La naturaleza anarcocapitalista de los seres humanos se manifiesta, hoy, en estos momentos, en el barrio insalubre conocido como El Bajo de Santa Ana, en el municipio capitalino de Playa.
Les compartiré un poco de historia…
Al comienzo de la década de los años 70 y hasta finales de la década de los 80 los dictadores cubanos se volcaron en una inmensa campaña para crear e incentivar los movimientos micro brigadistas, un movimiento que pretendía resolver los problemas habitacionales de los cubanos y acabar de una vez y por todas con la existencia de los barrios marginales, insalubres, a través de la construcción masiva de viviendas utilizando la mano de obra de las mismas familias necesitadas en todo el territorio nacional, dando prioridad a la capital del país.
En su primera etapa, los dictadores cubanos más que resolver el problema habitacional del pueblo, más bien se propusieron acabar con el último vestigio de propiedad privada que quedaba en el país, después de realizar la también inmensa campaña de nacionalizarlo todo y adueñarse de sus tierras.
Comenzaron a construirse miles de edificios en los entornos rurales, amoblados y con televisor, un verdadero lujo para aquellos tiempos y junto a una intensa campaña mediática en la que incluía canciones y novelas, lograron con mucho trabajo exterminar con la mayoría del campesinado privado y agruparlos en cooperativas. Los resultados los vemos hoy, escasez de productos agropecuarios y altos precios de los mismos y gran cantidad de tierras ociosas. Se puede decir que, en perjuicio del pueblo, lo lograron.
A principio de la década de los 80, al dictador mayor —Fidel— Castro se le ocurrió volver a incentivar el movimiento de micro brigadas, esta vez, para (como siempre) acabar de resolver el problema habitacional del pueblo ya agravado, y sobre todas las cosas, eliminar los barrios insalubres especialmente en la capital del país.
Como todo lo que hizo este tristemente célebre gobernante, el objetivo final que perseguía no era otro que resaltar su falso humanismo y su supuesto amor al pueblo, pero sobre todas las cosas, alimentar su enfermizo ego insaciable al punto de visitar el barrio insalubre conocido como Romerillo, en el municipio capitalino de Playa, muy cerca del Palacio de las Convenciones y dirigiéndose a los que allí vivían les prometió vivir como personas dignas. Hoy sus moradores recuerdan esa mentira tan grande.
Así también el dictador mayor que de seguro hoy habita en el infierno, se comprometió a eliminar los barrios de La Corbata, El Usillo, El Callejón, Río Almendrares y el Bajo de Santa Ana, pero como siempre sucede, nada se cumplió, más bien, barrios como estos proliferan en todo el país cada vez más y aquí les cuento lo que está sucediendo en estos momentos en barrios insalubres como Santa Ana.
Ayer me avisaron sobre una avalancha de cubanos que estaba colonizando y marcando sus territorios en una zona intricada, pegada al mar, en el Bajo de Santa Ana y hasta allí me trasladé.
Es increíble, como verán en el video que acompaña a esta nota, que apenas una semana de haberse inundado dicha zona por las aguas del mar a causa del huracán Irma, familias cubanas están marcando su terreno para allí construir sus viviendas, sin lugar a dudas un lugar vulnerable, lo que da la medida de las condiciones habitacionales que tienen estas familias. Cercas rústicas, piedras y palos han utilizado para marcar sus terrenos, pero todos respetan los espacios ocupados. De momento tuve la sensación de encontrarme viviendo en una sociedad verdaderamente libre, en una sociedad anarcocapitalista.
Es decir, una sociedad de libre mercado sin Estado donde las asociaciones son consensuadas y se respeta la propiedad privada.
Por el momento, son tierras vírgenes que nadie ha utilizado ni laborado, tierras de nadie, por lo que estas familias, una vez las utilicen y la hagan producir de alguna manera, se convertirán en sus propietarios legítimos, veamos ahora si los dictadores piensan lo mismo.
Dice el refrán que la basura de uno es el tesoro de otro. Estas tierras que lucen inhabitables para muchos, son un oasis en medio del desierto para otros. En una sociedad que depende enteramente del Estado, no solo para obtener recursos sino para autorizar el uso de los ya existentes, el uso de estas tierras representa una especie de expedicionismo; como el navegante que encuentra tierra firme, el desamaparado encuentra tierra habitable.
Me da esperanza ver cómo en una tierra dominada por un sistema donde el Estado todo lo controla, haya este oasis de libertad donde predomina el orden espontáneo. Mientras algunos se lamentan porque el Estado nada les da, el libertario se alegra que el Estado esté tan ausente para —sin quitarle nada a nadie— poner en marcha la iniciativa privada y así ser y dejar ser.
Les prometo que los mantendré al tanto de lo que suceda, y de antemano, —y es uno de los objetivos que persigo con este comentario—, denuncio cualquier agresión que puedan cometer los gobernantes cubanos contra estas familias necesitadas.
Muchas gracias.