A veces nos preguntamos si sería el fin del mundo si en nuestros países no existiera un gobierno. Nos han dicho por siglos que un Estado sin un gobierno fuerte sucumbiría al caos y a la anarquía. El famoso economista progresista Paul Krugman, incluso dijo que el gobierno era necesario para los trabajadores.
Para saber si esas aseveraciones son ciertas o no, debemos ver el actual caso de España que lleva aproximadamente diez meses sin un gobierno nacional electo luego de dos elecciones generales.
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Ninguno de los partidos mayoritarios, tanto el Partido Popular como el Partido Socialista, lograron alcanzar una mayoría parlamentaria en las Cortes Generales en las elecciones generales de diciembre de 2015 y por lo tanto no lograron formar una coalición que le diera paso a un gobierno. En consecuencia, el país pasó a ser regido por un gobierno interino que al no ser electo no tiene poderes para legislar y crear nuevas leyes. Los políticos lo intentaron nuevamente el pasado mes de junio en una nueva elección general; nuevamente ninguno de los partidos logró formar una coalición y el país continúa desde entonces con un gobierno nacional interino.
Pero no se confundan, un gobierno interino no significa que España esté pasando por una etapa de anarquía en estos momentos. Los servicios básicos del gobierno continúan funcionando y los empleados públicos continúan asistiendo a sus puestos de trabajo. Un gobierno interino simplemente significa que no se aprueban nuevas leyes, la política exterior se mantiene igual y cualquier proyecto de infraestructura o cualquier otro proyecto que le cueste dinero a los contribuyentes se detiene y el dinero destinado a esos proyectos queda congelado y no se gasta.
Esto podría sonar alarmante al oído de cualquier ciudadano, ya que los políticos en su desesperación para poder lograr elegir un gobierno en propiedad y poder volver a legislar y crear leyes, dicen todo tipo de barbaridades para sembrar miedo en la sociedad con tal de lograr su objetivo. Pero la realidad es que no ha sido así. La mayoría de los españoles lo han tomado con tranquilidad y la evidencia es clara.
Casi un año sin un gobierno nacional en propiedad y la sociedad española continúa funcionando normal y en orden. De hecho los españoles están aprendiendo la lección que hace falta en América, la lección acerca de la resistencia de la sociedad cuando es dejada a su propio funcionamiento voluntario sin paternalismo.
Félix Pastor, un profesor de lenguaje, dijo que si no hay gobierno no hay ladrones y el editor cibernético Ignacio Escolar, dijo que a pesar de que muchas personas dijeron que sin un gobierno electo España estaría en serios problemas, la nación sigue de pie.
De hecho tiene razón: la vida de los españoles continúa igual, las personas siguen asistiendo a los partidos de fútbol, el sector privado continúa operando y hasta se habla en la prensa tanto nacional como internacional sobre cómo la seguridad interna del país ha mejorado con la modernización de la policía y las agencias de ley y orden. La criminalidad ha disminuido, y a pesar de tener la frontera europea más próxima al continente de África, España ha sido el país que menos inmigrantes ilegales ha recibido.
Todo con diez meses sin un gobierno nacional electo. El New York Times entrevistó ciudadanos residentes en España sobre la situación y los comentarios no han sido negativos ni de miedo. Por ejemplo, el diario norteamericano entrevistó a un ciudadano residente en Madrid, la capital española, de nombre Rafael Navarro, y éste dijo no tener ningún problema con que la nación esté regida actualmente por un gobierno interino.
Estaría muy bien si nos deshiciéramos de la mayor parte de los políticos y tres cuartas partes de los empleados gubernamentales, aseguró Navarro.
Esa es la opinión de Rafael Navarro, un ciudadano común que tal parece que está cansado del gobierno paternalista. Ellos entienden que es mejor tener poco gobierno que tener mucho gobierno, y qué mejor manera de tener mayor garantía de libertades individuales y civiles que teniendo un gobierno interino sin la capacidad de legislar y crear nuevas leyes. Las leyes existentes siguen vigentes, pero no se le arrebata al ciudadano más libertades con la creación de nuevas leyes y regulaciones.
La mejor parte de esto para los españoles es que si para cuando termine el ciclo fiscal del 2016 aún no hay un nuevo gobierno nacional electo, el gobierno interino tendrá que operar en el 2017 con el presupuesto del 2016, lo que significa un congelamiento en el gasto gubernamental y en la emisión de deuda pública. La ciudadanía ve como positivo y entiende luego de numerosos escándalos de corrupción por ambos partidos, que los políticos poderosos hacen menos daño si los dejas sin poder. Los economistas progresistas están pidiendo a gritos un gobierno en propiedad ya que el gobierno interino no tiene los poderes constitucionales para nombrar un nuevo jefe regulador de mercado, por lo que sin un gobierno electo, hay más libertad de mercado aunque sea mínima.
Económicamente a España no le ha ido nada mal durante estos diez meses sin gobierno. De acuerdo al New York Times, las tasas de interés y energía se han mantenido bajas y el pronóstico de crecimiento económico muestra un incremento de 2,9 %, lo que de acuerdo al diario norteamericano es el doble del promedio de 1,6 % que la Comisión Europea espera para la eurozona, lo que significa que España es el país de la Unión Europea que está teniendo mayor crecimiento económico en este 2016 y sin un gobierno nacional formado.
En vez del caos como decían los socialistas y progresistas, durante estos diez meses sin un gobierno central fuerte, los españoles han vivido crecimiento económico, mayor seguridad, una industria turística fuerte, y un lugar seguro para los consumidores en la ya sobre regulada economía europea.
Esto sin duda alguna debería ser celebrado por todos aquellos que creemos en el liberalismo económico, tanto clásico liberales como libertarios debemos estar contentos no porque España haya sobrevivido muy bien sin un gobierno central fuerte sino porque los españoles, en lugar de haber sucumbido al miedo y a la propaganda de los políticos y los medios de comunicación, como ocurre en la mayor parte del mundo, están contentos y tranquilos.