EnglishEl pasado viernes, el Presidente de Venezuela Nicolás Maduro perdió una excelente oportunidad para intentar persuadir a la opinión pública internacional sobre su supuesto gobierno democrático y pacífico, pero tan devaluado en las últimas cuatro semanas. La forma violenta y abusiva en la que la Guardia Nacional Bolivariana, agentes de inteligencia (SEBIN) y bandas paramilitares chavistas han actuado frente a las protestas, así como su errática conducta exterior que lo llevó a expulsar del país a la cadena CNN en Español y otros medios internacionales, a romper relaciones con Panamá, a desmejorar aún más los nexos con los Estados Unidos, y a rechazar cualquier colaboración de la OEA en beneficio del diálogo nacional son algunos de los acontecimientos que han puesto en duda la naturaleza democrática de este régimen.
La oportunidad no podría haber sido mejor. El programa de la reconocida periodista Christiane Amanpour, corresponsal en jefe y presentadora de la cadena televisiva CNN Internacional, es uno de los más vistos y apreciados en los Estados Unidos y el mundo entero por su profesionalismo y objetividad. Sin embargo, Nicolás Maduro mostró en la entrevista precisamente su obstinación autoritaria, además de su enorme falta de preparación intelectual y de expresión verbal. Su conducta no hizo sino reforzar las dudas en torno a su gobierno “revolucionario” que prevalecen en la comunidad internacional desde el inicio de su cuestionada presidencia el pasado 14 de abril de 2013.
Con una escasez evidente de carisma y vuelo personal — con los que contaba su mentor Hugo Chávez —, el presidente Maduro no pudo responder con argumentos sólidos a las informadas preguntas que Amanpour y se limitó a negar, sin muchas explicaciones, todo lo que se le preguntaba.
De tal forma, rechazó que no hubiese libertad de expresión en Venezuela, que los medios internacionales y CNN no fuesen bienvenidos por su gobierno, que los periodistas y estudiantes hubieran sido agredidos por las fuerzas militares y policiales del Estado y, por supuesto, que en el país existiese una situación de insatisfacción, caos y de violación constante a la constitución y derechos humanos. Todo lo contrario, el mandatario aseguró que “llevamos quince años de revolución democrática, constitucional y pacífica”; al tiempo que recordaba la importancia del sufragio como elemento principal del proceso bolivariano.
En su opinión, toda la culpa de las actuales protestas violentas “es de una minoría de la oposición” a la que calificó de “fascista”, y a la que considera liderada por el recién apresado dirigente opositor Leopoldo López. De allí que ante la pregunta de si dejaría en libertad al líder del partido Voluntad Popular, Maduro haya afirmado que López “trazó una ruta para derrocar al gobierno de forma violenta y por eso fue a prisión”; por tanto su salida de la cárcel “está en manos de la Fiscalía y los tribunales”.
También el mandatario negó que en el país hubiese una grave crisis económica. Apenas reconoció que tenía “algunos problemas” como otros países; pero que en los últimos 15 años Venezuela había tenido un gran proceso de expansión que incluía el crecimiento notable del PIB. Además, que la culpa de esos problemas se debía al “capitalismo salvaje” que su gobierno intentaba superar con el modelo económico socialista “en construcción”, así como a “la guerra económica” que había llevado a cabo el sector privado nacional.
En la entrevista con la periodista estrella de CNN Internacional, Maduro incluso negó que existieran malas relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. “Son muy buenas”, afirmó; aunque destacó que existe una “poderosa élite” que busca la hegemonía política y el control económico de América Latina. Y como era de esperar, de igual forma rechazó la posibilidad de una mediación desde el extranjero: “Venezuela no necesita tener ninguna mediación… Creo que lo que requiere es colaboración. Aquí no hay una Venezuela desesperada; quizá sea la imagen que proyecten al exterior para tratar de golpear desde el punto de vista moral una revolución a favor de los humildes”, afirmó
Ante tales respuestas de negación permanente, Christiane Amanpour finalizó la entrevista preguntándole sobre cómo duerme en las noches y, como era de esperar, el Presidente le aseguró que lo hace muy bien, y que tiene “tranquilidad espiritual” porque está cumpliendo con “el legado de Hugo Chávez”.
Las críticas nacionales que obtuvo Nicolás Maduro tras la entrevista fueron numerosas. Ello seguramente explica que dos días después de la misma la haya cuestionado públicamente argumentando que la periodista de CNN — que en su opinión pertenece a “la gusanera” de Miami — había editado su entrevista cortando “cosas claves que yo respondí”, que habían grabado 50 minutos y sólo había transmitido 30 minutos.
Además, calificó de “provocación” el hecho de que durante el programa la corresponsal del canal internacional hubiese sacado un fajo de billetes de 20 bolívares para ilustrar la alta inflación existente en el país y le preguntara al respecto. Para Maduro, ello fue una falta de ética y le hizo preguntarse si le habría hecho eso al presidente Barack Obama.
Es obvio que el Presidente no sabe lidiar con la prensa libre y menos con una periodista veterana como Amanpour, quien en su larga trayectoria ha puesto a sudar a varios mandatarios y líderes mundiales.