Por estos días, los medios de difusión masiva del país -cumpliendo órdenes de sus propietarios dictadores- se han dado a la tarea de humillar e irrespetar la dignidad e inteligencia de los cubanos, hablándoles a todas horas de las “bondades” del sistema electoral del que disfrutan y esto no tiene otro propósito que el de tratar de motivar el interés ya fosilizado del pueblo, a participar, y lo que es más irrisible aún, con entusiasmo, en las elecciones generales que se avecinan.
Así es, cuando les digo que esta desfachatada campaña constituye un irrespeto a la dignidad e inteligencia de los cubanos es por la sencilla razón elemental de que, todo acto de elección, presupone, necesariamente, la existencia de varias alternativas o al menos dos, y en Cuba, como todos sabemos, la diversidad, hace más de medio siglo, ha sido desterrada.
¿Acaso puede hablarse de elecciones en una sociedad donde sólo se permite un Partido impuesto y excluyente?
¿Acaso puede haber elecciones en una sociedad donde los individuos que la conforman no pueden expresar sus opiniones más allá de los límites marcados por sus gobernantes, y en caso de de violarlos van para la cárcel y una marginación social que los llevaría hasta la asfixia y el ostracismo?
¿No resulta ridículo hablar de elecciones en un país donde los ciudadanos no tengan siquiera la posibilidad de proponer un cambio al momento de elegir a representantes del sistema económico, político y social existente?
Así es, señores, los cubanos aún antes de nacer, ya estamos condenados a vivir en la esclavitud y en la miseria, eso es, condenados a vivir en el socialismo y sólo basta leer el mensaje del artículo 3 de la Constitución cubana para percatarnos de ello: “… El socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución,… es irrevocable, Cuba no volverá jamás al capitalismo.”
¿Se imagina usted la agonía de un pueblo que lleva sufriendo por más de medio siglo los azotes de un sistema social impuesto que los ha llevado a un grado de esclavitud y miseria inimaginables y que no pueda hacer absolutamente nada para cambiarlo?
¿Para qué querrían entonces los cubanos elegir a personas que representen sus intereses ante el gobierno, si no tienen los suyos propios garantizados?
Como es lógico, algunos se preguntarán: ¿Por qué entonces los cubanos acuden masivamente a las urnas?
Pues bien, les responderé a través de un ejemplo muy sencillo que podría servirle para dar lógica a esta incoherencia humana.
Por ejemplo, yo estaba en la casa de una familia en el municipio de Centro Habana cuando se celebraron en todo el país las asambleas de rendición de cuentas. De repente, una comitiva del Comité de Defensa de la Revolución se personó y con un tono amenazador, la Presidenta le dijo a los moradores: “Hoy es la Asamblea del Poder Popular, si no asisten, después no vayan a pedirme ningún aval.”