«Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota»
(en carta de renuncia de Daniel García-Peña, quien era su gran amigo, dirigida a Petro).
Creer que lo ocurrido la noche del miércoles en Bogotá fue simplemente un levantamiento ciudadano sin ningún interés de por medio es ingenuo. Creer que quienes realmente protestan por el respeto a la vida acudirían sin reparo a la violencia es incoherente. Creer que los ataques coordinados contra los comandos, estaciones de policía, trasporte público y propiedad privada se generaron por orden espontáneo es ignorar lo fácil que puede ser manipulada una masa enardecida.
Pero Gustavo Petro tiene claras las cosas y ocho millones de votos que ha utilizado para avivar la violencia. Seguidores que sin reparo le hacen caso a sus palabras y miles de personas que no logran superar eso que Milan Kundera llama la edad lírica, o en palabras de otros tantos filósofos, que aún ni siquiera tienen la capacidad de gobernarse a sí mismos debido a la falta de criterio. Así lo han dejado ver no solo en las redes, sino también, lastimosamente en las calles.
En medio de las protestas de anoche una de sus más fervientes admiradoras que funge como influencer, Dani Beltrán (Lalis Smile), lo dejó claro después de los llamados de Petro a la insurrección: «Les duele un CAI, pero no una vida? Que arda todo hasta que respeten la vida!!»:
Bueno, llamados como ese y los de Petro dejaron siete personas muertas, todo, según ellos, por hacer respetar la vida. ¿Cómo se logra respetar la vida si se tiene como premisa acudir a la violencia? La pregunta no es para los petristas, que apoyan a alguien que ve como solución la violencia, sino a los que inocentemente caen en el juego de los líderes políticos que busca desestabilizar a Colombia.
Pero si estamos hablando con la verdad debemos poner el foco en todos lados, pues lo ocurrido anoche no solo es responsabilidad de los líderes que hoy llaman a incendiar al país y de los ciudadanos e influencers que les siguen la idea, también lo es de los integrantes de la Policía que arremetieron sin piedad alguna (videos por montón lo confirman), contra los ciudadanos que pacíficamente protestaban por el asesinato de Javier Ordóñez y contra el mismo Javier.
Algunos rechazan tajantemente las acusaciones de fallas estructurales en la Policía. Es por esto que el partido-guerrilla Farc y otros tantos piden modificar la doctrina de la institución. Al negar que la institución tiene grandes fallas solo se alimenta el discurso de la izquierda, que pide crear una policía a su medida. Sí, hay fallas en la Policía Nacional, muchos hemos sido víctimas del abuso de autoridad por sus integrantes. Es indudable que en la institución hay miembros, espero y creo que la mayoría, que desean hacer las cosas bien, pero también creo que hay otros tantos, no pocos, que no tienen la capacidad de manejar el más pequeño poder, la más insignificante autoridad. El camino no es solamente con talleres para el manejo de armas no letales y sobre derechos humanos, se necesita un verdadero filtro que impida que pequeños déspotas ingresen a la institución. Permitir que personas así pertenezcan a la Policía es dejar múltiples bombas de tiempo a punto de explotar en medio de la sociedad, y que pueden causar una deflagración sin control.
Es claro que la autoridad debe controlar, respetando a cabalidad la Constitución, cualquier acto con el que se pretenda generar violencia. Pero llevar ese “control” a puntos extremos en los que se apalea a jóvenes como ejemplo es ir detonando de a poco esas bombas, que explotan junto con las activadas por la extrema izquierda.
Petro lo sabe perfectamente. No olviden que perteneció al M-19 y como tal las técnicas de incitación a la violencia las tiene claras en su cabeza. Lo ha demostrado a lo largo de su historia y lo confirmó anoche no calmando a sus seguidores, sino motivándolos a salir a las calles, pese a la creciente violencia que diferentes grupos ejercían en ellas. ¿Cuántos de los muertos de anoche le habrán hecho caso al llamado de insurrección de Petro, de las Farc y sus respectivos seguidores?
No hacer cambios de fondo en las instituciones que se supone deben proteger a los ciudadanos, es dejar la leña cortada y el carbón preparado para que la izquierda le siga prendiendo fuego al país.
Quien hoy pretende ver incinerada a Colombia se vende todos los días como un salvador, como un mesías, como un académico que entiende de todos los temas y para todos tiene solución. No le importa los demás y se emboba escuchando sus propias palabras. Ese es el presidente que nuestra generación lírica desea; ese el presidente que los terroristas colombianos añoran. Y ese es el presidente que puede llegar a tener Colombia si las autoridades y los ciudadanos no miran la realidad a los ojos y empiezan a mejorar las cosas.
Anoche en Bogotá muchos salieron a pedir justicia por la muerte de Javier Ordóñez, pero solo dejaron regados por las calles cadáveres e impunidad.
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No olviden que a los tiranos lo que menos les interesa es la vida de los demás a menos que sea para utilizar a su beneficio, y hasta los que fueron sus amigos más cercanos, han confirmado los evidentes rasgos de gran tirano del senador Petro.
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Así como de forma inmediata las autoridades no solo deben esclarecer el asesinato de Javier Ordóñez a manos de agentes de la policía, al igual que las siete muertes ocurridas anoche en medio del vandalismo, también es su responsabilidad abrirles ante la justicia los procesos correspondientes a quienes incitaron a la violencia y pidieron que todo ardiera. ¿O es que una vez más nos vamos a quedar esperando a que atrapen a los autores materiales de lo ocurrido anoche y no vamos a responsabilizar a quienes desde sus tribunas impulsaron los hechos?
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Hoy Petro y los suyos advierten nuevas “manifestaciones” (¿cómo las de anoche), ante esto, la familia de Javier Ordóñez afirmó: «Quienes convocan a protestas son oportunistas».