El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha tratado de ser prudente. O mejor dicho ha evitado meterse en líos. Por eso no ha querido hablar sobre el proceso electoral de Estados Unidos.
“No podemos opinar nada hasta que se termine el conteo y la autoridad correspondiente declare al ganador. Es una elección cerrada, no debemos nosotros dar una opinión, repito, solo desear que las cosas en EEUU sigan ocurriendo en calma como hasta ahora, que está llevándose a cabo el conteo de los votos”, dijo el mandatario mexicano.
Lo único que ha celebrado AMLO es que, por el momento, las elecciones no hayan tenido un impacto negativo en la economía mexicana.
Trump, amigo y candidato de AMLO
Andrés Manuel López Obrador nunca manifestó públicamente su deseo de que Donald Trump fuera electo para un segundo período en la Casa Blanca, no había necesidad de hacerlo.
Ambos presidentes han hablado de su presunta buena relación. Incluso se dicen amigos. Pero no tratan en público ningún asunto difícil, como el muro, la venta de armas, el narcotráfico y los migrantes mexicanos. En esos temas callan, porque saben que tienen enormes diferencias.
En público, las cosas son diferentes, insisten en la amistad y el mandatario mexicano ha estado prácticamente a disposición de las indicaciones o caprichos de Donald Trump.
Visita a la Casa Blanca ¿agenda de trabajo o ajuste de campaña?
En julio del año pasado López Obrador realizó una visita oficial de trabajo a Estados Unidos que incluyó una reunión bilateral con el presidente estadounidense Donald Trump.
Encuentro que el equipo de campaña del mandatario norteamericano, utilizó para promover un video en el que AMLO señala a Trump como “amigo de México”.
Ha sido el primer y único viaje al extranjero que ha hecho López Obrador desde que asumió el poder el 1 de diciembre de 2018. El mensaje fue claro, apoyo incondicional. La instrucción era no tocar ningún tema espinoso. La campaña no lo ameritaba.
Su visita fue muy cuestionada, especialistas en la relación bilateral, legisladores y políticos de oposición dijeron que el momento era arriesgado para el presidente López Obrador y para México.
Eran tiempos electorales y entonces, las encuestas, daban cuenta que Trump iba perdiendo fuerza en la carrera electoral.
Muchos advirtieron al presidente mexicano de los costos políticos si ganaba Joe Biden.
Su estancia en la Casa Blanca, aunque la maquillaran, significaba el respaldo de López Obrador y la evidente influencia de que los mexicanos en Estados Unidos votaran por Trump.
Había favores que pagar. Por ejemplo, en la negativa de México a reducir la producción de barriles de petróleo que determinó —en abril de 2020— la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Aliados (OPEP), Estados Unidos salió al quite y asumió el recorte que la OPEP le exigía a México. El acuerdo salió adelante. México lo compensaría. Pero nunca dijeron cómo o con qué.
Aún no es tiempo de cantar victoria ni de uno ni de otro lado. En esta cardíaca y disparatada elección, el panorama de triunfo se abre cada vez más para Joe Biden, pero aún, puede haber sorpresas. Vendrán litigios y se ve lejana la decisión.
¿Tiempos de reconciliación?
El secretario (ministro) de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard ha dicho que el gobierno mexicano está preparado para trabajar con cualquiera de los dos, Trump o Biden. Nadie podría decir lo contrario. Son tiempos de prudencia y paciencia.
Donal Trump y Andrés Manuel López Obrador se conocen y tienen —en apariencia— buena relación, aunque recientemente y por primera vez AMLO se quejó de que el gobierno norteamericano no le haya informado de la investigación y detención del general Salvador Cienfuegos, en aquel país.
Con Biden las cosas son diferentes. En la visita del año pasado a la Casa Blanca, los demócratas rechazaron el desdén —de parte de López Obrador— al no reunirse con ellos. La campaña de Trump no lo permitía.
AMLO y el demócrata se conocieron en 2012. Biden era vicepresidente y López Obrador candidato, por segunda ocasión, al gobierno mexicano. En ese tiempo, AMLO entregó una carta al vicepresidente norteamericano en donde expresaba la intención de mejorar la relación bilateral más allá del tema de la seguridad.
En el texto, López Obrador conminaba a Biden cambiar el enfoque de combate al crimen por uno basado en la generación de empleos y la cooperación entre ambas naciones.
“En los últimos tiempos, la cooperación bilateral se ha enfocado principalmente a temas de seguridad, sin atender las causas que han originado los problemas de violencia y la creciente migración de mexicanos a los Estados Unidos”.
¿Cumplirá si llega a la Casa Blanca?
En el tema migratorio, López Obrador pidió a Biden convencer a legisladores y funcionarios del Poder Ejecutivo de Estados Unidos para aprobar una reforma migratoria para regularizar la situación de mexicanos que viven en ese país.
Una de las propuestas de campaña de Biden justamente es legalizar a 11 millones de migrantes indocumentados en Estados Unidos.
Hoy, las cosas son diferentes. Han pasado ocho años, López Obrador ya es presidente de México y mantiene “buenas relaciones” con Donald Trump.
Ante el posible triunfo de Joe Biden, el gobierno mexicano tendrá que buscar la reconciliación con el país más poderoso del mundo. Suceso que podría tardar hasta un año en lograrlo, según los analistas internacionales.
El mundo espera la decisión final.