Cuando alguien afirma que los economistas solo implican modelos y números, uno debe apuntar como ejemplo ese período para ver que simplemente no es cierto.
El libro está lleno de biografías de una página de influyentes economistas que trabajaron a lo largo del siglo pasado. Cada una de estas provee una perspectiva de las grandes personalidades que lideraron las innovaciones de cada capítulo
Aquí es donde Litan brilla como economista público; convierte la vida y trabajo de complejos individuos en biografías fáciles de leer, incluyendo a muchas personas con las que él trabajo durante su larga carrera en el Gobierno y en la Institución Brookings. De todos los aspectos del libro, estos sobresalen en términos de claridad al explicar qué ayudó a los grandes pensadores a dar con las ideas que luego los harían famosos.
Mientras hay pocas cosas que objetarle a este libro, se debe decir que en momentos puede ser árido de leer. El largo capítulo dedicado a la innovación financiera es lento; tal vez eso es comprensible, ya que Litan trabaja para humanizar un sector muchas veces incomprendido por el público en general.
El autor es cauto de no sobre exaltar la promesa que es la innovación futura, por lo que evita hacer predicciones sobre la siguiente ola de influencia que los economistas tienen en los negocios.
A pesar de estas pequeñas críticas, el libro es una gran lectura y es recomendado para cualquier persona que desee entender qué hace realmente un economista. El autor se esfuerza en evitar tocar cualquier ideología, y en vez de eso, ofrece un análisis amplio de los últimos 50 años en los negocios de la economía. Trillion Dollar Economists sirve como un excelente libro para aquellos que desean indagar más.
Traducido por Adriana Peralta
Editado por Elisa Vásquez