El Papa Francisco continúa sorprendiendo al mundo con su radicalismo en la Iglesia Católica, sus recientes declaraciones donde equipara al comunismo, un ideal que ha sido el causante de los genocidios más grandes de la historia de la humanidad, con el cristianismo y exhortando a movimientos de izquierda a entrar en el mundo político, levanta preguntas sobre su llegada al máximo cargo eclesiástico en la Iglesia cristiana más grande del mundo.
Nunca se había visto un pontífice tan involucrado en asuntos políticos desde la época de Papas como León XIII en el siglo XIX. Ni siquiera Pío XII quien le tocó gobernar la Iglesia durante el oscuro episodio de la Segunda Guerra Mundial, opinaba ni intervenía en asuntos políticos (para bien o para mal) como lo hace el Papa Francisco.
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Este Papa, desde que asumió la silla de Pedro, ha querido crear una imagen diferente del Pontificado. No usa las tradicionales vestimentas papales, no reside en el Palacio Apostólico, no usa la tradicional sortija papal de oro conocida como el Anillo del Pescador, ni usa los tradicionales zapatos rojos, pero aunque eso se ve bien, es la doctrina que este Pontífice ha querido inculcar la que es preocupante tanto para cristianos como para los no creyentes.
La constante intervención del Papa Francisco en asuntos laicos fuera de la jurisdicción de la Iglesia, puede parecer como algo bonito, al tratarse de una figura que se supone que busque la paz y el respeto a los derechos humanos. No nos olvidemos que el icónico Papa Juan Pablo II fue uno de los responsables de la caída del comunismo en Europa y en cierta medida se le puede atribuir al polaco, la libertad política, económica y religiosa que la Europa Oriental goza a diferencia de la tiranía que sufrían bajo el régimen soviético.
El Papa Francisco es todo lo opuesto. Desde que comenzó su pontificado, ha estado llevando a cabo una agenda política progresista, pidiendo más intervención del gobierno en los mercados, pidiendo mayores políticas de impuestos para “redistribuir la riqueza”, elevando al rango de Obispo y cardenales a sacerdotes simpatizantes de la llamada Teología de la Liberación de índole marxista y elevando al rango de cardenal a obispos norteramericanos de mentalidad izquierdista dejando fuera del Colegio de Cardenales a obispos de importantes arquidiócesis como el Arzobispo José Horacio Gómez de la Arquidiócesis de Los Angeles, la más grande e importante de los Estados Unidos. Una movida sin precedentes que sin duda alguna evidencia el giro que el Papa quiere hacerle a la Iglesia Católica en Estados Unidos.
El Papa Francisco incluso recurre a la censura, al cancelar eventos con sus cardenales para evitar tener que contestar preguntas de estos, en especial luego de que cuatro cardenales decidieran hacer pública una carta que le dirigieron en privado al Papa pero que éste ignoró, donde estos cardenales le hacían preguntas serias sobre la legalidad de la exhortación apostólica Amoris Laetitia.
Aparentemente, el Papa que habla de los pobres y de las minorías, no le gusta que lo cuestionen, cancelando un evento este fin de semana con sus cardenales en la antesala de un Consistorio donde Francisco nombraría 17 nuevos cardenales, para evitar que contestar en persona las preguntas que ha estado evitando e ignorando.
Incluso, de acuerdo a Edward Pentin del periódico católico más antiguo de Estados Unidos, el Nationa Catholic Register, fuentes le han dicho que Francisco ha estado “muy enojado” con estos cardenales.
Entonces esto nos lleva a una pregunta muy interesante. ¿Cómo un individuo con una mentalidad como la de Jorge Mario Bergoglio ahora Papa Francisco pudo haber sido el sucesor de dos importantísimos Papas conservadores como Juan Pablo II y Benedicto XVI?
Lo más extraño no siendo eso, sino la manera en que esta pontífice llega a dicho cargo, siendo el sucesor de un Papa que “renunciaba” al pontificado.
Una cosa que ha desconcertado a mucha gente desde la elección del Papa Francisco es cómo un Papa de izquierda podría tener éxito siendo el sucesor de dos Papas conservadores muy serios que cualquiera de nosotros habría pensado que habrían preparado la Curia Romana y el Colegio de Cardenales con un clero que se encargara de mantener su perspectiva teológica y filosófica y su legado. ¿Acaso entonces Benedicto XVI fue expulsado del cargo por algún escándalo interno dentro del Vaticano? ¿Habrá habido un golpe eclesiástico dentro de la Iglesia?
Yo fui criado en una familia católica, estudié en escuela católica toda mi niñez y adolescencia y créanme, conociendo el tipo de conservador que es el Papa Benedicto XVI, jamás pensaría que es el tipo de sacerdote que estaría dispuesto a ser el primer Papa en 600 años en abdicar al trono de Pedro.
La abdicación es el máximo acto progresista que se puede dar dentro de la Iglesia Católica y definitivamente Joseph Ratzinger no se ve de ese tipo, sino su doctrina durante sus ocho años de pontificado hubiera muy distinta, mucho menos cuando la abdicación ocurrió un corto tiempo después del escándalo de los llamados Vatileaks.
Aunque no hay ninguna evidencia de un golpe para deponer a Benedicto XVI, el National Catholic Register, publicó el año pasado, un artículo bastante curioso sobre la biografía autorizada del retirado Presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica, el Cardenal Godfried Daneels, donde el cardenal admitió entre risas en un evento del lanzamiento de su libro en la ciudad de Bruselas, que él formó parte de lo que él mismo llamó un “secreto club Mafia de cardenales reformistas” que se oponían al pontificado de Benedicto XVI.
El mismo cardenal dijo que dicho “club” se llamaba el club San Galo ya que dichas reuniones secretas a espaldas del Papa se llevaban a cabo en el ciudad de San Galo en Suiza. Según, el cardenal, a dicho “club” o grupo, pertenecían el Cardenal Walter Kasper y el difunto Cardenal Jesuita Carlo Maria Martini.
Pero lo que resulta aun más curioso y misterioso es lo que hace unos años escribió el conocido periodista italiano Marco Tosatti:
La elección de Jorge Bergoglio fue el resultado de reuniones secretas entre cardenales y obispos, organizado por Carlo Maria Martini, que celebraron durante años en St. Gallen, Suiza. Esto, según Jürgen Mettepenningen y Karim Schelkens, autores de una biografía recién publicada del cardenal belga Godfried Danneels, que llama al grupo de cardenales y obispos como el “club de la mafia.
[…] Danneels, según los autores, trabajó durante años para prepararse para la elección del Papa Francico, que tuvo lugar en 2013. Danneels, además, en un video grabado durante la presentación del libro en Bruselas, admite que era parte de un club secreto de cardenales que se opusieron a Joseph Ratzinger. Riéndose, él lo llama “un club de la Mafia que llevaba el nombre de St. Gallen”.
Si esto, algún día se probara ser cierto, explicaría mucho, el por qué, la Iglesia, ha cambiado su doctrina grandemente, refugiándose en un disfraz de modernismo.
No me malinterpreten, no es el cambio dogmático lo que es preocupante, la Iglesia puede cambiar o reformar lo que quiera siempre y cuando esos cambios sean dentro de la institución, lo que es preocupante, es como desde la elección del Papa Francisco, este pontífice se ha vuelto parte de la élite globalista que tanto en Europa ya fue rechazada con la victoria del Brexit en el Reino Unido y ahora en América con la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos.
El constante llamado de Francisco a una mayor intervención de organizaciones supranacionales como las Naciones Unidas y la Unión Europea a tomar medidas y decisiones que violan los principios de soberanía de los países y la insistencia en inclinar hacia la izquierda política a la Iglesia norteamericana y exhortando a la Iglesia a romper con el principio de imparcialidad y neutralidad política.
Todo esto luego de una misteriosa abdicación, hace que cualquier individuo se haga muchas preguntas, en especial, que de ser cierto, eso no haría ilegítima la elección de Francisco de acuerdo la Ley Canónica que exige que la abdicación de un Pontífice es libre voluntaria?
Lamentablemente, no lo sabremos nunca, pero sin duda alguna será un enigma eterno.