La pandemia por el coronavirus ya no causa ningún miedo en el venezolano. Al menos no en aquel que inicia de nuevo su regreso a Colombia, para escapar de todas las perversiones económicas que resultan de la crisis humanitaria en su país. Unos se quedan en Colombia, otros siguen su camino hacia el Sur.
El “efecto rebote” tras la reapertura progresiva de la nación neogranadina era de esperarse. No hay virus que contenga la oleada de personas que a diario huyen del territorio venezolano en uno de los mayores movimientos migratorios de los últimos años.
De acuerdo con la agencia AP, los funcionarios de Migración Colombia esperan que 200 000 venezolanos ingresen al país en los próximos meses. Los caminantes que atraviesan el Puente Simón Bolívar -a pesar de ser una menor cantidad que quienes lo hicieron en el apogeo del éxodo- siguen arriesgándose a pasar al vecino país bajo el deseo de una mejor calidad de vida.
El viacrucis que se esconde al cruzar la frontera
Escribir, describir y reescribir las adversidades que viven los venezolanos al cruzar la frontera no hace justicia a lo que siente esta población al iniciar esta travesía de salir del país caminando. Una ruta que puede tomar al menos dos semanas o hasta un mes, dependiendo del destino al que se dirijan: Colombia, Ecuador o Perú.
Los días se desvanecen con las suelas de los zapatos que se van quedando en el camino. En sus bolsos remendados no llevan indumentaria para el frío que puede rozar los 5 grados centígrados en las noches, sino que su lugar almacenan migajas de pan de dos, tres y hasta cinco días.
El espacio para reflejarlo no alcanza, las imágenes para demostrarlo tampoco.
Los ejemplos de estas aseveraciones brotan como hongos. En Pamplona, un municipio colombiano ubicado en el departamento Norte de Santander, las historias siguen acumulándose. De acuerdo con la BBC Mundo, los albergues construidos a lo largo de las principales vías deben cerrar debido a legislaciones municipales por miedo al coronavirus.
En las rutas montañosas, quienes decidieron emprender el camino desde septiembre hacia ciudades como Bogotá, Cali y Quito narraron a BBC Mundo que en su andar fue frecuente encontrarse a merced de “los coyotes de camino”.
Los cierres de fronteras terrestres impuestos por Colombia, Ecuador y Perú, obligaron a muchos migrantes a recurrir a grupos criminales que controlan el ingreso por caminos fronterizos ilegales. Las llamadas “trochas”. Esto se aviva cada día más en el territorio y supone un gasto que si no es cubierto con efectivo, también acepta “donaciones” de teléfonos celulares.
Colombia, el principal destino para huir de la crisis
Tras el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela -decretado el 14 de marzo- cerca de 100 000 venezolanos retornaron de manera voluntaria a su país. No obstante, el salario mínimo en Venezuela, que actualmente equivale a 2 dólares al mes, hace que la población de dicha nación busque un modo de subsistir en otras tierras.
Actualmente, Colombia es el principal escape de cientos de miles de venezolanos que huyen de la crisis política, económica y social. Según varios reportes de autoridades migratorias, alrededor de 1,7 millones de venezolanos se encuentran en territorio colombiano.
Más de cinco millones de venezolanos se habían marchado del país, De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), antes de la pandemia provocada por el coronavirus. Los más pobres lo hicieron a pie, caminando por terrenos hostiles que terminan por demoler poco a poco las fuerzas de quienes, con menos de un dólar en el bolsillo, inician la travesía por un mejor porvenir.