El viacrucis de volver a Venezuela sigue tiñéndose de experiencias que solo amargan el regreso y avivan los motivos para querer huir nuevamente del país sudamericano.
Los testimonios sobre malos tratos a los migrantes retornados siguen en aumento y según la última investigación realizada por Human Rights Watch (HRW) y dos centros de la Universidad John Hopkins se han evidenciado aún más.
Actualmente en Venezuela existen 26 centros de cuarentena “acondicionados” para albergar de manera forzosa a los 130 000 emigrantes que han regresado al país desde el inicio de la pandemia.
El patrón en las declaraciones se centra en lo mismo: denuncias de abusos, hacinamiento, condiciones insalubres y falta de asistencia médica. El acceso a los alimentos y agua potable es cada vez menos.
El régimen de Nicolás Maduro improvisó los Puestos de Atención Social Integral (PASI), en sitios que se encontraban cerrados por la cuarentena. Escuelas, hoteles, centros deportivos y terminales de autobús. Sin embargo, el hacinamiento ha sido inevitable.
De acuerdo con testimonios recogidos por HRW y citados por El Mundo, en el estado Zulia se han alojado hasta 700 personas en un centro dispuesto para 200 individuos nada más. Esto contradice todo dictamen sobre la pandemia que pueda generarse.
Las condiciones que ponen en un riesgo aún mayor a los retornados
Dentro de la investigación de HRW se evidencian testimonios sobre la insalubridad que existe.
“Llegaban camiones de agua, pero era agua sucia y no potable. Retornados en Apure y Táchira manifestaron que no había cocinas ni gas para hervir y para desinfectar el agua. Los centros no proporcionaban jabón, desinfectante y otros consumos de higiene, como toallas femeninas (compresas), pañales o papel higiénico”.
La insuficiencia de la comida en los PASI también engrosa la lista de quejas. Entre los relatos figura que las porciones eran muy pequeñas y no aportaban una nutrición equilibrada.
Las comidas podían consistir sólo en una arepa, sardinas, pequeñas raciones de arroz y frijoles, pasta o algunas cucharadas de pollo picado.
En algunos casos, los retornados dijeron que les servían alimentos podridos o congelados. Algunos afirmaron que comían una vez al día o que se habían enfermado por el mal estado de los alimentos.
Los vejámenes que tocan al regresar a Venezuela
El regreso de los venezolanos a su territorio ha sido más complejo de lo que se evidencia a simple vista.
La intermitencia en el cierre de frontera colombo-venezolana, de manera unilateral, por parte del régimen ha imposibilitado la entrada de gran parte de la ciudadanía y ha generado un aumento en los ingresos a través de caminos irregulares.
Debido a la pandemia, las fuentes de ingreso de la población que emigró se vieron afectadas, en parte porque la mayoría de estas personas trabaja en el sector informal.
En este sentido, miles de familias que habían migrado en estas condiciones fueron desalojadas, quedando sin hogar y les tocara emprender el retorno al país de origen.
La mirada de la OEA ante el retorno venezolano
En un informe emitido esta semana, la Organización de Estados Americanos (OEA) explica cómo las vejaciones, al igual que la criminalización hecha a la figura del migrante retornado, colocan a quienes han decidido regresar en una situación de vulnerabilidad, ante los uniformados que les reciben en la frontera.
Un escenario que además de darse en Colombia, también abarca a los 6 000 venezolanos que han cruzado desde Brasil.
La OEA en la figura de su secretario general, Luis Almagro, atribuye estos malos tratos a «la ausencia de un sistema democrático en Venezuela, violaciones sistemáticas a derechos humanos, escasez alimentaria, precariedad en los sistemas de salud, crisis eléctrica, violencia generalizada y colapso económico son algunas de las causas que han ocasionado que desde 2015 más de 5,1 millones de personas venezolanas se hayan visto forzadas a huir de su país».
Colombia, el país que sufre los daños colaterales del éxodo venezolano
Actualmente, Colombia es el principal escape de cientos de miles de venezolanos que huyen de la crisis política, económica y social. Según varios reportes de autoridades migratorias, alrededor de 1,7 millones de venezolanos se encuentran en territorio colombiano.
Tras el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela decretado —el 14 de marzo— cerca de 100 000 venezolanos retornaron de manera voluntaria a su país.
No obstante, el salario mínimo en Venezuela —que actualmente equivale a $2 dólares al mes— hace que la población de dicha nación busque un modo de subsistir en otras tierras.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) — antes de la pandemia provocada por el coronavirus— más de 5 millones de venezolanos se habían marchado del país.
Los más pobres lo hicieron a pie, caminando por terrenos hostiles que terminan por demoler poco a poco las fuerzas de quienes con menos de un dólar en el bolsillo inician la travesía por un mejor porvenir.