El propio discurso demagógico y populista que se empeña en usar Nicolás Maduro le juega en contra nuevamente. Esta vez se tensó la soga al cuello por sus declaraciones sobre la unión civil entre personas del mismo sexo. Su corta memoria sobre el proceder que ha tenido con la población homosexual venezolana parece que le ha pasado factura. También parece haber olvidado que su mentor, Hugo Chávez, se oponía rotundamente a lo que ahora él propone.
Hace un par de días, el papa Francisco volvió a generar titulares en la prensa al hablar de la unión de personas del mismo sexo. Las declaraciones vinieron de la mano de su más reciente documental “Francesco”. La declaración fue interpretada de diferentes maneras y generó opiniones encontradas entre la fracción más ortodoxa de la Iglesia y activistas defensores de estas iniciativas de carácter progresista.
Francisco, con su característico verbo ambiguo, dijo las siguientes palabras: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia. Son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso”.
Estas declaraciones fueron sacadas de contexto y colocadas como un apoyo sólido a la comunidad homosexual. Lo que en realidad ocurrió fue que en este clip estaba narrando su postura durante el debate sobre la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, cuando él era arzobispo de Buenos Aires, a lo cual se oponía.
Lo que sí apoyaba Bergoglio era, y sigue siendo, el reconocimiento de la unión de convivencia. Un hecho que da protección legal a los involucrados frente al Estado, como la posibilidad de visitar en el hospital a la pareja, así como también heredar bienes.
Nicolás Maduro aprovechó la polémica que generó el tema de la unión homosexual para pedir a la Asamblea Nacional que resulte electa en sus cuestionadas elecciones del 6 de diciembre, que discuta la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en Venezuela, según reseñó Reuters.
La sublevación al mandato de Chávez
Sin embargo, Maduro, quien una vez se hizo llamar el “hijo de Chávez”, hoy parece estársele rebelando a su padre ideológico, fallecido hace más de siete años.
Algo que caracterizaba el discurso de Chávez era su forma poco diplomática de plantear sus posturas. Siempre tajante y altanero. Al ser consultado sobre tema, se alejaba de su lírica populista impregnada de ese tinte mesiánico y se convertía en un conservador más.
Se abstraía en un discurso que no terminaba de encajar en la prosa progresista: “Todos somos iguales, hay que respetar las particularidades de los individuos. Yo pienso igual que la mayoría de los venezolanos, que (el matrimonio entre personas del mismo sexo) no lo vemos bien”, fue su respuesta al ser consultársele su opinión al respecto.
De hecho, actualmente el matrimonio igualitario no es legal en Venezuela. Maduro, quien lleva siete años atornillado en el poder no ha hecho un ápice de esfuerzo para llevar este tema al Parlamento. Hoy, cuando el país vive la crisis económica y humanitaria más aguda de su historia, a él le parece una prioridad.
“Dejaré esa tarea, la tarea de matrimonio LGBT, a la próxima Asamblea Nacional”, agregó en unas declaraciones tomadas por Reuters.
Maduro y su doble moral con la población LGBT
Este Nicolás Maduro que hoy toma como bandera política el tema de la unión civil entre personas del mismo sexo, parece haber olvidado ese candidato estruendoso y chabacano que era en 2013 en las elecciones presidenciales en las que se midió con Henrique Capriles.
Allí, en medio de mítines y una audiencia burlona que le exigía cualquier gesto populista más, se esmeraba por besar a su esposa, Cilia Flores, en público. Lo hacía de manera exagerada para hacer una burla al entonces candidato opositor, Henrique Capriles, quien por no tener esposa fue señalado por el oficialismo de ser homosexual. “Yo sí tengo esposa. A mí sí que me gustan las mujeres”, dijo el candidato Maduro en un mitin de campaña.
Henrique Capriles pidió en ese momento el respeto merecido a la comunidad homosexual en el país. “Rechazo las declaraciones homofóbicas de Nicolás de hoy. No es la primera vez. Yo creo en una sociedad sin exclusión, así se lo digo al país, para que nadie se sienta excluido por raza, credo, situación social, orientación sexual. Deben salir las personas a rechazar eso”.
Hoy, quien encuentra afinidad en las palabras de Bergoglio y las usa para seducir a electores ingenuos, parece haber olvidado que una vez jugó con el sentir de una comunidad que busca un reconocimiento. Tal es su necesidad de acercarse al discurso progresista que desafía la línea trazada por su mentor al respecto.