Casi desde el mismísimo triunfo de la revolución dictatorial cubana de 1959 el tema de la salud pública ha sido, hasta hoy, la principal arma mediática de los dictadores cubanos que han utilizado para justificar, su ya raído disfraz de ángeles y confundir, con éxito, a los habitantes del planeta, incluso hasta a los propios cubanos.
Permítanme desde ya, marcar mi posición: ningún gobierno que se jacte de garantizar gratuitamente la salud de sus ciudadanos gobernados, es digno de ser respetado, ni de fiar. Un gobierno así, como lo es el cubano, llega a creerse muy en serio que la vida de sus ciudadanos les pertenece, y lo peor aun es, que los mismos ciudadanos llegan a creerlo.
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Creer en el mito de la gratuidad de la salud es desacreditar nuestra razón más elemental. ¿Cuándo la familia humana se dará cuenta de que el Estado, en sí mismo, no existe y que tras ese concepto abstracto se encuentra un pequeño grupo de individuos que no producen y viven a expensas del trabajo de una mayoría que son sus gobernados? ¿Cuándo se darán cuenta de que absolutamente todos los servicios prestados por los gobiernos, además de ser ineficientes, al menos en Cuba lo son, los costea el pueblo trabajador, incluso hasta la misma salud de los gobernantes parásitos?
Pero para los cubanos la cosa se torna más difícil, pues además de pagar al Estado el impuesto por concepto de salud pública, tiene además que asumir un gasto extra. Son pocos los servicios asistenciales de la salud que para poder recibirlos de una manera más o menos digna, no tengas que pagar a los encargados directos de ofrecerlos.
Si va a una clínica estomatológica, por ejemplo, y quiere ser atendido con eficiencia, tiene que pagar por lo menos, 10.00 CUC (240 pesos cubanos). Recuerde que en Cuba hay dos monedas, una para el turista y otra para el cubano de a pie. O sea que un cubano debe cambiar divisas para acceder a servicios públicos, porque la moneda que circula entre nosotros vale entre 24 y 25 veces menos que la moneda visible para el de afuera que está uno a uno con el dólar, el peso convertible, el CUC. Otra pantalla más del régimen Castrista, ostentar una moneda fuerte que sirve para mostrar al de afuera y no aplica para su gente. Ese monto constituye la mitad del salario promedio mensual de un trabajador, o la pensión de un jubilado. Si no lo paga, podría pasar varios días o quizá meses para ser atendido y sin la más mínima calidad. Obtendría respuestas como estas: “No hay anestesia, no hay amalgama”, etc, etc, etc. Y eso es poco, para otros servicios ni un sueldo entero alcanza.
“Tuve que pagar 20.00 CUC para poder realizarme un TAC. Meses estuve de hospital en hospital, para poder hacerme el TAC, cuando no estaban rotos los equipos, había muchas personas pendientes. Tuve que pagar para que me lo hicieran al instante”, comenta una ciudadana cubana.
Así son casi todos los servicios médicos. Si quieres hacerte análisis de sangre o de cualquier tipo y pagas 10.00 CUC, pues tendrías los resultados de inmediato, de lo contrario tendrías que esperar por lo menos una semana.
En los policlínicos no hay jeringuillas, como podrán apreciar en el video que acompaña el presente comentario. Ahí una mujer ya mayor, abuela, nos comenta cómo debió caminar cuadras enteras, superando el kilómetro, en medio de dolor causado por una bacteria -dadas las condiciones insalubres que acompañan la vida en la isla que no ve el turista- fue a tres consultorios distintos y en ninguno había médicos. Finalmente, ya en el cuarto centro médico, el policlínico Aleida Fernández, encontró una médica -jugando con el celular- quien le dijo que en la farmacia no había medicamentos y por orden del ministro las jeringuillas solo se aplican en caso de emergencia, pues no alcanzan.
Como puede ver, otro aspecto que aqueja al pueblo cubano es la falta de médicos. Casi todos se involucran en el cumplimiento de las misiones internacionalistas, no por altruismo, si no para poder obtener un buen televisor, un refrigerador y una computadora, pues con el salario que perciben en Cuba, jamás podrían comprarlo. Eso desde lo personal, desde lo institucional sirve para la propaganda.
Es increíble cómo madres se separan de sus hijos menores para irse a cumplir misiones, para poder darle la satisfacción de obtener artículos que en cualquier parte del mundo lo pueden adquirir sin dificultad, hasta los más pobres. No son pocos los consultorios de la familia que se encuentran sin médicos. La calidad humana y profesionalidad de muchos médicos deja mucho que desear. ¿Puede hablarse entonces de la
potencia médica cubana? Potencia médica para el mundo, no para los cubanos, esa es la realidad.
No se dejen engañar, el sistema de salud en Cuba no es como el gobierno realmente lo pinta. Cada médico que se va a una misión internacional, a vivir dignamente en busca lo que en toda una vida no podría conseguir en la isla, es uno menos que atiende en Cuba; donde al solo haber medicina estatal, no queda más opción que depender y esperar. El sistema de salud en Cuba es ineficiente para el pueblo que la costea, no para los gobernantes parásitos que sí cuentan con centros asistenciales donde los médicos no escasean, en fin donde no escasea nada.
Hasta la próxima.