La demócrata Hillary Clinton, excandidata presidencial y antigua contendora del presidente Donald Trump, es conocida por tener opiniones bastante agrias sobre el republicano. Esta ocasión no fue la excepción. Clinton aprovechó el espacio que le otorgaron este lunes en el Washington Post para hablar sobre los hechos ocurridos en el Capitolio y acusar a Trump de enmarcar la “blancura” como su prioridad política.
En su editorial titulado “Trump debe ser acusado, pero eso por sí solo no eliminará la supremacía blanca de Estados Unidos”, Clinton lanzó sus dardos envenados con el tema racial. Un tópico que la facción de Biden también ha tratado de hacer parte de su discurso, con el objetivo de asomar su administración como algo inclusivo, algo que se percibe con las nominaciones y designaciones que ha hecho para su gabinete.
La insurrección que se dio en el Capitolio, donde cinco personas perdieron la vida y 60 quedaron detenidas, sirvió como caldo de cultivo para hablar sobre la cuestión de la raza. La turba de gente que entró al corazón simbólico de Estados Unidos, con banderas y trajes alusivos, puso a prueba una vez más las sensibilidades sobre este particular en la sociedad estadounidense. Algo que los demócratas quieren tomar y capitalizar con declaraciones como las de Clinton.
“Trump se postuló para presidente con una visión de Estados Unidos donde la blancura se valora a expensas de todo lo demás. En la Casa Blanca, les dio a los supremacistas blancos, miembros de la extrema derecha y teóricos de la conspiración sus plataformas más poderosas hasta el momento, incluso afirmando que había ‘gente muy fina’ entre los miembros de la milicia con antorchas que convergieron en Charlottesville en 2017”, dijo Clinton.
La censura digital para frenar la discrepancias
La exsenadora se acercó al tema ocurrido en Washington y lo describió como el preludio de una “tragedia aún mayor”, si la censura digital no se amplifica. Clinton lo ve perentorio para combatir lo que ha tachado como “teorías de conspiración” suscritas por los partidarios de Trump.
“Twitter y otras compañías tomaron la decisión correcta para evitar que Trump use sus plataformas, pero tendrán que hacer más para detener la propagación de discursos violentos y teorías de conspiración”, comentó.
De hecho, la demócrata describió estos hechos como “terrorismo doméstico”. Por eso, pidió una mayor censura política en Internet para detener el “discurso violento”, que a su parecer ha impregnado a un grupo de ciudadanos que valoran la “blancura” más que la “democracia”.
Clinton dice en su columna que: “Destituir a Trump de su cargo es esencial y creo que debería ser acusado. Los miembros del Congreso que se unieron a él para subvertir nuestra democracia deberían dimitir y los que conspiraron con los terroristas nacionales deberían ser expulsados de inmediato. Pero eso por sí solo no eliminará la supremacía blanca y el extremismo de Estados Unidos”.
En concreto, la exsenadora habla de las imágenes que dieron la vuelta al mundo de los simpatizantes de Trump que entraron a la Casa Blanca llevando consigo un emblema cuyo uso ensombrece a la nación estadounidense: la bandera confederada.
Este símbolo asociado al sur de Estados Unidos implica un significado complejo: la reivindicación del racismo. Esto se debe a la carga ideológica asociada a la Guerra Civil que ocurrió entre 1861 y 1865. En aquel tiempo once estados del sur buscaban la secesión de la Unión para formar los Estados Confederados de América y se oponían a la abolición de la esclavitud.
Actualmente, algunos sureños mantienen que es un símbolo con una carga política que honra a los antepasados milicianos de la Guerra Civil. Otros, por el contrario, la ligan al supremacismo blanco.
Al respecto, Clinton dijo que: “Hay cambios que los líderes electos deben realizar de inmediato, incluida la promoción de nuevas leyes penales a nivel estatal y federal que responsabilicen a los supremacistas blancos y rastreen las actividades de extremistas como los que violaron el Capitolio”.
Una campaña teñida con el tema racial
Hablar de supremacía blanca es atrevido. No obstante, Clinton —como parte de los demócratas— repasa, critica y compara de manera demagógica lo que ocurrió en el Capitolio con las protestas que iniciaron tras la muerte de George Floyd, como respuesta a la tesis del abuso policial.
Ahora, con estos retazos de su editorial, se palpa en su discurso —enfocado en el desdén a la “supremacía blanca”— un eco de los comentarios hechos por el demócrata Joe Biden el jueves pasado. Allí, el exvicepresidente dijo que los alborotadores que ingresaron al Capitolio la semana pasada habrían sido tratados “de manera muy diferente” si hubieran estado afiliados a la campaña y organización Black Lives Matter, reseñó Breitbart.
No es la primera vez que Biden toca el tema racial como un tópico álgido y marcándolo como algo que divide a la sociedad estadounidense. Mientras se postulaban para la Casa Blanca el año pasado, Biden y Harris a menudo intentaron pintar la contienda entre ellos y Trump como una “batalla por el alma de la nación”.
Biden, en particular, prometió a lo largo de la campaña que, de ser elegido, su administración “erradicaría el racismo sistémico” y se enfocaría en fortalecer los derechos de voto de las comunidades de color.