De acuerdo al refrán “No hay peor ciego que el que no quiera ver”, es inconcebible que hayan personas hoy en día que no entiendan que el Gobierno cubano es una dictadura perfecta.
Recientemente me dirigí a la provincia de Camagüey para efectuar un ciclo de conferencias en la que abordaría el tema de la libertad sobre la base del pensamiento individualista, es decir, visto desde una óptica libertaria.
Al día siguiente de mi llegada, un comando compuesto por miembros de la Seguridad del Estado en operación conjunta con agentes de la Policía Nacional revolucionaria, irrumpieron la casa de nuestro anfitrión, llevándome detenido arbitrariamente junto a otros dos hermanos libertarios, entre ellos, una mujer, para la 3ra estación policial de esa provincia.
Allí nos mantuvieron secuestrados, sin derecho a comunicación alguna por un período de tres días y embarcados obligadamente hacia La Habana, nuestro lugar de procedencia.
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Pocos días después, regreso sólo a dicha provincia para realizar las conferencias prometidas y recoger algunas pertenencias entre ellas nuestros documentos de identificación que no nos permitieron regresar.
Al día siguiente, domingo en la mañana, fecha fijada para efectuar la conferencia, otro comando de agentes de la Seguridad del Estado y la Policía irrumpieron nuevamente la casa de nuestro anfitrión, pero esta vez con una orden de registro. En esta ocasión volví a ser detenido junto al dueño de la casa. Decomisaron una computadora, una cámara fotográfica y un libro de Walter Block, “Defendiendo lo indefendible”, todo de mi propiedad y el móvil del anfitrión. Fuimos trasladados nuevamente hacia la 3ra unidad, hasta que nos pusieron en libertad al día siguiente, en mi caso, me trasladaron hasta la terminal de ómnibus y me introdujeron en el bus que esperaba por mí para trasladarme a La Habana.
Pero la diferencia de esta detención a la primera fue que en el interrogatorio al que fui sometido, me hicieron un acta de advertencia (documento antesala de la pena de privación de libertad) en el dejaba claro, de que si volvía a visitar la provincia de Camagüey, me encausarían y condenarían por el delito de propaganda enemiga y que si encontraban en la computadora algo que se interpretara en contra del socialismo y de la revolución, en el análisis que se le efectuaría en un laboratorio, también me encausarían de propaganda enemiga.
Eso es señores, en Cuba, difundir las ideas de libertad, las de Mises, las de Rothbard, Huerta de Soto y otros teóricos de la libertad, constituyen un delito, el de propaganda enemiga.
Pero es que más reciente aún, el pasado 7 de julio, fui nuevamente detenido en La Habana por espacio de dos horas aproximadamente, siendo objeto de otro interrogatorio por parte del Mayor de la Seguridad del Estado nombrado Rancel y para mayor sorpresa, al terminar la misma me dice: “¿Quieres que te dé un consejo? No puedes ir más a Camagüey, porque te caerán a palos”.
Entonces, amigos, ¿Cómo clasificar a un Gobierno que sancione con privación de libertad a sus ciudadanos que difundan las ideas de libertad? ¿Cómo clasificar a un Gobierno que destierre a uno de sus ciudadanos, es decir, que los prive de visitar a una provincia de su propio país, por el sólo hecho de difundir las ideas de la libertad?
No cabe la menor duda de que se trata de un gobierno dictatorial y eso es lo que es el Gobierno cubano, una dictadura perfecta.