Muchos dentro y fuera de Venezuela piensan que luego del fallido levantamiento cívico militar del pasado 30 de abril, el gobierno del presidente encargado Juan Guaidó quedó tan debilitado y el régimen usurpador de Nicolás Maduro tan fortalecido, que la lucha democrática se estancó, mientras que la dictadura mafiosa se entronizó. No obstante, a mi modo de ver, esta es una lectura limitada y estática, que no toma en cuenta la compleja y muy dinámica situación venezolana actual que tiende más bien a favorecer, pese al revés táctico de abril, al proceso de cambio emprendido en enero de este 2019.
Es cierto que el dictador Maduro continúa en el poder, que el ansiado quiebre militar dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas no ha sido sustancial, y que las fuerzas de seguridad oficialistas –que cuentan con gran apoyo cubano- están utilizando hoy más que nunca la represión en contra de los mismos militares que se les han volteado, así como hacia los líderes cívicos y políticos democráticos. Según la prestigiosa ONG Foro Penal, actualmente hay 773 presos militares, políticos y de derechos humanos en las cárceles venezolanas, muchos de ellos con visibles señas de tortura de todo tipo.
En particular, Maduro ha ido en contra de los integrantes demócratas de la Asamblea Nacional. De hecho, al momento de escribir estas líneas aún se desconoce el paradero del primer vicepresidente de la AN, Edgar Zambrano, secuestrado el 8 de mayo por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), ente que llevó a cabo la acción valiéndose de una sentencia del ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia, y luego refrendada por la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente. A través de estos organismos al servicio absoluto del régimen, se continúa allanando la inmunidad parlamentaria de diputados. En la actualidad, al menos 31 diputados han sido obligados a abandonar su curul y se encuentran encarcelados o en la clandestinidad, en el exilio o desaparecidos.
Es obvio que el régimen busca acabar con la base legítima del gobierno encargado pero sin meter preso a su presidente Juan Guaidó, al menos por ahora. Por eso, incluso, ha lanzado la propuesta de adelantar las elecciones parlamentarias que oficialmente corresponden para el 6 de diciembre de 2020.
No obstante lo anterior, ni Nicolás Maduro y su dividida cúpula militar están tan fuertes como parece, ni el gobierno del presidente (E) Juan Guaidó está tan débil como hacen creer los del régimen y también muchos interesados de la oposición. Por el contrario: al menos tres factores del contexto nacional tienden a favorecer la posición del presidente Guaidó y a debilitar la del dictador Maduro. Estos factores, estrechamente vinculados entre sí, son los siguientes.
La economía está en el suelo y no deja de deteriorarse
Para los economistas, “la contracción de la economía venezolana es inédita, es raro ver un país con una contracción así sin haber pasado por una guerra o desastre natural”. Tomemos cifras del propio Banco Central de Venezuela (BCV) que es una institución al servicio absoluto de Nicolás Maduro y que por más de tres años no había publicado ninguna cifra económica y que en días recientes lo hizo, según dicen expertos, presionado por Rusia y China que buscan que el régimen emprenda reformas económicas en virtud que la profundización de la crisis venezolana afectará no solo sus intereses, sino también los de sus clientes regionales. Solo con el apoyo del FMI podrían cobrar sus deudas.
El reciente informe del BCV admite que en Venezuela ha ocurrido una catástrofe económica de magnitudes colosales que, además, se ubica antes del inicio de las sanciones comerciales impuestas por el gobierno de los Estados Unidos a la industria petrolera venezolana. Así, ese informe indica que entre el tercer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2018 la producción total del país cayó en 52 %, el sector petrolero se contrajo en 47,4 %, la industria 76,2 %, la construcción 95% y el comercio 79 %. Y por otra parte la tasa de inflación pasó de 181 % en 2015 a 130 000 % en 2018.
Aun cuando estas cifras siguen siendo maquilladas y difieren de manera significativa de las que presentan entes como el FMI o la AN venezolana, demuestran que sigue en marcha el estrangulamiento financiero al régimen que, diga lo que diga, sí le importa y le es necesario para mantenerse en el tiempo.
El catastrófico deterioro social aumenta y por ende el descontento popular
El impacto de la crisis económica es devastadora en la sociedad venezolana y en especial en los más vulnerables. Tomemos como ejemplo solo el caso de los niños. Los expertos insisten en que el país está en riesgo de perder una generación y hasta hablan de genocidio infantil. Señalan que la crisis ha afectado la formación de los niños, generando malnutrición, pobreza, abandono y en varios casos su muerte. Solo entre 2014 y 2015 murieron 290 niños y a inicios del presente junio murieron 6 niños en el hospital de niños J M de Los Ríos, el más grande hospital público de Caracas, mientras esperaban trasplantes de médula ósea.
En las últimas semanas, el deterioro económico y social del país se ha ahondado de manera alarmante porque el régimen castrochavista ha casi inmovilizado al país con fallas en el suministro de gasolina. La empresa estatal PDVSA mantiene cerradas más de 500 estaciones por falta de combustibles. La escasez de gasolina y también de gas ha agudizado la emergencia humanitaria, que de por sí es ya bastante compleja, y está impactando el transporte y la comida. Los que visitan el interior del país reportan pueblos fantasmas, donde cada vez son más escasos los lugares para comprar comida y donde casi no transitan vehículos. En todo el país se incrementó el caos en el transporte público por la falta de unidades en circulación. Lo más preocupante es que según los propios trabajadores de Petróleos de Venezuela, las existencias de gasolina se agotarán en un mes.
Todo esto ha aumentado considerablemente las protestas en toda la nación. De acuerdo al Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, “Venezuela registró un incremento de las protestas de 157 % en los primeros 90 días de 2019 frente al mismo período de 2018, lo que equivale a 69 protestas diarias”. Es tal el descontento popular que el régimen se ha visto obligado a militarizar gasolineras en varios estados, incluida Caracas donde aún la situación no está tan mal como en el interior del país porque el oficialismo ha tratado de que la emergencia no se vea ni se sienta tanto.
Y en su afán de esconder esta y otras situaciones de deterioro y emergencia social, Maduro continúa cerrando medios de comunicación, censurando periodistas, y limitando cada vez más la conexión a internet donde ya existe un bloqueo sistemático. Al tiempo, se ha detectado una fuerte corriente de desinformación y manipulación de noticias por las redes sociales. El oficialismo ha aumentado considerablemente en las últimas semanas la ofensiva propagandista y de noticias falsas en contra de la oposición y del gobierno del presidente Guaidó.
A pesar de todo lo anterior, Guaidó continúa firme movilizándose por toda Venezuela bajo la llamada Operación Libertad y la gente, desesperada, acude en masas a los mítines y concentraciones. Es impresionante. Las actividades continúan en particular en el interior del país, pese a que las circunstancias antes descritas han mermado la capacidad de movilización del propio Guaidó y su equipo, así como la de la población en general. Pero es que el pueblo se encuentra muy descontento y ven a Guaidó como el único líder que es capaz de revertir la situación de una forma pacífica. Ello quedó evidenciado en las más recientes encuestas de opinión pública.
De acuerdo al sondeo de junio de la encuestadora Datanalisis, la evaluación negativa sobre Maduro creció hasta el 84,1 % en mayo de este año. En cuanto a popularidad, mientras la de Maduro apenas alcanzaba el 9,4 % en abril, la de Guaidó pasó de un 37,3 % en febrero a un 40,8 % en abril. Es más, ante la pregunta “si se convocaran nuevas elecciones presidenciales el próximo domingo, ¿por quién votaría?”, la compañía reveló que en febrero el 77,2 % de los encuestados elegiría a Juan Guaidó contra un 22,8% por Maduro. Pero ya para el mes de abril, la situación se habría incrementado a favor de Guaidó y un 81,2% de los encuestados votaría por él.
La situación militar tiende a complejizarse
Los propios sucesos del pasado 30 de abril cuando sucedió el fallido levantamiento cívico-militar para la salida de Nicolás Maduro del poder, ponen de manifiesto que las divisiones dentro de la cúpula cívico-militar que sostiene al régimen son fuertes aunque aún no se haya dado una ruptura aún entre ellas. Y cada día salen a la luz pública más evidencias de que en esa conspiración contra Maduro participaron altos oficiales y civiles del régimen.
En esa operación fallida actuaron gente supuestamente tan leal a Maduro como Manuel Ricardo Christopher Figuera, el general del Sebin que actualmente se encuentra escondido en Colombia y que es buscado por el régimen por haber puesto en libertad al líder del partido Voluntad Popular, Leopoldo López. Desde Colombia, por cierto, este general no sólo ha puesto en evidencia la situación de descontento y fragmentación que vive el sector militar y ha asegurado que continúa existiendo lo que llama una “megaconspiración” contra el madurismo, sino que también le ha dicho públicamente al ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, que es ya la hora de actuar para la reconstrucción del país, y la gobernanza y reordenamiento del Estado. Apelando al liderazgo militar de López, le ha solicitad que dirija el proceso de la transición democrática dada su importante influencia en los soldados en todos los grados.
Por otra parte, la persecución, prisión e inhumana represión y tortura que ha emprendido Maduro contra los militares tras el levantamiento del 30A, ha causado mucho malestar en ese sector. Varios han huido y otros han desertado. El más reciente caso fue el del general de división (Av) Carlos Antonio Seijas García, ex Director del Centro de los Servicios Logísticos de la Defensa Aeroespacial Integral de la Fuerza Aérea Venezolana.
La situación militar es, pues, otro factor que está perjudicando a Maduro y no por casualidad este último mes les ha otorgado a los militares mayores beneficios y públicamente les ha solicitado lealtad. Y tal vez por esa incierta y compleja realidad militar es que el gobierno actual de Cuba ha invitado a la isla esta primera semana de junio a Diosdado Cabello. ¿No será, como ya advierten algunos analistas que los cubanos están pensando en sustituir a Maduro por Cabello para así garantizar la permanencia de la revolución venezolana?
La presión externa sigue y se fortalece
Pese a la sorpresa inmediata, después del 30 de abril el cerco de presión internacional diplomático en torno a Maduro se ha fortalecido, y esto constituye un factor fundamental cuando no se cuenta con la fuerza de las armas. Si bien esos sucesos de abril no dieron al traste con Maduro, sí sirvieron para demostrarle al mundo que la naturaleza totalitaria y criminal del régimen (y sus vínculos con Cuba, Rusia y China, entre otros) es más fuerte de lo que se pensaba. Ello está obligando a una mayor actuación política y diplomática por parte del gobierno de los Estados Unidos y de los demás aliados de Guaidó.
Lo anterior quedó demostrado en la más reciente declaración del Grupo de Lima, mucho más contundente que todas las anteriores (y recordemos que las declaraciones no son meras palabras, sino que conllevan compromisos), así como en las diversas conversaciones entre actores claves e intentos de mediación como el de Oslo. En todos ellos ha salido favorecida la posición política del presidente encargado en cuanto a la ruta trazada (no puede haber elecciones presidenciales sin la salida de Maduro del poder). Tanto así que hasta el Grupo Internacional de Contacto –con una posición diferente y alineada a la del madurismo- se ha venido aproximando a la del Grupo de Lima.
La ardua lucha por la libertad de Venezuela, pues, está lejos de haberse estancado y a su nueva etapa (es decir, después del 30 de abril) Juan Guaidó llega mejor posicionado de lo que creen o desean algunos.