Mientras Nicolás Maduro hace gala y se regocija con la llegada de dos aviones misilistico rusos a Venezuela, luego de la inesperada y veloz visita que realizará a Moscú este fin del 2018 para buscar dinero fresco y apoyo militar que lo siga atornillando en el poder, el dictador venezolano continúa permitiéndole al régimen castrista la casi imperceptible pero feroz penetración que viene realizando desde hace veinte años en todas y cada una de las instituciones venezolanas.
Como todo un imperio, Cuba ha pasado a dominar y subordinar a sus planes e intereses a nuestro país.
Y ello empezó –que nunca se nos olvide- gracias al permiso absoluto que en su momento le otorgó Hugo Chávez, el primer lacayo del imperialismo comunista del siglo XX, quien en el 2000 firmó un acuerdo marco con Cuba mediante el cual se intercambiaba petróleo por especialistas cubanos en distintas ramas.
Lo peor es que esta dominación cubana “permitida” es ahora, después de veinte años, que empieza a ser denunciada con fuerza en la comunidad internacional. La primera semana de este diciembre, fue que finalmente un secretario general de la OEA acusó a “la más larga dictadura del continente de crímenes de lesa humanidad y de exportar violencia a Venezuela y Nicaragua”. Luis Almagro denunció la presencia de unos 46 mil cubanos en la Venezuela de Maduro, “una fuerza de ocupación que enseña a torturar, reprimir y hace tareas de inteligencia”.
Sin embargo, esta audaz y valiente denuncia no ha logrado aún mover ni uno solo de los resortes democráticos que suponemos existen en la región y en la propia Venezuela, pues sus palabras no han tenido mayor eco, sino solo para los cubanos castristas, quienes, como era previsible, desmintieron la acusación.
¿Qué pasa en América Latina y en Venezuela que se mantiene casi en silencio y como si no tuviera importancia el hecho de que Cuba lleva casi 20 años penetrando todas las instancias venezolanas? Es increíble que esto aún suceda, pues ya es conocido por todos la forma como los cubanos operan en el país, monitoreando y decidiendo hasta la identidad de los venezolanos, sus pertenencias y sus movimientos, tanto de los opositores como los seguidores del régimen chavista.
Aun así, son escasas las voces dentro y fuera de Venezuela que alzan el volumen para denunciar la penetración cubana. La mayoría de los gobiernos y de personas con influencia se excusan en lo difícil que es presentar pruebas al respecto, aunque saben bien que si algo han logrado perfeccionar los cubanos es su capacidad de insertarse en la sociedad sin que se les note, peor aun cuando lo hacen desde los cargos directivos de las instituciones.
Es tal la opacidad del régimen chavo-madurista que no es fácil penetrar en los intríngulis del poder y las manos que mueven los hilos desde arriba.
En medio de ese silencio regional y mundial por parte de nuestros “amigos demócratas”, hay que destacar que los Estados Unidos han manifestado su creciente preocupación, al menos desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de ese país.
Voceros de la Casa Blanca han afirmado en días recientes que planean incrementar “por cualquier vía, con herramientas económicas, diplomáticas y políticas”, la presión sobre Cuba, en particular sobre militares cubanos que trabajan con la inteligencia madurista para fortalecer y preservar el actual régimen venezolano.
Y dentro de Venezuela, sin duda hay que destacar y aplaudir los pronunciamientos de María Corina Machado, quien es una de los pocos dirigentes políticos que constantemente denuncia la presencia cubana en Venezuela, así sea sin pruebas en la mano, pero todos en el país saben de la poderosa presencia cubana, desde los registros mercantiles, las oficinas de identificación y todos y cada uno de los ministerios y oficinas públicas, incluso ya tocando los cuarteles.
Hoy día se sabe que los militares cubanos están desde lo alto de comandos militares, bases aéreas, puestos fronterizos e instalaciones petroleras. También son de resaltar estudios periodísticos y académicos como el más reciente del joven venezolano Orlando Avendaño, quien en su libro Días de sumisión evidencia con datos y ejemplos concretos el sometimiento de Venezuela a Cuba.
¿Hasta cuándo los altos jefes militares venezolanos van a seguir sojuzgados por los cubanos? ¿Es tanto el miedo que les tienen? ¿O es a perder las enormes prebendas de las que disfrutan, que van desde el acceso a dólares preferenciales, participación en los negocios de minería y extracción de oro y minerales preciosos, o de contrabando de combustible?
Aún más: ¿hasta cuándo la comunidad internacional, especialmente la latinoamericana, seguirá haciéndose la “vista gorda” ante esta invasión cubana en uno de los países de la región? ¿O es que aquella fascinación por la revolución cubana desde los años sesenta aún surte efectos hipnotizadores en la dirigencia del subcontinente? Preferimos pensar que ya no, pero que nos lo demuestren con hechos.