Las relaciones entre México y el nuevo Gobierno de Estados Unidos se advierten complicadas. El Gobierno mexicano ha hecho lo imposible para que no sean tersas.
En público los presidentes Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador presumieron constantemente su buena relación, incluso se llegaron a llamar “amigos”.
Una amistad que obligó al mandatario mexicano a apoyar hasta el último momento al presidente saliente. Incluso evitó pronunciarse sobre la presunta incitación de Trump que provocó en el asalto al Capitolio, pero lo defendió ante el cierre de sus redes sociales.
En su narrativa de no tener conflictos y respetar la política exterior, sobre todo con la nación más poderosa del mundo, AMLO siempre estuvo dispuesto a “cumplir” las instrucciones del republicano.
Siempre sumiso, quedando bien con su “amigo” Trump.
Con la llegada de Joe Biden a la presidencia, este 20 de enero, comenzará una nueva la relación bilateral. Donde parece que nada será igual.
La relación entre Biden y AMLO será estrictamente institucional, durante los primeros años, aseguran analistas internacionales.
Hay varios antecedentes que muestran el distanciamiento que fijó López Obrador con el presidente electo de Estados Unidos. El más reciente fue el caso del general Salvador Cienfuegos.
A cinco días de la llegada del presidente número 46 a la Casa Blanca, López Obrador acusó a la Administración para el Control de Drogas (DEA), de haber fabricado las acusaciones de lavado de dinero y narcotráfico contra el general Salvador Cienfuegos.
Dijo que la DEA había fabricado los delitos, pero fue más allá, violó un tratado de asistencia legal, cuando ordenó hacer público el expediente que autoridades estadounidenses le entregaron al Gobierno mexicano, sobre la investigación de Cienfuegos.
Instrucción que provocó disgusto al gobierno de Estados Unidos.
“Publicar dicha información viola el Tratado de Asistencia Legal Mutua entre México y Estados Unidos, y pone en duda si Estados Unidos puede continuar compartiendo información para apoyar las propias investigaciones criminales de México”, señala el documento del Departamento de Justicia de EEUU.
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— Embajada EU en Mex (@USEmbassyMEX) January 16, 2021
Otra vez contra la DEA
Poco le importó a López Obrador que el Departamento de Justicia de Estados Unidos esté “profundamente decepcionado por la decisión de México de cerrar la investigación sobre el general Cienfuegos”.
Tampoco las críticas sobre sus acusaciones a la DEA y la exposición pública de las 743 páginas del expediente.
En su conferencia mañanera de este lunes, López Obrador insistió en cuestionar el trabajo de la Administración de Control de Drogas, la DEA.
“No es posible que se lleve a cabo una investigación con tanta irresponsabilidad, sin sustento y que nos quedemos callados. Lo que hicimos fue dar a conocer el expediente para que se supiera, sin esconder nada. Que no hay elementos, que, en efecto, se fabricó el delito o se fabricaron los delitos”, dijo AMLO.
Además, según él, este tema del general Cienfuegos no afectará la relación con el nuevo Gobierno de Biden. Eso es lo que él piensa. Es muy pronto para saberlo.
Los mensajes de AMLO a Biden
Las primeras señales en contra de Biden, ocurrieron desde la campaña presidencial en Estados Unidos. En julio, tres meses antes de la elección, el mandatario mexicano realizó una visita oficial de trabajo a Estados Unidos. Su primer viaje al extranjero. Se reunió con Trump, pero evitó tener contacto con el equipo del demócrata.
La reunión con Trump era muy importante. Enviar el mensaje de su apoyo incondicional a su homólogo estadounidense.
La visita fue cuestionada por sus opositores en México. A Joe Biden y su equipo de campaña, no le gustó el desdén del mandatario mexicano.
Después, López Obrador esperó 38 días para felicitar a Joe Biden por su triunfo en las elecciones del 3 de noviembre. Lo felicitó hasta que Colegio Electoral confirmó su triunfo el 14 de diciembre, con el pretexto de la no intervención.
Y no quedó ahí. Seguramente tampoco le cayó bien al próximo presidente norteamericano el ofrecimiento de asilo político que hizo AMLO al periodista y activista, Julián Assange.
En fin, que hay varias piedritas en el zapato que podrían tener impacto negativo, por lo menos en el comienzo de la relación bilateral.
Los temas espinosos en la relación bilateral
Otro tema relevante para la relación entre ambos países será la presencia de agentes norteamericanos en México.
Recientemente se publicaron en el Diario Oficial de la Federación los lineamientos que regularán la presencia y labor de los agentes extranjeros en México. Los servidores públicos deberán entregar un informe por escrito a las secretarias de Relaciones Exteriores y de Seguridad de México sobre su actividad en este país.
No volverá a suceder que la DEA investigue durante años a un general de alto rango en el ejército mexicano y las autoridades de dicho país sean las últimas en enterarse.
Las embajadas extranjeras acreditadas en México deberán enviar un reporte mensual sobre los acuerdos de cooperación bilateral con información clara y precisa de la actividad que realizarán los agentes.
Otro asunto complicado en la agenda bilateral será la política energética de AMLO. Ya comenzaron las quejas de funcionarios estadounidenses, en torno a que solo se favorece a las empresas del Estado (PEMEX Y CFE) en detrimento de la inversión privada mexicana y extranjera. Situación que contraviene a lo estipulado en el T-MEC, argumentan en Estados Unidos.
Para López Obrador, las energías limpias no están entre sus prioridades, mientras que para Biden es una de sus principales banderas.
La reforma laboral, la política migratoria, otros de los temas que se ven candentes entre ambos gobiernos.
Con estos detalles, la nueva relación bilateral se presume compleja. AMLO extrañará a su amigo, pero ahora tendrá que ser institucional ante el nuevo escenario de la nación más poderosa del mundo.