Ha sido y es una preocupación perenne para mí, que hayan personas que sigan creyendo en el desvergonzado discurso de los gobernantes cubanos en el que presentan a Cuba como la tierra prometida, eso es, el paraíso terrenal donde la justicia social y el bienestar individual es garantizado por el manantial inagotable del socialismo.
Amigos míos, 52 años de sufrir las calamidades que de todo tipo ha padecido el pueblo cubano por más de medio siglo de gobierno tiránico, creo que es suficiente para que al menos reflexionen sobre esta firme conclusión a la que hace mucho llegué: “Socialismo es sinónimo de escasez y escasez lo es, de supervivencia cruel”.
Hoy les traigo como ejemplo lo que a diario vivimos los cubanos, un hecho ocurrido ayer, 25 de julio en una tienda recaudadora de divisas (TRD) de la comunidad de Alamar, en el municipio capitalino de La Habana del Este.
Imagínense, mes de julio, con una temperatura de 32 grados centígrados y una humedad relativa de 97 %, calor sofocante, y que inesperadamente corra en la comunidad la noticia de que en la tienda venderán ventiladores, que desde hacía mucho no se ofertaban, sí señores, resulta inaudito que en un país tan cálido como lo es Cuba, los ventiladores se encuentren casi en extinción, y que aun hablen estos gobernantes de socialismo próspero y sostenible, del socialismo del siglo XXI.
Habría que estar allí para apreciar en su verdadera dimensión lo que aconteció. Súbitamente se aglomeraron gran cantidad de personas, los que primero llegaron de organizar la cola, los últimos desorganizándolas en su provecho, pero el clímax de la situación se produjo, cuando un trabajador de electrodomésticos anunció desde la puerta de entrada: “Organicen bien la cola, pues no hay ventiladores para todos”.
La fuerza de la miseria y la necesidad natural del ser humano de satisfacer su bienestar a toda costa, exacerbaron los ánimos y comenzaron las primeras agresiones directas entre los presentes, y al tiempo de haber comenzado la primera agresión física, oigo una voz a mis espaldas que me decía imperativamente: “Aquí no se puede filmar”.
Se trataba de un joven vestido de civil, que al increparle que me encontraba en un lugar público, como podrán apreciar en el video que acompaña este comentario, me respondió más imperativamente aún: “Esta tienda es de las FAR, es decir, de la Fuerzas Armadas Revolucionarias”, al tiempo que intentaba de arrebatarme el teléfono.
Gracias a la intervención de dos amigos que me acompañaban, pude escapar y estar aquí hoy, dando a conocer la realidad que vive el pueblo de Cuba, y la inviabilidad del socialismo. Donde pones en riesgo tu libertad al estar vigilado por las fuerzas de represión estatal y tu integridad física por acceder a un artículo que vuelve más llevadero este calor infernal.
Como verán, en Cuba, hasta la venta de ventiladores está dirigida por el Ejército. Es decir, con nuestro escaso dinero, financiamos a nuestros represores. La tarea de un ejército, de acuerdo al concepto, es defender a una nación y sus habitantes, no agredirlos y mucho menos vender ventiladores. Pero el socialismo requiere que el Estado administre los medios de producción. Y como aquí ya nada se produce, solo miseria. Entonces pasa a ser el rol del Estado, a través de sus fuerzas armadas, distribuir lo que queda, que en esta ocasión, como en varias, no alcanzó.
Muchas gracias y hasta la próxima.