Desde 2015, tras los resultados de las elecciones legislativas, se movió el tablero a favor de la oposición… o al menos, eso parecía. Los diputados de la disidencia contaban prácticamente con el control del Parlamento. Se sentían cada vez más fuertes y protegidos. En realidad, se sentían sencillamente “más” —por primera vez en 15 años— luego de conquistar ese recoveco de poder que había estado en manos del chavismo por tres períodos, ahora convertido en una joya de la corona en manos del bando opositor.
Hasta los analistas más escépticos creyeron o apostaron por este contrapeso para hacerle frente al régimen de Nicolás Maduro. La ciudadanía que votó por ellos también experimentó este raro sentimiento de… ¿esperanza? O una suerte de certeza de que el rumbo de Venezuela sería distinto, muy distinto, en dicho período parlamentario. En ese pensamiento no hubo equivocación alguna. Pero lo triste del asunto es que el rumbo fue en la dirección contraria a la imaginada. Los desatinos —que no fueron pocos— marcaron ese camino por demás rocoso y algo truculento en el Parlamento. Y así, en ese ir y venir, pasaron cinco años.
Hoy, esa tibieza, esa falta de ímpetu y, ¿por qué no?, esa manera soberbia de hacer política de la coalición opositora venezolana, al sentarse a procurar “diálogos” con los verdugos del chavismo tuvo un costo político bastante alto: un quiebre interno. Algo que no desaprovecha el régimen de Maduro y no perdona la gente que votó por esta propuesta. El venezolano ahora cobra con intereses a la disidencia. Muestra una apatía cada vez más palpable frente a cualquier iniciativa de un gobierno interino al que le urge mantener viva su figura a toda costa. No obstante, el resultado es previsible y todos los saben. De a poco, la legitimidad de sus funcionarios se evapora.
Líderes divorciados de la realidad
Con este escenario surgen diariamente teorías y conjeturas sobre el futuro de quienes adversan a Maduro y del país en general. Las matrices de opinión se decantan por lo mismo: el reproche a sus políticos. Se sienten engañados, timados. Es lo que se oye en la calle y lo revelan quienes estudian de cerca el comportamiento de la oposición. Tal es el caso del abogado Juan Carlos Sosa Azpúrua, quien en una entrevista con PanAm Post afirmó: “La gente está asqueada. Estos individuos están totalmente divorciados de la realidad. No hay políticas eficientes en Venezuela y no tenemos las herramientas para poder enfrentar esa realidad”.
Es por ello que, a un paso de sumergirse en el olvido junto con la propuesta del interinato de Venezuela, la oposición debe replegarse. Es necesario que lo haga. Nada de lo que propuso funcionó. Las leyes con las que se alzó en los primeros días del furor en la Asamblea Nacional quedaron engavetadas. Los informes, poco más que olvidados, terminaron por convertirse en unas fastidiosas torres de papel amarillento, acumuladas en cualquier depósito roídas por el tiempo y las polillas. Al final, no pasó más que eso.
Tiempo perdido
Los señalamientos son cada vez más frecuentes y las críticas oportunas, le recuerdan a la oposición lo que ganó y perdió en un santiamén. Al respecto, Sosa Azpúrua señaló: “A estas personas se les dio la confianza y la oportunidad de liberar al país. Tenían todos los recursos internacionales a su disposición. Tenían el respaldo financiero y político necesario, tanto local como internacional. Sin embargo, en lugar de hacer lo necesario, se dedicaron a llevar a cabo una cantidad de acciones que no iban orientadas a esa liberación que nosotros necesitábamos con carácter perentorio”.
El jurista también describió con minuciosidad el cambio en el discurso de los políticos opositores. Aseveró que este grupo de partidos terminó por transformarse en “periodistas del acontecer nacional”, puesto que denunciaban lo que pasa en Venezuela pero no diagramaron el plan necesario para liberar al país.
“La liberación no pasaba por hacer unas elecciones de imposible celebración, por hacerlas en el contexto histórico y sociopolítico que estamos sufriendo, sino que se trataba de otro tipo de procedimiento liberador (…) Estamos padeciendo el secuestro de unos criminales que ya tienen precio sobre sus cabezas, pero para la dirigencia de la oposición, ellos (el chavismo), no solamente pueden participar en unas elecciones, sino que también están dispuestos a cogobernar, a hacer un gobierno conjunto. Eso es inaceptable”, opinó Sosa.
El comodín del R2P y la mentira del interinato
El tema de “la liberación de Venezuela”, al que hace referencia Sosa Azpúrua, estuvo siempre en la palestra. Sin embargo, ahora se interpreta como una carnada que atrajo la mirada de todos al conflicto en el país caribeño. Su ejecución parece que nunca estuvo realmente en agenda. Se hablaba de pasos, trámites, dirigentes con propuestas alternativas y ahora se lo asocia con tan solo un pote de humo.
El ejemplo más palpable constituye aquella promesa de la activación pronta del llamado Principio de Responsabilidad para Proteger. De hecho, el presidente interino, Juan Guaidó, solicitó ante la comunidad internacional invocar este principio en una teleconferencia en el marco de la 75° Asamblea General de la ONU que se realizó en Nueva York en septiembre, pero que el dirigente Leopoldo López, uno de los voceros del Gobierno interino, descartó recientemente.
Esta propuesta fue una bandera que el interinato hizo suya y se encargó de promocionar, plegándose a esa suerte de mensaje encriptado que aludía el presidente Donald Trump de “todas las opciones están sobre la mesa“, cuando se hablaba de cómo abordar la crisis en Venezuela. Era su comodín preferido cuando sentía desfallecer a la sociedad venezolana. Hablar de una posible ayuda internacional era lo mismo que invocar al genio de la lámpara. Lástima que fue algo con la misma carga fantástica.
Porque lo cierto es que —sin menospreciar a los incrédulos— una iniciativa de esta envergadura, propuesta ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o también ante la Organización de Estados Americanos (OEA), no va a llegar por sí sola. Menos aún, con una voz tan inconsistente como la que se ha proyectado desde el interinato.
Sobre este particular, Sosa Azpúrua explicó algunas razones por las cuales el obstáculo para activar el principio del R2P está en todas las organizaciones de carácter internacional, donde el presidente interino, Juan Guaidó, se ha dirigido a pedir ayuda.
“En realidad, la Responsabilidad para Proteger (R2P) es pura mentira. Ir a las instancias internacionales como la OEA o la ONU es entrar en un agujero negro del cual no se va a salir nunca, porque esas organizaciones están plagadas de socialistas que están bajo la nómina del foro de San Pablo y este mismo régimen. Ellos tienen países como Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos. Recurrir a esas instancias es simplemente un disparate”, apuntó el abogado.
Y tiene toda la razón. Venezuela fue elegida en 2019 mediante una votación en la Asamblea General de la ONU a la que se presentaban tres candidaturas para ocupar los dos puestos correspondientes a América Latina y el Caribe dentro de dicho Consejo. Los ganadores fueron Brasil, con 153 votos, y Venezuela, con 105. En tercer lugar quedó Costa Rica, que obtuvo 96, reseñó BBC Mundo.
Lo irónico es que posteriormente, en septiembre de este año, se dio a conocer un nuevo informe de la ONU. El mismo concluyó que Nicolás Maduro, en compañía de sus ministros del Interior y Defensa son responsables de crímenes de lesa humanidad. El reporte fue presentado por una misión internacional a la que la ONU le encargó investigar la situación de los derechos humanos en Venezuela. Acá, el chiste se cuenta solo. Ir a organizaciones que reconocen a Maduro como presidente es lo más cercano a chocar con una pared de concreto una y otra vez.
Las verdaderas alternativas sobre la mesa
Entonces, ¿cuál sería una solución viable para terminar con el régimen de Nicolás Maduro? Previo a todo lo que hoy se habla con tanta premura y ahínco, existió un plan que aparentemente fue ignorado y manejado además desde el terreno de la comodidad burocrática. Sobre ese particular, Sosa Azpúrua indicó que un escenario posible de liberación está al alcance, pero siempre será necesaria una medida de rigor y un interés real por parte del gobierno local, no solo de Estados Unidos.
“La liberación pasa por un acuerdo bilateral con Estados Unidos, que ya manifestó su inmenso interés en resolver la crisis venezolana que los afecta, debido al problema del narcotráfico y toda la presencia geopolítica que está teniendo el fundamentalismo islámico en la puerta trasera de Estados Unidos. Trump manifestó su interés en hacer lo necesario para lograr esa liberación (…) pero la responsabilidad también debe recaer sobre el gobierno de transición de Venezuela, que debe tomar decisiones ejecutivas para que esto se cumpla”, ahondó sobre el tema.
Posteriormente, el experto opinó que un segundo paso sería la firma de un acuerdo con la DEA (Administración de Control de Drogas) para que se recupere la jurisdicción de esa organización en territorio venezolano. De allí, Sosa Azpúrua asegura que viene una próxima etapa de entrenar a oficiales venezolanos bajo el protocolo de dicho organismo y organizar un operativo de liberación con la logística y estrategia del Departamento de Defensa de Estados Unidos que, en su opinión, estaría dispuesto a hacer exitosa esta iniciativa.
La prioridad: alejar a la oposición de los activos en el exterior
La opción de despojar a los opositores de sus funciones como representantes oficiales de Venezuela ante el mundo también está presente. De hecho, Sosa Azpúrua habla de la posibilidad de exigir a las instancias internacionales que sigan teniendo la posesión hasta que llegue un poder legítimo y, mientras tanto, los bienes deben mantenerse decomisados por la comunidad internacional.
La razón, de acuerdo con el experto, es alejar a los políticos de los recursos que a lo largo de casi dos años ha llegado al país —cuya suma superaría los 2000 millones de dólares— y que lamentablemente, no se han convertido en bienes para los venezolanos sino “para que algunos dirigentes hagan vida de burócratas principescos, viviendo de la ayuda humanitaria, que ahora se usa como presupuesto operativo, para costear sus gastos de vida y vivienda en el extranjero, garantizándose un exilio dorado”.
Tras justificar sus argumentos, Sosa Azpúrua también habló del perjuicio que los funcionarios del Parlamento hicieron al país durante este período legislativo al no concretar sus cometidos. Esto también traerá un resultado desalentador, centrado en el desconocimiento a la legitimidad que alegan los legisladores. A su juicio, la validez del mandato de los diputados está perdida porque no cumplieron sus funciones en el tiempo que estuvieron en el poder.
“Guaidó no puede seguir administrando los bienes y activos del país en el exterior, pero, ¿cómo evitamos que lo siga haciendo? Guaidó seguirá operando con su mafia llamada oposición, pero que en realidad es la contracara para el régimen. El panorama es tétrico, teniendo a Leopoldo López como el mejor canciller del régimen”, justificó.
¿Borrón y cuenta nueva?
El chavismo también tiene su dosis de culpa por el caos que se vive hoy en el seno del interinato. Declaraciones como las de Leopoldo López, al hacer a un lado el R2P luego de consultarse y enfocarse en un gobierno de coalición con el chavismo, restan credibilidad a todo el esfuerzo que los venezolanos hacen por salir del régimen. En ciertos aspectos, también han terminado por lapidar la esperanza y la posibilidad de un cambio a corto plazo, menos aún si no hay involucradas fuerzas de otra índole distintas al diálogo.
Lo claro de todo esto es que tampoco funcionará un escenario donde la oposición invite al chavismo a hacer repartición de bienes y perdones a quienes llevaron al país a la mayor crisis humanitaria. Hay mucho por lo que el régimen debe responder y eso nadie lo debe olvidar. Nunca.