México ha sido señalado como el peor país para vivir durante la pandemia de COVID-19.
Este 2020, la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus ha sido la peor pesadilla, en todo el mundo. Algunas naciones han desplegado estrategias exitosas para hacer frente a la peor crisis de salud pública de las últimas décadas. No es el caso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El Ranking de Resiliencia COVID-19, que realizó Bloomberg sobre la efectividad a la hora de manejar el virus, colocó a México en la peor posición en el manejo de la pandemia. En dicho análisis se consideraron números de casos positivos, tasa de mortalidad, pruebas de detección y la capacidad del sistema de salud, entre otros factores. El país es de aquellos con las peores cifras. Hay que agregarle también que es donde más personal de salud ha muerto atendiendo a enfermos de COVID-19.
Las autoridades del gobierno federal, en lugar de prepararse, anticiparse y poner el ejemplo frente a la llegada del virus, desestimaron el problema. Incluso el presidente mexicano pidió a la gente salir sin miedo.
Los errores de un “soberbio” encargado de la pandemia
El subsecretario Hugo López-Gatell fue nombrado por AMLO como el responsable de la estrategia para enfrentar la pandemia.
Sus primeras declaraciones expresaron, por un lado, que México estaba en condiciones de manejar sin problemas la emergencia sanitaria y por otra parte, que el virus era mucho menos peligroso y letal que el de la influenza. En las dos afirmaciones erró.
Mientras otros gobiernos invirtieron recursos para realizar pruebas, rastreo de contagios y fomentaban o exigían el uso del cubrebocas, en México se hacía todo lo contrario. Así se manifestó López-Gatell el 2 de marzo sobre el uso de la mascarilla:
“No sirven para protegernos, que todo el mundo lo sepa, si yo me pongo un cubrebocas de esos convencionales no me disminuye notoriamente el riesgo de que yo pueda adquirir no solo coronavirus, influenza, catarro común, más de 100 virus que existen todos los días en todas partes el país y de todo el mundo. Además, hemos dicho que el riesgo hoy de trasmisión del coronavirus en México es considerablemente bajo”.
De esta manera comenzaba su fallida estrategia un gobierno autoritario y populista que ha subestimado a la ciencia y a los científicos; donde la única verdad es la de un presidente que se niega a usar cubrebocas, que se siente protegido por sus imágenes religiosas y que, según él, el virus atacaba principalmente a los corruptos.
“Estar bien con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda para que no dé el coronavirus”, se atrevió a decir AMLO en junio pasado.
El mandatario mexicano ha insistido desde abril que la pandemia está domada. Lo dice ahora, cuando se encuentra en los peores momentos. Y lo seguirá diciendo, a pesar de que, según especialistas, se avecina la etapa más complicada.
Un estudio del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y de la Universidad de Stanford arrojó que la segunda quincena de enero se prevé un colapso de los hospitales en la ciudad de México y zona conurbada. Señala que las camas quedarán rebasadas hasta un 50 %.
Los peores momentos de la pandemia
En los últimos días se han registrado nuevos récords en el número de contagios, que superan los 12000 cada 24 horas. En ocasiones casi la mitad de estos casos ocurren en la capital del país.
A pesar de ello, AMLO insiste en que la estrategia de su gobierno ha sido exitosa porque no se han saturado los hospitales y porque aún hay camas con ventilador para atender a los enfermos. Ignora el presidente, el tortuoso peregrinar de enfermos y familiares para encontrar un hospital que los atienda. Seguramente tampoco sabe –o si sabe, lo calla– la alta demanda en servicios de cremación y panteones.
Cuánta mentira. La pandemia no está domada, la estrategia no ha funcionado y la soberbia de un funcionario encargado de ella, no permitirá hacer cambios. Más de 123.000 muertos deberían ser razón suficiente para modificar el rumbo y dejar de culpar a gobiernos anteriores por un sistema de salud deficiente. Es tiempo de aceptar que se han cometido errores y corregirlos, pero son tiempos electorales y no arriesgarán nada de nada, incluso, a costa de la vida de los mexicanos.
“Lo que más me preocupa es la pandemia”, comentó en su conferencia mañanera hace unos días el presidente López Obrador. Y cómo no, si el 4 de junio el subsecretario de salud López-Gatell dijo que, “una situación catastrófica” sería llegar a 60.000 muertos:
“Ya por la segunda semana de febrero hicimos una primera estimación de la carga esperada de la enfermedad, el mínimo era 6000, otro escenario era 8000, teníamos así hasta 28000 que se redondean en los 30000. Incluso un escenario catastrófico que podría llegar a los 60.000”.
En agosto se rebasó esa cifra y cuatro meses después se duplicó.
No es lo mismo tener la vacuna que vacunar
Una buena noticia es que México es de los primeros países en América Latina que comenzó a aplicar la vacuna contra el COVID-19. Las oportunas negociaciones del canciller Marcelo Ebrard con farmacéuticas de varios países son prácticamente lo único “correcto” que ha hecho el gobierno de AMLO en torno a la pandemia.
▶️ «Hoy es el principio del fin de esa pandemia. Hoy podemos ver claramente que los vamos a derrotar, a esos virus que han venido a transformar nuestras vidas. Y por eso decimos que tenemos esperanza y estamos hoy muy contentos» @m_ebrard, secretario de @SRE_mx. pic.twitter.com/KF6go5IkNM
— Relaciones Exteriores (@SRE_mx) December 23, 2020
En 2021 México recibirá casi 200 millones de vacunas, informó la presidencia. Pero no es lo mismo tener la vacuna que llevar adelante la campaña de vacunación. No se ve un esquema claro y ya comenzaron las quejas de su “selectiva” aplicación.
Se ve complicada la capacidad del gobierno federal para inmunizar a 75 millones de mexicanos mayores de 16 años. Y esta vez, la iniciativa privada no podrá ayudar ya que no está autorizada para participar en el proceso de inmunización. El Ejército Mexicano se hará cargo. Ello fue una decisión exclusiva del gobierno federal. Así lo decidió el presidente.
Recientemente AMLO dijo que las empresas privadas no tendrán impedimento alguno para comprar la vacuna contra el COVID-19 en el extranjero y comercializarla en México. No se trata de buena voluntad del presidente. Sabe que por el momento esto es imposible, ningún particular puede adquirir vacunas.
El estado será el encargado de aplicarla. De ahí que diversas voces han cuestionado el manejo que se ha dado a la vacuna. Sean pocas o muchas las dosis que se apliquen, el gobierno ya decidió quiénes y cuáles entidades tendrán prioridad.
La desinformación y la nula coordinación que persisten en el manejo de la vacuna generan desconfianza e incertidumbre en todo #México. Pareciera que no somos prioridad y que compramos los saldos del mercado mundial. Desde la #AF exigimos información clara y certidumbre.
— Alianza Federalista (@AFederalista) December 26, 2020
Sería perverso que ante la tragedia que vive el país, el presidente y su partido (Morena) politicen hasta la vacunación contra el COVID-19. Ya diversas voces han delatado esas intenciones.
El segundo y tercer cargamento de vacunas contra la #COVID19 llegaron en tiempo y forma a la CDMX y Monterrey. Gracias al gobierno de la #4T, el Plan Nacional de Vacunación ya está en marcha y todos tendrán acceso a la salud. #VacunaUniversalyGratuita pic.twitter.com/kQVgr3V7sb
— Morena (@PartidoMorenaMx) December 26, 2020
Los efectos de la pandemia
A la emergencia sanitaria habrá que agregarle la económica.
En 10 meses, el coronavirus ha paralizado la economía de México. Es una de las cinco naciones en el mundo que resultará más golpeada.
En este país se han perdido por lo menos 1.200.000 empleos formales, aunque hay organismos que aseguran que la cifra es mucho más alta. Más de 12 millones de mexicanos han visto afectados sus ingresos. Miles de empresas han cerrado sus puertas para no volver a abrir porque ya no pudieron con los gastos. Este año la economía mexicana tendrá una contracción alrededor de 9 % en el Producto Interno Bruto (PIB), según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y en 2020 un crecimiento de apenas un 3,5 %
El futuro es desolador. El desempleo sigue en aumento. A diferencia de las políticas implementadas en otros países, AMLO se ha negado a ofrecer incentivos a las empresas, siendo las más pequeñas las que más afectadas por los efectos de la pandemia.
De poco sirvieron los 25000 pesos que algunas empresas recibieron hace unos meses. Ni para pagar salarios de una quincena. Los negocios siguen quebrando y por el momento no hay ningún programa que el gobierno federal pretenda implementar para reactivar la economía o ayudar a quienes han perdido su trabajo.
Los discursos oficiales dicen una cosa y la realidad mexicana muestra otra. Por un lado, el triunfalismo gubernamental. Por el otro, la desesperación ciudadana.
La esperanza crece frente a la llegada de la vacuna pero se desvanece ante los señalamientos de manipulación electoral. Ojalá no sea así. Sería aberrante que la mezquindad política estuviera por encima de la salud de los mexicanos.