EnglishEl comandante cubano Huber Matos (1918-2014) fue un figura clave en la Revolución cubana. Colaboró en el golpe de Estado contra el Gobierno de Fulgencio Batista (1952-1959) y asistió a Fidel Castro entregándole municiones para derrocar al dictador. Sin embargo, cuando la Revolución se declaró comunista llegó su desencanto. Él la había apoyado en nombre de la democracia y el liderazgo castrista la había abandonado: «Fidel, estás destruyendo tu propio trabajo», le dijo.
Tras las críticas, Castro envió a uno de sus lugartenientes, el jefe del Estado Mayor del Ejército Camilo Cienfuegos, a arrestarlo. Oponiéndose a la opinión de su hermano, Raúl Castro y Ernesto «Che» Guevara, quienes recomendaban ejecutarlo, Castro ordenó su arresto para evitar convertirlo en mártir.
Matos incluso escribió un libro llamado Cómo llegó la noche en donde relata su participación como comandante de la Revolución y su posterior distanciamiento de las acciones de los Castro y sus acólitos.
El Comandante Huber Matos, murió en febrero de 2014 y sus restos reposan en Costa Rica, tal cual era su voluntad. «Quiero hacer mi viaje de regreso a Cuba desde la misma tierra cuyo pueblo siempre demostró solidaridad y cariño, quiero descansar en suelo costarricense hasta que Cuba sea libre y de allí a Yara, a acompañar a mi madre y a reunirme con mi padre y con los cubanos”, dijo al manifestar su deseo de ser enterrado en el país que le dio exilio por primera vez.
Esta líneas de su libro expresan como él, al igual que muchos otros, fueron opositores al régimen cubano, justamente porque lo conocían, porque fueron engañados ante lo que parecía promisorio y terminó resultando en una pérdida de libertad para los cubanos:
“Afirmo ante el tribunal y ante el público que mi posición es diáfana; que en la etapa revolucionaria estuve, desde el comienzo, donde las circunstancias lo exigieron para dar fin a un Gobierno como el de Batista. Con el respaldo de todo el pueblo, asumimos la obligación de restablecer la libertad en el país; fue así como los rebeldes logramos liberar a Cuba de aquel poder despótico y corrupto, llevando la Revolución a etapas transformadoras fundamentales para impregnarla de humanismo y democracia.
Pero puesta en marcha la que suponíamos nuestra revolución, ha tomado otro rumbo. Afirmo que hay engaño a las esperanzas populares; cito las páginas leídas en el periódico del ejército, Verde Olivo, y señalo las designaciones que el Estado Mayor ha hecho en mi provincia, que evidencian la penetración comunista. ¿Para qué se hizo la Revolución desde la sierra Maestra y en todas las calles de los pueblos de Cuba? Por el triunfo de la libertad, la independencia y la justicia social; para crear escuelas; para darle tierra a los campesinos; para hacer valer los derechos del cubano…
Y ahora resulta que todo eso a lo que contribuí de corazón se va transformando en un proceso diferente: en algo perjudicial y desleal para el pueblo de Cuba. Como no me pareció procedente ponerme a conspirar o sublevarme en los cuarteles con los hombres que me hubieran seguido, consideré lo más honesto enviarle una carta privada a Fidel Castro, en la que le digo que si tengo que plegarme a directrices que van en contra del rumbo original de la Revolución, lo consecuente es que no respalde esa situación con mi presencia y me vaya para mi casa. No quiero responsabilizarme, ni ante mi conciencia ni ante el pueblo cubano, con el rumbo que va tomando la Revolución.”
Editado por Adam Dubove.