El candidato demócrata Joe Biden continúa en la promoción de su fe católica como parte del discurso para captar votantes conservadores. Sin embargo, su verbo dista hoy también de lo que propone en la práctica para los primeros 100 días de su Gobierno: abordar el tema de libertad religiosa para las monjas y el aborto.
En primer lugar, Biden se ha dado a conocer como un católico practicante. Su compañera de fórmula, Kamala Harris, se ha encargado de soportar estas aseveraciones y dijo que Biden sería el segundo presidente católico romano practicante desde JFK. Una táctica para llegar a un bloque de votantes clave en los estados bisagra.
Sin embargo, en todo lo objetado existe un punto clave y es que muchos encuentran que sus políticas son antitéticas a la fe. Muestras de esta contradicción entre lo que practica y lo que defiende hay muchas.
Un ejemplo claro está en su “desilusión” ante la sentencia de la Corte Suprema emitida hace pocos meses. El expresidente se mostró consternado al conocer la ratificación de la orden ejecutiva de Donald Trump eximiendo a las Hermanitas de la Caridad y otros grupos religiosos de la obligación de incluir servicios de anticoncepción y aborto en los seguros médicos.
Su apoyo a una legislación que establecería a nivel nacional el aborto a solicitud durante todo el ciclo gestacional, financiado por contribuyentes y el alejamiento de su apoyo prestado durante décadas a la Enmienda Hyde —antigua prohibición que contempla que no se podrán usar recursos de salud federales para la práctica de abortos— también da una lectura que revela un tinte profundamente demagógico.
El contrapeso a lo planteado por Joe Biden
La disrupción que ha tenido Biden entre la proliferación de sus creencias con anterioridad y ahora sus nuevos discursos no ha pasado por debajo de la mesa. Es algo que brota y se detecta a kilómetros de distancia, cuando una posición que ha sido prácticamente monolítica y sólida frente a una serie de acuerdos empieza a verse cada vez más maleable, dócil y propensa a un cambio.
Este cambio ocurrido con el candidato demócrata también fue abonado por la imagen de Harris, su compañera de fórmula, por medio de sus intervenciones retratadas por la prensa, desde su posición como fiscal, senadora y ahora candidata a la Vicepresidencia estadounidense.
“Harris se ha manifestado abiertamente en relación a su llamada Ley de Derechos Reproductivos, que daría un giro al federalismo y pediría la ‘autorización previa’ del Departamento de Justicia antes de poderse aplicar cualquier restricción al aborto a nivel estatal”, reseñó The Epoch Times.
Esta agenda trazada en el binomio Biden-Harris impulsado por los demócratas ha sido sitiada por las voces conservadoras que desmontan estas intervenciones con tintes populistas, cuyo fin es la obtención del voto católico, un nicho que se ha dividido casi por igual entre los dos partidos.
Al respecto, Ashley McGuire, miembro principal de The Catholic Association, dijo A Fox News que “Joe Biden ha hecho campaña sobre su fe católica mientras promete políticas que contradicen la enseñanza católica e incluso amenazan a las Hermanitas de los Pobres (…) La Conferencia de Obispos ha advertido de las devastadoras consecuencias de la Ley de Igualdad para la libertad religiosa y para las niñas y mujeres. No obstante, Biden lo apoya”.
El aborto en la mirada de un católico practicante
Cuando restan pocos días para las elecciones presidenciales, un discurso con guiños al sector conservador se ha exacerbado en los múltiples pronunciamientos de Biden. En un artículo de opinión para el Christian Post, el demócrata explica como su fe católica guía sus políticas para hacer “todo en nuestro poder para asegurar que todos los hijos de Dios tengan la esperanza y el futuro que tanto merecen”.
Este escrito se aleja de la posición de Biden sobre el aborto. El exvicepresidente quiere aprobar una ley federal que proteja el derecho de la mujer a tener la interrupción de una vida en gestación. Consagrar una legislación de esta manera significaría que incluso si la Corte Suprema rompe un precedente aprobado en 1973, ese derecho aún existiría, señala la BBC Mundo.
Para acallar su discurso, Lila Rose, fundadora y presidenta de Live Action, conocida por ser una organización antiabortista, tuiteó un mensaje claro al candidato demócrata: “No puedes pretender ser un católico practicante y apoyar la matanza de niños en el útero. Hacerlo es atroz y despreciable. Y no puedes afirmar que ‘no sabías’ cuando tu fe y la ley moral básica te lo dicen alto y claro: no matarás “.
You cannot claim to be a practicing Catholic and support the slaughter of children in the womb. To do so is heinous and despicable. And you cannot claim you “didn’t know” when your faith, and basic moral law, is telling you loud and clear: You shall not kill.@JoeBiden
— Lila Rose (@LilaGraceRose) October 29, 2020
Brian Burch, presidente de CatholicVote, un grupo de defensa política conservadora, se sumó a la respuesta de Rose y dijo que “el apoyo agresivo de Biden a la Ley de Igualdad, su posición extrema del aborto y el compromiso de reiniciar la guerra contra las Hermanitas deja en claro que su fe católica será sacrificada fácilmente en el altar de la conveniencia política”.
En 2016, el 50 % de los católicos que votaron apoyaron a Trump, según las encuestas de salida de Fox News. En aquella oportunidad, el 46 % también sufragó por la entonces candidata Hillary Clinton.