El reciente anuncio hecho por la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, de abrir próximamente una embajada de Palestina en Venezuela, puso en evidencia la política iniciada varios años atrás por el fallecido presidente Hugo Chávez, que está orientada a estrechar los vínculos con Palestina y su causa, lo que per se, no es reprochable, y va en acuerdo con las resoluciones de la ONU.
El problema es que lo hizo en detrimento de las buenas relaciones que siempre sostuvo Venezuela con todas las naciones del Medio Oriente, incluyendo Israel.
No parece casual que desde que el Gobierno chavista se convierta a Israel en el blanco de sus mayores denuestos –a la par de los dirigidos a Estados Unidos–, y que haya roto relaciones con ese gran país. Se han multiplicado las visitas de los altos funcionarios de Palestina a Venezuela, comenzando con las tres visitas que en seis años ha realizado el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, quien se entrevistó dos veces con Hugo Chávez, en 2009 y 2011.
En esta última oportunidad, el palestino visitó Venezuela para solicitar su apoyo en el 66º período de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que fuera reconocido internacionalmente y su admisión como miembro de pleno derecho de esa organización.
Abás ya sostuvo también la primera reunión oficial con el presidente Nicolás Maduro, en mayo de 2014.
Durante todas estas visitas presidenciales, como es habitual en estos casos, se firmaron varios acuerdos de cooperación en diferentes áreas, que van desde lo económico, cultural, energético, educativo, político y de turismo.
A pesar de que no se conocen cifras oficiales, algunas informaciones dan cuenta de que en Venezuela habitan poco más de un millar de palestinos
Sobre el desarrollo o la puesta en práctica de los citados acuerdos, tampoco se tiene ninguna información oficial, pero eso no es raro en Venezuela, donde la opacidad gubernamental es la norma y no se dispone de información clara y fidedigna acerca de la mayoría de los asuntos gubernamentales, como bien lo ha expuesto la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.
En el capítulo IV de su informe anual 2009, se destaca “la falta de información y acceso a las fuentes oficiales denunciadas por diversos sectores de la sociedad civil, y que la CIDH ha podido corroborar en la búsqueda de estadísticas oficiales”.
El casi paralelismo que se produjo entre el brusco rompimiento de relaciones entre Venezuela e Israel, y el progresivo acercamiento con Palestina, tuvo sus comienzos con diferentes, pequeñas y aisladas acciones, que evidenciaban un antisemitismo nada sutil por parte del Gobierno venezolano, aun cuando las declaraciones oficiales decían lo contrario.
En los primeros años de Gobierno de Hugo Chávez, se produjeron actos vandálicos en sinagogas de la ciudad de Caracas, así como manifestaciones antijudías, expresadas en graffitis y en algunas manifestaciones de calle.
Como bien señala Heinz Sonntag, en un trabajo publicado en el diario El Nacional, el antisemitismo es una actitud totalmente ajena a la población venezolana, que desde el arribo de los primeros judíos al país, les habían aceptado sin restricciones. Sin embargo, las primeras manifestaciones públicas de antisemitismo se producen con la presencia y opiniones del reconocido antisemita argentino Norberto Ceresole, asesor del presidente Chávez, desde antes de su arribo a la presidencia.
A la muerte del argentino, el 4 de mayo de 2003, las posiciones antijudías comenzaron a manifestarse en la televisión oficial, Venezolana de Televisión y la prensa del régimen, los diarios Vea y Correo del Orinoco, hasta llegar al discurso presidencial, como se evidenció cuando Chávez dijo, el 24 de diciembre de 2005 – fecha emblemática porque se conmemora el nacimiento de Jesús para la fe occidental – al referirse a los judíos como “ los que han matado a Cristo y se han apoderado de las riquezas”.
Algo llama la atención en estas citas oficiales, y es la carencia de verdadera información acerca de los acuerdos a los que se llega
Sus manifestaciones antisemitas no se escondieron, y durante una visita a Caracas del presidente de Siria. Bashar Al Asad, se refirió a Israel como “ el brazo asesino del imperio yanqui”.
Este antisemitismo tuvo su punto más alto con la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, ordenada por Chávez el 14 de enero de 2009, luego de la incursión del país hebreo en la Franja de Gaza, en diciembre de 2008. Entonces, el Jefe de Estado venezolano afirmó que “el repugnante ensañamiento contra la población civil es fiel ejemplo de la utilización reiterada del terrorismo de Estado, por parte de Israel”.
Fue precisamente a partir de 2009 cuando Hugo Chávez inició una cercana relación con Palestina, que se inaugura con la apertura en la capital venezolana de una embajada, en abril de ese año, y con la ya comentada primera visita oficial del presidente palestino Mahmud Abás, en noviembre del 2009. Allí comenzaría una relación entre los dos países, cada vez más estrecha.
Así como Abás fue a Venezuela en tres oportunidades, igual número de visitas ha realizado su canciller, ya sea como preámbulo para la llegada de su presidente o a título individual, como la más reciente, efectuada del 19 al 22 de mayo de 2015. Algo llama la atención en estas citas oficiales, y es de nuevo, la carencia de verdadera información acerca de los alcances de estas reuniones y de los acuerdos a los que se llega.
La semana pasada, la prensa venezolana dio cuenta de los motivos de la cita oficial, y señaló la revisión de la relación bilateral, el avance de los convenios firmados, y su asistencia a una reunión de embajadores palestinos en América.
Esta cita ya debió realizarse, pero no ha trascendido la más mínima información al respecto, lo que demuestra, una vez más, la falta de transparencia en las actuaciones gubernamentales.
Muchas interrogantes se plantean en estas atípicas relaciones que mantiene Venezuela con algunas naciones del Oriente Medio. No son pocos los analistas que ven en la conexión con Irán y con Palestina oscuros intereses, que van más allá del desconocimiento del Estado de Israel.
No podemos olvidar que en Palestina conviven dos concepciones de política: la representada por Al Fatah, considerada como moderada por algunos; y el actual grupo dominante, Hamás, que nunca ha ocultado su visión terrorista y su ambición de desaparecer a Israel.
Incluso, personalidades tan reputadas como Robert Morgenthau, exfiscal de Nueva York, académico e investigador, no ha dudado en alertar acerca de los peligros que significa el acercamiento de Venezuela a Irán y al grupo Hamás, por sus supuestas vinculaciones de éstos con el tráfico de drogas como financiamiento de sus actividades.
Lo conducente sería que, más allá de las circunstancias que han vivido tanto Israel como Palestina, el papel de Venezuela se enfocara en poner en práctica la Resolución de las Naciones Unidas sobre la necesidad de la existencia de dos naciones, con plenos derechos, una Israel y la otra Palestina y hacer así realidad los deseos de la gran mayoría de naciones, entre ellas el Vaticano. Durante la visita que le hiciera el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, el papa Francisco manifestó su deseo de que “ israelíes y palestinos “puedan reanudar las negociaciones directas entre las partes para encontrar una solución justa y duradera al conflicto”.