EnglishEl mundo está atento a la reapertura de la embajada de Cuba en Washington este lunes 20 de julio, y a la de Estados Unidos en la Habana posiblemente dos días después, el 22 de julio, a pesar de que sería ilegal.
Ciertamente, según el escritor cubano Carlos Alberto Montaner, fundamentándose en el editor Mauricio Claver-Carone, “la Ley de Libertad Cubana y Solidaridad Democrática (Ley Helms-Burton) que regula las relaciones entre ambos países, establece dos condiciones muy claras para reanudar los vínculos con Cuba. Primero, el presidente norteamericano debe determinar que en la isla existe un Gobierno electo democráticamente; y, segundo, que hayan sido satisfechas las reclamaciones pendientes por las confiscaciones de propiedades de norteamericanos llevadas a cabo por el Gobierno cubano en los años sesenta del siglo pasado. Ninguna de las dos premisas se confirman en el caso de la dictadura cubana”.
Y sin parar mientes a ese aspecto jurídico, muchos creen, además, que este significativo paso en el deshielo entre los dos países, la reapertura de embajadas, derivará fácilmente en una apertura económica y comercial cubana y, a más mediano plazo, en reformas políticas democráticas. No obstante, los signos y mensajes que está dando el régimen de Raúl Castro, en medio de este proceso de deshielo indican lo contrario; el castrismo, más bien, está dando muestras que lo que está buscando —como siempre— es una apertura económica completamente controlada y a beneficio de sus propios intereses, no de los del pueblo cubano. Y que ni siquiera se plantea una apertura de tipo político.
Entre esos signos, cabe destacar el anuncio formal de la fecha del próximo congreso del Partido Comunista Cubano (PCC), justo cinco días antes de la reapertura de la embajada cubana del aún llamado y criticado Imperio. El presidente de Cuba y primer secretario del PCC, Raúl Castro, dijo que eligió el 16 de abril del 2016 por coincidir esta fecha con el 55 aniversario de la declaración del carácter socialista de la revolución cubana y la fecha fundacional del Partido Comunista.
Algunos no le dan importancia a esta fecha que celebra un nuevo aniversario del famoso discurso de Fidel Castro, pero sí la tiene, y muy significativa, dentro de las nuevas relaciones entre EE.UU y Cuba. Es una forma de decirle al gobierno de Obama que, pese a todo, Cuba seguirá siendo socialista.
Aún más, en la convocatoria del evento se afirma que en el mismo se “precisará el camino para continuar perfeccionando nuestro modelo económico y social y elegirá a los integrantes del Comité Central”. Y con suerte —como estiman algunos analistas— de ese Congreso podrían salir varios de la vieja guardia del Buró Político.
A pocos días de la reapertura de la embajada de Cuba en Estados Unidos, Raúl Castro continua exigiendo condiciones para la normalización plena de relaciones
Pero aunque se retiren, ello no garantiza un cambio de modelo socio-económico en la isla. Como bien declaró Jorge de Armas, del Cuban Americans for Engagement, de Estados Unidos, que promueve un acercamiento entre ambos países, “se suele asociar la salida de los históricos con el fin del proyecto social cubano, mientras analistas, investigadores e incluso miembros de la oposición política proembargo coinciden en que los cubanos quieren cambios pero dentro del sistema político en el cual viven”.
Otra muestra clara que hace dudar de una real apertura —incluso económica— cubana, es el anuncio en el parlamento cubano de que ahora va a analizar la propuesta de entrada de cruceros y ferrys desde Estados Unidos. Si realmente les interesara, hace rato hubiesen autorizado la propuesta. Pero no, y el Gobierno cubano retrasa la medida argumentando que “uno de los mayores problemas que tiene para acondicionar los posibles sitios para la entrada de ferrys y cruceros a la isla es convertir en chatarra los barcos y embarcaciones que están varados desde hace años en esos puertos”.
De hecho, de las 12 compañías que cuentan con permiso de Estados Unidos para operar —Cuba no se ha pronunciado aún sobre esto— ninguna ha anunciado cuando va efectivamente a operar. No hay fechas reales porque, como bien reconoció recientemente Scott Laurence, vicepresidente de planificación de la empresa aérea JetBlue, “con Cuba todo es incierto, porque no disponemos de datos previos que nos aporten seguridad”.
Cabe añadir a todo lo anterior que, a pocos días de la reapertura de la embajada de Cuba en Estados Unidos, Raúl Castro continua exigiendo condiciones para la normalización plena de relaciones diplomáticas. El pasado 15 de julio insistió en que “no es posible concebir” relaciones normales con EE.UU. mientras persista el “bloqueo” a la isla y afirmó que esperaba que su homólogo Barack Obama utilizara sus facultades ejecutivas para desmantelar aspectos de esa política. También volvió a señalar que para normalizar totalmente los vínculos bilaterales con Washington sería necesario que EE.UU. devolviera a la isla el territorio “ilegalmente ocupado” por la base en Guantánamo.
Puede que no le falte razón a la hija de Raúl Castro y sobrina de Fidel, Mariela Castro, cuando afirma —y no es la primera vez que lo hace— que el régimen cubanocastrista no cambiará ni con este ni con ningún deshielo con los Estados Unidos, al menos a corto y mediano plazo.