Tanto la política como la diplomacia europeas se han visto convulsionadas en las últimas horas por el escándalo protagonizado por József Szájer el viernes por la noche en un departamento de la Rue de Pierres, en Bruselas.
József Szájer, en efecto, ha sido no sólo una figura emblemática del partido húngaro Fidesz, sino que también ha sido miembro del Parlamento Europeo durante nada menos que 16 años, 11 de los cuales se desempeñó como “chief whip” del European People’s Party (Partido del Pueblo Europeo) como encargado de verificar que sus diputados asistieran a las sesiones y votasen conforme las directivas del partido.
¿Qué fue lo que sucedió?
El viernes 27 de noviembre por la noche, alrededor de las 21.30 horas, habiendo sido alertada por algunos vecinos, la policía de Bruselas se presentó en un departamento de la Rue de Pierres. Los efectivos comprobaron que, en violación a las disposiciones del lockdown, unos 20 hombres, algunos de ellos desnudos, estaban disfrutando de una fiesta de tipo sexual.
Pero no fue allí donde encontraron a Szájer. En efecto, mientras ello sucedía, el eurodiputado trataba de escapar por un desagüe hacia la calle. Un transeúnte lo advirtió, y así fue detenido, encontrándosele además, según la policía belga, una pastilla de la droga conocida como “éxtasis” en la mochila.
Como en ese momento el diplomático carecía de documentación que acreditara su identidad y tenía incluso sus manos ensangrentadas como resultado de su peculiar tentativa de escape, la policía lo acompañó a su domicilio a fin de que pudiera exhibir el pasaporte alegado.
Sin embargo, tal como inmediatamente subrayó el Parlamento Europeo, la inmunidad diplomática de los eurodiputados sólo aplica al ejercicio de sus funciones oficiales, y no al ámbito de sus actos privados, por lo que a estas horas, József Szájer, hasta ahora poderosa figura de la derecha húngara, está acusado de al menos dos delitos y sujeta a los procesos penales y consecuentes sanciones.
La carrera política y diplomática de Szajer parece haberse ido también simultáneamente por el metafórico drenaje, ya que el mismo domingo presentó su renuncia a los cargos que detentaba. Si bien adujo desconocer cómo llegó la pastilla de éxtasis a su mochila, reconoció haber estado presente en la fiesta y haber violado las disposiciones sobre cuarentena emanadas del gobierno belga.
Diferenciar lo privado de lo público
En tren de de efectuar un análisis de la situación en su conjunto, interpretamos que en realidad todo el escándalo mediático alrededor de este tema debería resultar puramente anecdótico. En efecto, la participación del eurodiputado en cualquier clase de fiesta con otros adultos mayores de edad, que asistieron y permanecían en ella de manera enteramente voluntaria, sin afectar ni lesionar derechos de terceros, no debería ser de nuestra incumbencia.
Con idéntico criterio, el consumo de sustancias narcóticas, en tanto tampoco lesiona derechos de terceros, también debería, en rigor de verdad, resultarnos indiferente. Si el eurodiputado elige correr los riesgos inherentes a dicha conducta es su decisión, al igual que lo es la de quien fuma, opta por una vida sedentaria, practica deportes de riesgo, o bien resuelve almorzar media docena de huevos fritos todos los días.
Lo que resulta escandaloso e indignante no es eso. Ni siquiera era Szajer el único diplomático presente: lo que subleva a la ciudadanía es que esas conductas se dan de bruces con el discurso público de Szájer como líder y vocero de su partido y mano derecha del actual primer ministro húngaro Viktor Orban.
Porque como seres imperfectos que somos, todos tenemos nuestros desahucios y nuestros deslices, y en la medida en que no pretendamos autocolocarnos en el pedestal de guardianes de los valores morales, es muy probable que no seamos juzgados con acritud. Pero si lo que aparece de repente a la luz del día es una colisión flagrante entre los dichos y los hechos, la opinión publica emitirá sus veredictos sin piedad.
La trayectoria de Szajer en Fidesz
El partido húngaro Fidesz había nacido en 1988 bajo notas sumamente auspiciosas para la libertad. Fundado por un grupo de jóvenes a modo de oposición clandestina al régimen comunista imperante, el movimiento empezó a crecer dentro de la politica nacional.
Sin embargo, un desalentador resultado en las elecciones de 1994 empujó a sus miembros a ir virando su postura ideológica hacia un pensamiento menos liberal y más conservador, que terminó dominando la escena. Ello provocó una escisión en el partido, pero en definitiva la coalición con la alianza democristiana logró una victoria histórica, concretada en el año 2010, con un 52 % de los votos.
La tiranía de las mayorías
Las mieles del poder acaso condujeron a los integrantes del partido a ese lugar que el pensador Giovanni Sartori subraya con meridiana claridad: “El argumento es que cuando la democracia se asimila a la regla de la mayoría pura y simple, esa asimilación convierte a un sector del demos en no-demos. A la inversa, la democracia concebida como el gobierno mayoritario limitado por los derechos de la minoría se corresponde a todo el pueblo, es decir, a la suma total de la mayoría y la minoría”.
Y añade al respecto Alberto Benegas Lynch (h): “Desde Cicerón, cuando apuntaba que ‘el imperio de la multitud no es menos tiránico que el de un hombre solo’, existe la preocupación por las mayorías ilimitadas. Sin excepción, la tradición democrática ha señalado una y otra vez las amenazas para la libertad y los derechos al guiarse sólo por los números. Como bien ha destacado el constitucionalista Juan González Calderón, los defensores de semejante sistema ni de números saben puesto que parten de dos ecuaciones falsas: 50 % más 1 %= 100 % y 50 % menos 1 %= 0 %”.
Y así pues la supermayoría permitió a Fidesz modificar la Constitución de Hungría y redactar nuevas leyes electorales. De movimiento estudiantil de tónica y estilo liberal, Fidesz pasó a configurar un populismo de derecha. Al tiempo que favorece políticas económicas intervencionistas y adopta posturas abiertamente antimigratorias, sus políticas sociales están impregnadas de ciertos valores, contra los cuales el escándalo de la fiesta sexual o la presunta pastilla de éxtasis operan como una mancha de pintura roja sobre una inmaculada escultura griega.
El doble discurso
Como afirma Nick Thorpe, corresponsal en Budapest para BBC News, “el escándalo sexual es particularmente embarazoso para un partido cuyas campañas giran alrededor de los valores de la familia tradicional y ha propuesto recientemente una ley para prohibir la adopción por parte de parejas homosexuales”.
Pero si el doble discurso ha exasperado por cierto a la opinión pública, tanto o más embarazosa ha de ser la situación también para la esposa de Szájer, Tunde Hando, destacada jurista, presidente inaugural de la Oficina Nacional Judicial y actual miembro de la Corte Constitucional de Hungría.
En definitiva, en cuanto hace al área de los actos privados del ya exeurodiputado que en nada afectan derechos de terceros entendemos nada nos corresponde decir, por más que eventualmente desaprobemos su conducta y no la tomemos como ejemplo a modelizar.
Lo que sí entendemos amerita ser revisado son las facetas públicas que han quedado expuestas por este doble discurso, que socava radicalmente la pretendida superioridad moral de sus cultores.
La renuncia final
Entretanto, la delegación de Fidesz al Parlamento Europeo ha dicho sobre la renuncia de Szajer: “Ha tomado la decisión correcta al renunciar. Tomó la única decisión correcta. Reconocemos su decisión, así como reconocemos que se ha disculpado ante su familia, su comunidad política y sus votantes”.
No nos quedemos encerrados en la pequeñez de si con esa fiesta, orgía o como se quiera llamarla, se violó o no una cuarentena. No volemos bajito criticando orientaciones ni conductas sexuales que ningún daño nos producen. No nos pongamos a elucubrar sobre si las pastillas de éxtasis de la mochila eran propias o plantadas: para eso está la justicia.
Animémonos a mirar más allá de lo pequeño, lo sórdido, lo mezquino. Pensemos en cambio, eso sí, en los riesgos que conlleva caer en el doble discurso.