EnglishPhil Jackson Ibargüen es un joven futbolista oriundo de Itsmina (Chocó) que jugaba como delantero del equipo bogotano de Santa Fe, cuando cayó en manos de personas inescrupulosas que lo dejaron semiesclavizado en Bosnia Herzegovina durante cuatro años.
Se suponía que se había ido con un contrato de año y medio firmado para jugar en el Laktasi Fk, pero después de 4 meses dejaron de pagarle. Luego jugó en varios equipos europeos, pero durante el tiempo que duró atado a Europa, ningún club profesional de fútbol le cumplió con la totalidad de los salarios, y además, retuvieron su pasaporte.
“Me tocaba salir y hacer lo que apareciera, vivir el día a día, porque no podía quedarme sentado en casa viendo la necesidad que había y dejar que mi familia aguantara hambre. Si me tocaba descargar camiones, lo hacía, si me tocaba ir a trabajar a fincas, lo hacía”, cuenta Ibargüen.
Después de pasar miles de dificultades, en 2013 le salió una propuesta para trabajar nuevamente en Colombia. Se salió con la suya y regresó al país solo, dejando lejos a su familia porque no tenía dinero para traerlos. Al final ese contrato jamás se llevó a cabo; y al ver que jamás podría volver a ver a su esposa e hijos decidió denunciar ante el Ministerio de Trabajo que había sido víctima de una red de trata de personas.
Nueve meses después logró reunirse con su familia gracias al apoyo de una fundación, y aunque es algo que todavía lo llena de dicha, se siente triste de saber que han pasado dos años desde que instauró la denuncia penal en la Fiscalía y todavía no sabe qué ha pasado con su caso.
“Me gustaría que repararan el daño que me hicieron. Ellos acabaron con mi carrera, han sido muchos años de lucha y yo no he podido devengar un salario digno con todo lo que aconteció allá”, dice el futbolista, que hoy en día está desempleado.
Aunque el caso de Ibargüen es algo particular, es un ejemplo de como mujeres y hombres salen todo el tiempo del país sin saber que serán explotados laboralmente. Generalmente las mujeres se ven obligadas a ejercer la prostitución, o son víctimas de matrimonios serviles; usadas como niñeras y empleadas del servicio doméstico. Los hombres, en tanto, son usados para desempeñar diferentes trabajos forzados en otros países, muchos de ellos ligados al narcotráfico.
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El Comité Interinstitucional para la Lucha contra la Trata de Personas en Colombia ha reportado que cada año son atendidos mínimo 60 casos en el país, la mayoría por explotación sexual, seguida por la explotación laboral y el matrimonio servil.
En lo que va de 2015 ya son 28 los casos atendidos por esta institución, pero las cifra es más alarmante si se tiene en cuenta que según reportes de Naciones Unidas para la Defensoría del Pueblo, entre 2010 y 2014 se registraron 155 casos de trata de personas en Colombia, de los cuales 112 están relacionados con la trata para fines de explotación sexual y 43 en la modalidad de trabajo forzado. Las cifra del Comité ha empezado a evidenciar que el fenómeno es más grande de lo que se creía hasta hace algunos años.
Asimismo, durante este año, la Defensoría del Pueblo ha realizado el acompañamiento humanitario y la orientación jurídica a 32 víctimas del delito de trata de personas, lo cual han dicho, supone que en solo 7 meses ya se ha superado el promedio anual de los últimos cinco años.
“El tema de cifras en trata siempre es un problema, porque no hay sistemas de información que consoliden las cifras de víctimas, y existe desconocimiento por parte de los funcionarios. A veces la trata es referida como otro tipo de delito, y para las víctimas también es muy difícil reconocerse como tales. Después de vivir una condición de explotación tan severa, no es fácil salir a contárselo al mundo”, explica Carolina López Laverde, coordinadora del programa de Lucha Contra la Trata de Personas de la Organización Internacional para las Migraciones —OIM.
Por su parte, esta institución tiene registradas entre 2012 y el 2015 más de 130 casos en Colombia. “Se supone que la OIM atiende a una de cada siete víctimas, pero por los relatos se sabe que donde ellas están hay otras personas siendo explotadas. Tenemos otro estimado y es que por cada persona que escapa puede haber 15 o 20 personas siendo explotadas laboralmente”, dice López.
La trata interna
Según diferentes investigaciones, se ha establecido que los departamentos más afectados por la trata de personas son Valle del Cauca, Antioquia, el Eje Cafetero y Cundinamarca. Pero no solo se trata de lugares de los que salen víctimas hacia otros países; para empeorar el panorama, se ha empezado a investigar un creciente número de casos de trata interna.
Según el Informe Mundial de Trata de Personas del Departamento de Estado de Estados Unidos, que recientemente puso a Colombia en el segundo puesto en este flagelo por la falta de compromiso contra la trata interna y las dificultades de las víctimas para acceder a la justicia, hay altos índices de prostitución infantil en zonas de turismo y zonas de grandes industrias extractivas, y la trata sexual en zonas mineras suele involucrar a grupos delictivos organizados.
“Muchas de las víctimas se encuentran en la minería, la agricultura y el servicio doméstico, y a estas se le suman menores de edad que trabajan como vendedores ambulantes, o ejercen la mendicidad forzada en zonas urbanas”, dice el informe. Además, alerta que grupos armados ilegales reclutan a menores por la fuerza para servir como combatientes e informantes, para cultivar drogas ilegales, o para ser explotados en la prostitución.
“Hay un voz a voz, las instituciones los saben y se conoce que a veces las redes comienzan internas y luego se vuelven trasnacionales, pero es muy difícil saber cuántas hay en el país porque la información es confidencial, no hay capturas y no hay información pública”, explica Carolina López.
En cuanto a las redes externas, los destinos detectados a donde van a parar colombianos son Panamá, Trinidad y Tobago, Ecuador, Argentina (donde hay muchos casos de hombres) y China.
Según la OIM, muchas mujeres de Buenaventura son explotadas en Trinidad y Tobago: atraviesan la frontera por Cúcuta, pasan a Venezuela y salen en chalupa o barcas. Para Panamá suelen salir mucho por el aeropuerto de Pereira. “A veces se ven los aviones llenos de niñas, y uno sabe que ahí hay algo sospechoso”, dice López.
“La dinámica hace unos años era más hacia Asia, pero ahora nos estamos colando a países de la misma región, es más fácil porque se atraviesan las fronteras de manera terrestre ya sea regular o irregularmente”.
Recientemente también se ha detectado que Colombia es destino para indígenas ecuatorianos que venden mercancía en las calles o sirven para el servicio doméstico.
Por su parte, Naciones Unidas tiene identificadas cerca de 510 rutas para el tráfico de personas, de las cuales los colombianos han resultado víctimas de este delito principalmente en Argentina, México, Ecuador, Paraguay, Perú, Costa Rica, Trinidad y Tobago, Brasil, Indonesia y China.
Las condiciones están dadas para que cualquier persona caiga
Según López, las mujeres son las más afectadas por la trata de personas en Colombia, sobre todo en la modalidad de explotación sexual. Por lo general las víctimas pertenecen a contextos de condiciones económicas complejas, bajos niveles de estudio, son mujeres madre cabeza de hogar y embarazadas sobre la adolescencia. Esa es otra alarma recientemente detectada por la OIM: el embarazo adolescente genera muchas cosas, y entre esas, ser víctimas de trata de personas.
Sin embargo, la funcionaria afirma que también ha habido casos de mujeres raptadas mientras se movilizaban en transporte público, pues cumplen con las características e ideales de belleza que los hombres prefieren en el exterior.
De todas maneras, lo más común es que las personas caigan al ser engañadas por familiares, amigos cercanos y otras personas que se ganan su confianza en muy poco tiempo.