El chavismo reforzó otra de sus tretas para causar miseria a la disidencia y en esta oportunidad le tocó el turno a quienes viven en el exterior. A raíz del cierre de las embajadas en Argentina, Perú, Ecuador o Chile, el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) emitió un comunicado en el cual informaba que los venezolanos que gestionaron su pasaporte a través de consulados que se encuentran cerrados en el extranjero solo podrán retirarlo en la sede principal de la institución, es decir, en Caracas.
El ente estatal que responde al ministerio de Interior y Justicia, dirigido por Diosdado Cabello, indicó que este anuncio surge en respuesta a una modalidad de estafa que ha circulado entre los ciudadanos fuera del país. En tal sentido, se aclaró que «el Saime no envía correos de este tipo. Si recibe un mensaje similar, no comparta información personal».
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Sin embargo, en el texto no se ofrece mayor detalle sobre cuántas personas son alcanzadas por dicha medida y es justo acá donde, basándonos en el contexto que vive Venezuela actualmente, inicia el viacrucis de millones de venezolanos.
Desde que la diáspora venezolana puso en evidencia el caos que se vive en el país suramericano, con una migración masiva y desproporcionada que impactó a la región en ámbitos económicos y sociales, el chavismo ha tratado de mostrar dos caras de un mismo aspecto.
En primer lugar, alude que es mentira la información que maneja ACNUR, en la que se habla de 7,7 millones de venezolanos salieron de esta nación, en búsqueda de mejores condiciones de vida, de las cuales 6,5 millones se encuentran de América Latina y el Caribe. De esta cifra, el país que ha recibido más migrantes es Colombia, con un número que supera ampliamente a los 2,1 millones de venezolanos.
En segundo lugar, presiona y castiga a quienes eligieron un mejor futuro que la catástrofe y el empobrecimiento que ofrece el chavismo, ¿cómo lo hace? Fabricando obstáculos para que le sea prácticamente imposible a un venezolano obtener su nuevo pasaporte o iniciar trámites que le permitan optar por una doble nacionalidad e incluso, haciendo ver que el escenario de volver a su país esté contaminado de solo temor, ante la posibilidad de que su salida se vea impedida por una detención o cualquier otra maraña a las que nos tiene acostumbrados este régimen.
Actualmente, es casi imposible realizar un trámite como una renovación de documentos, ya sean pasaportes, cédulas o partidas de nacimientos en Venezuela, para quien está en el exterior. La situación no es más sencilla tampoco para quien tiene que llevar a cabo la legalización de antecedentes penales, cuya emisión es otro aspecto que está en suspenso, con una página web que alude un “mantenimiento” desde hace poco más de tres meses. No poseer este documento deja sin posibilidad de proseguir con sus trámites a otros venezolanos que buscan terminar de regularizar su situación migratoria.
En concreto, la realidad acá es que cada venezolano en el exterior hoy se pasea entre agujas y cuchillos. Más allá del costo prácticamente prohibitivo de un pasaporte (que termina siendo de hasta 350 dólares), se suma la poca o nula oferta de aerolíneas que ofrecen vuelos a Caracas por un trámite, ahora que están cerrados los consulados en la región. A su vez, está latente esa posibilidad de que luego de entrar al país, este se convierta en una suerte de cárcel y, por algún motivo, no se pueda salir. Ese último escenario es el mayor temor que vive ahí agujereando la mente de muchos, porque se ha convertido en una moneda corriente para propios y extraños.
Hasta el momento, en la región solo queda Colombia y algunos vuelos limitados con escala en Bolivia, que pueden resultar en un trayecto aéreo de seis horas, convirtiéndose en una odisea de hasta tres días, con escalas interminables y precios de boletos completamente alejados de la realidad.
Entonces, ¿qué toca hacer en estos casos?, hasta ahora 1,2 millones de venezolanos en el exterior se han decantado por el asilo político, otros en Latinoamérica inician su papeleo de residencia permanente y apelan a la compasión de las naciones como Argentina y Colombia, que han optado por permitir la realización de trámites con pasaportes vencidos por hasta 10 años, mientras que unos pocos solo esperan resignados y encerrados en sus propios países, en sus recuerdos de nostalgias y también proyecciones de un regreso futuro próximo. Sin embargo, esto parece ser más una esperanza que una certeza.