
EnglishCon el título de este artículo no me refiero a las diez millones de cartas de venezolanos (de las cuales el régimen dice que ya tiene 6,2 millones de firmas, en todo caso la mayoría de ellas suscritas en forma obligatoria, especialmente en escuelas e instituciones públicas) que pretende llevar Nicolás Maduro a la próxima VII Cumbre de las Américas de la Organización de Estados Americanos (OEA) a celebrarse en Panamá, solicitando al Gobierno de Barack Obama que derogue su Orden Ejecutiva del pasado 9 de marzo que sanciona a siete funcionarios chavistas directamente responsables por las muertes, persecuciones, torturas y abusos de jóvenes inocentes por protestar pacíficamente.
Me refiero a las numerosas cartas abiertas y debajo de la manga que se suelen llevar a todo evento internacional como este, que brinda la oportunidad de reunir y de interactuar a gobiernos, organizaciones y personalidades de una región.
De hecho, en esta nueva Cumbre habrá varios escenarios para que los diversos actores presenten sus cartas contentivas de sus intereses, necesidades y posiciones. Además de la propia Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que se reunirán el 10 y 11 de abril, bajo el tema central de “Prosperidad con Equidad: El Desafío de la Cooperación en las Américas”, se realizarán paralelamente los foros de la Juventud, la Sociedad Civil, de los Empresarios y de los Rectores de las Américas.
Pero también tendrán lugar dos “cumbres alternativas” que no forman parte del evento oficial y que lideran los grupos de la izquierda radical de la región: la Cumbre de los Pueblos y la V Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, donde se reivindicará la cultura aborigen y se denunciarán los “abusos” cometidos contra los pueblos originarios.
Las principales cartas, sin duda, son las que llevarán los Gobiernos de los Estados Unidos, Cuba y Venezuela. Y la opinión pública de esos países y del resto del hemisferio, así como actores extra continentales interesados –en especial China, Rusia, Irán y los europeos más occidentales–, desde ya están atentos en cómo serán jugadas y cuáles resultados producirán.
Para algunos analistas, el Gobierno de los EE.UU es el que corre más riesgos en la partida, porque puede sufrir una emboscada por parte de los de Venezuela y Cuba
No es por mero show mediático como piensan muchos, sino porque este juego entre los tres constituye una medición de fuerzas políticas que tendrá efectos positivos y negativos tanto al interior de esos países, como en toda la política hemisférica.
Para algunos analistas, el Gobierno de los EE.UU es el que corre más riesgos en la partida, porque puede sufrir una emboscada por parte de los de Venezuela y Cuba, que a pesar de tener en este momento comportamientos y estrategias diferentes (el de Venezuela se muestra radicalizado y el de Cuba abierto y negociador), están alineadas política e ideológicamente y quieren debilitar y poner contra la pared a la administración Obama.
Para otros, en cambio, es el Gobierno venezolano el que sufriría una celada por parte de los Gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro, quienes están entendidos aunque por razones distintas y por tanto buscan en la Cumbre disminuir y controlar a Nicolás Maduro, a quien consideran que se ha pasado de la raya. Para EE.UU., Maduro se ha extralimitado por razones más principistas (violaciones flagrantes a los derechos humanos y la constitución, vínculos con el narcoterrorismo), y para Cuba por causas más pragmáticas (ya no tiene más petróleo y dinero que ofrecerle porque va camino a la ruina total). Veremos en el desarrollo de la Cumbre cuál grupo de analistas tiene la razón.
Todo dependerá cómo se muevan las alianzas de cada gobierno. Los de Maduro y Castro llevan, en principio, más aliados, empezando por los 16 países de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA); mientras Obama tiene muchos menos.
Pero lo importante es que aún cuando este no es un juego definitivo, el o los ganadores de esta medición de fuerzas en la Cumbre de Las Américas incidirán en el devenir de la política regional. En otras palabras, si el péndulo político continúa por un tiempo más a favor de los Gobiernos autoritarios de izquierda, aunque la mayoría estén pasando fuertes crisis económicas y políticas; o si se inclina hacia los Gobiernos democráticos de centroderecha o de centroizquierda.
Los grupos de la sociedad civil de varios países, en particular de Cuba y Venezuela, le recordarán a los jefes de Estado y que la Carta Democrática Interamericana existe
La otra gran carta que se juega en esta Cumbre de Panamá, es la propia Carta Democrática Interamericana, herramienta jurídica fundamental del sistema interamericano, suscrita por los miembros de la OEA en 2001 pero que ha pasado a ser prácticamente letra muerta. Los Gobiernos evitan nombrarla y se hacen los locos cuando la oyen nombrar: pese a ello, estará presente en la Cumbre.
Los grupos de la sociedad civil de varios países, en particular de Cuba y Venezuela, le recordarán a los jefes de Estado y Gobierno que existe y que la deben invocar. En el caso del Gobierno de Venezuela, porque ya perdió su legitimidad de origen en el transcurso de su gestión y muestra en exceso una alteración del orden constitucional que afecta gravemente su sistema democrático; y en el caso de Cuba, debido a que aún no se ha comprometido realmente con las prácticas, principios y propósitos de la OEA y sus normas.
Si los Gobiernos presentes en esta VII Cumbre continúan haciendo caso omiso a las solicitudes y peticiones de la sociedad civil latinoamericana, la ya agónica OEA pasará ostensiblemente a su fase terminal, como siempre lo quisieron Fidel Castro y Hugo Chávez. Veremos.