La era Trump, al menos esta primera etapa, ha llegado a su fin. El camino ha sido rocoso, por darle un nombre. Sin embargo, el presidente número 45 de Estados Unidos marcó una serie de hitos en la política norteamericana. Esto no se limitó a fomentar su imagen de “anti político” —muy bien construida— con el correr de los años. Al contrario, analistas y hasta sus críticos reconocen entre dientes que implementó estrategias certeras y funcionales a nivel nacional e internacional, políticas cuya continuidad entran en una especie de limbo ahora con el inicio de la administración de Joe Biden.
Trump fue un negociador de primera. Eso es innegable. Sitió a sus detractores, puso a raya a los más peligrosos para la seguridad nacional de Estados Unidos y sentó a enemigos históricos del Medio Oriente en la misma mesa. La diplomacia pacifista quedó incrustada como una de sus joyas a presumir. La imagen del patriotismo americano, el particular slogan “America First” fue comprendido y aplicado al pie de la letra. La verdad que es que Trump hizo un Gobierno para los americanos. Así lo cataloga la internacionalista Giovanna Quina en una entrevista a PanAm Post.
Quina esbozó varios logros que obtuvo Trump durante estos cuatro años en la Casa Blanca, pero, más allá de ello, completó la idea hablando sobre cuáles de estas políticas deberían seguir dentro de la administración de Joe Biden, aunque por naturaleza se sepa que estos dos dirigentes tienen grandes diferencias para abordar algunos tópicos.
No a la guerra
Contra todo pronóstico, Trump se fue limpio de manchas bélicas. Destruyó ISIS sin una guerra. Sus ataques fueron certeros como la muerte del líder del grupo terrorista ISIS, Abu Bakr Al Baghdadi, y del jefe de la fuerza Quds del regimen iráni, Qassem Soleimani. Sumado a los “Acuerdos Abraham” en Medio Oriente, entre otros logros.
Con King Jong-Un, Trump también tomó algunas medidas. Todas sus acciones las enfocó en mantener a raya las estruendosas pruebas nucleares y también trajo a una gran cantidad tropas a casa.
Sin embargo, los demócratas por lo general tienen más afinidad por la guerra, relata Quina. Explica que no se trata de que Biden propiamente vaya a desarrollar una guerra, pero puede generar una justificación para estar en una, si el tema de la crisis económica interna no da un vuelco a mejoría.
“Puede ser hasta como por distracción interna que (Biden) tome esas políticas. En algún momento Obama lo hizo. Estuvo más cerca de ir a una guerra que Trump”, agregó. En la opinión de la especialista, también el acuerdo de Israel con Arabia Saudita y otros países del Medio Oriente debe seguir sin miramientos. “Es una cosa histórica que no debe cambiar y es necesario que lo continúe en el tiempo”.
Las sanciones al régimen cubano
Cuba y el trato con el régimen castrista es un tema espinoso. Trump lo sabía. Tiene como antecedente el infame acercamiento de Barack Obama y Raúl Castro, retratado en la isla en marzo de 2016. Por lo tanto, antes de dejar que la administración demócrata suavizara sus relaciones con los seguidores del castrismo, el republicano optó por usar sus cartuchos de reserva como estadista. Varios plumazos en sus últimos días como mandatario sepultaron, por ahora, cualquier intento de aliviar las presiones a estos comunistas.
Sobre ese particular, Quina explicó que “hay políticas que Trump dejó muy bien amarradas. Muy firmes. No van a ser políticas de Gobierno, sino por el contrario, son políticas de Estado. Las sanciones a Cuba no van a cambiar al menos el primer año de gobierno, Biden no va a tener cómo cambiar esto, porque esto tiene una jerarquía distinta que no está atada a cambios de Gobierno cada cuatro años”.
Sin embargo, la especialista no deja escapar dos escenarios en el tema de la isla. El primero se enfoca en negociaciones con terceros y lo dibujó de la siguiente forma: “Biden no flexibilizará las sanciones, pero quizás permita flexibilizar sanciones hacia otros países que les permitan triangular y hacer negocios con Cuba”.
Esto, en opinión de la experta, podría traducirse en permitir nuevamente las remesas a Cuba o también los cruceros en el primer momento que se pueda hacer. Una medida que no será en su primer año de Gobierno, pero eso será una política un poco más flexibilizada en el tiempo.
Venezuela, ¿negociación en un escenario cercano?
Ahora, el tema de Venezuela también preocupa y ocupa a muchos. Sin embargo, la especialista aclaró que “no es una prioridad para Biden. Los problemas internos que enfrenta el demócrata, como el COVID-19, el impeachment, hará que no miren la política exterior y menos la de Sudamérica de manera tan prioritaria”.
Todos los hechos apuntan, según indica Quina, que en el tiempo la posición del presidente estadounidense será más flexible respecto de Venezuela y Cuba. “El tema de Guaidó no tiene ningún tipo de prioridad, al menos en su primer año de Gobierno. Ojalá esto no deje en una situación un poco vulnerable en lo interno de Venezuela”.
Recalcó que esto puede perjudicar a lo interno a Venezuela a Guaidó, aparte que no cree que continuará la posición de Trump, quien a su juicio hizo todo lo que puso con respecto a Venezuela y Cuba. Hizo todo lo que estuvo en sus manos hacer que fue aplicar estas sanciones. Desde muchas ópticas, se espera que se siga de tal modo.
China e Irán, enemigos con un futuro difuso
Trump fue frontal contra el régimen chino. No escatimó en cada oportunidad que tuvo de asestar un golpe a los chinos. Se va con una cantidad de órdenes ejecutivas decretadas contra el gobierno de Xi Jinping y el Partido Comunista Chino.
Sumó también numerosos desencuentros abonados por el fortalecimiento de sus relaciones con Taiwán. Como broche de oro, la Secretaría de Estado abrió la puerta a nuevas sanciones al decretar “genocidio” contra la minoría musulmana uigur, que reside en la zona de Xinjiang.
Sin embargo, con el demócrata los pronósticos no son tan alentadores. Quina sostiene que el demócrata va a suavizar el tema, todo apuntando a los beneficios económicos, obviamente. “A Biden le interesa que los chinos vengan a pagar impuestos para el financiar su gobierno. Con la crisis económica, con el COVID-19, esa relación se flexibilizará”.
Lo preocupante se centra en Irán. Trump marcó distancias. Fue acertado en alejarse de acuerdos donde Irán estuviese involucrado. El acuerdo nuclear mostró eso. Sin embargo, el panorama pinta distinto.
Al parecer, “Biden tendrá una política completamente contraria con respecto a Irán. De hecho él ya lo ha manifestado. En abrir las puertas a conversaciones, con una política exterior mucho más flexible con respecto a Irán”. Sin embargo, no se descarta un cambio en los modos en los que el demócrata planee continuar con esto.
Por otra parte, a lo interno, Trump apostó y ganó en muchos aspectos. Una muestra de ello fueron los tratados con México y Canadá, en su afán de atraer compañías a EE.UU. Hechos de esta naturaleza generaron empleos, reactivaron la economía y son actividades que deberían reforzarse y no perderse con una nueva administración.
“Trump ha tenido una mirada las cosas hechas en Estados Unidos. Biden debería enfocar su atención para tratar de continuarlas en el tiempo”, es una afirmación que está presente entre quienes estamos a la expectativa y seguirán de a poco los pasos del político cuya mirada se enfoca en el centro para uno y a la izquierda para el otro.