EnglishEl pasado miércoles 22 de abril se sentó un precedente sobre la educación en Colombia. Más de 300 mil maestros (prácticamente todos los que están al servicio del Estado) se declararon en huelga y anunciaron un paro indefinido que duró 15 días, tiempo en el que más de nueve millones de niños dejaron de asistir a clases en todo el territorio nacional. El paro fue convocado por la Federación de Educadores de Colombia (Fecode) para presionar al Gobierno a negociar un pliego de peticiones, que en el fondo demuestran que el sistema educativo del país “desde hace rato está en crisis”, como tanto lo han reiterado en los últimos años.
En Colombia hay 12.845 colegios públicos y 9.530 privados y las diferencias en infraestructura, pedagogía e involucramiento de los padres de familia son muy marcadas. Los jóvenes que se gradúan de colegios privados salen con más herramientas para abordar la universidad, a diferencia de los otros que estudian en colegios oficiales, que son la mayoría.
Desafortunadamente esto se ha visto reflejado en las pruebas PISA, en las que los bachilleres colombianos han ocupado reiteradamente los últimos lugares. En el 2014, Colombia quedó en el último puesto de la clasificación entre los 44 países evaluados (con 344 puntos). La prueba evalúa la capacidad de resolver problemas que se presentan en la vida cotidiana.
Las causas que generan este tipo de resultados son muchas.
Lo primero es la metodología
Para empezar “hay que dejar de trabajar en la promoción en términos cuantitativos y empezar a promocionar al ser humano”, dice Héctor Orobio Ocoró, maestro pensionado que ha trabajado como docente del Gobierno toda su vida y que preside un grupo de investigación para asesorar docentes sobre nuevas pedagogías que permitan mejorar la calidad de la educación. Para él, esta debería ser entendida como “la capacidad de generar un despliegue multilateral de las capacidades del hombre, teniendo en cuenta su forma de ser y su entorno”.
“Hoy en día salen los muchachos a la universidad a hacer trabajo mecánico, porque no saben ni interpretar un texto, y eso no le sirve al país. Se necesita que ellos produzcan y sean capaces de inventar soluciones y de participar en procesos sociales”.
“El desarrollo del pensamiento se debe tomar en la perspectiva de construcción de conocimiento y eso se hace fomentando el desarrollo de la curiosidad. La escuela paulatinamente ha ido frenando a sus estudiantes, y el problema es que el desarrollo de la imaginación es definitivo en los procesos de conocimiento”, explica Orobio.
Otro problema que plantea es que los pénsums no están bien diseñados, porque solo se busca que el estudiante repita lo que el profesor le dice y no hay tiempo suficiente para estimular el proceso creativo.
El contexto social y problemas familiares
“Alguna vez hicimos una investigación sobre qué consideraban los niños que era un problema y la respuesta más común fue ‘problema es cuando mi papá llega borracho a la casa y le pega a mi mamá’. Un niño que llega a la casa con esos problemas es muy difícil que aprenda cualquier cosa”.
Asimismo, la participación de los padres de familia en los procesos de formación también es vital.
“Los padres de familia lo que necesitan es que el niño esté en el colegio para que se lo cuiden mientras él trabaja, pero no hay una relación intima con el colegio en términos del desarrollo de sus hijos. Hay familias incluso que son resistentes a los cambios que se proponen en la organización”.
Y esto también ocasiona que los niños no sientan compromiso por aprender y ser mejores cada día.
“Hay muchos niños que no tienen ganas de estudiar y creen que sólo vienen a divertirse, pero esto pasa porque no tienen las bases de casa para ser excelentes profesionales. De un salón de 40 estudiantes hay 10 que tienen ganas de estudiar y presentan buenos trabajos”, dice Arcelia Suárez, maestra que lleva trabajando 30 años en colegios privados y oficiales.
Según cifras del Ministerio de Educación Nacional, de 100 menores que ingresan al sistema educativo, en la zona urbana, 18% ya han desertado cuando alcanzan los 18 años de edad, mientras en la zona rural dicha cifra alcanza el 52%. Esto se debe a la inseguridad, la violencia, el hecho de tener que empezar a trabajar y el embarazo adolescente, entre otras razones.
Falta de respaldo del Gobierno
La mala infraestructura y ubicación de los colegios, la deficiencia en el acceso a internet y los bajos salarios de los maestros juegan en su contra para que desarrollen un buen rol como educadores.
“Por ejemplo, se han construido ‘megacolegios’; eso es un avance, pero hay algunos que no tienen espacios de recreación. ¿Con 45 o 50 estudiantes que vienen con cualquier clase de problemas, cómo hacen los maestros?, dice Héctor Orobio.
Según Arcelia, sucede también que se ha demeritado la profesión del docente. Según ella, la entrada de profesionales de otras áreas en el campo de la docencia es “un error gravísimo”, porque no saben enseñar y las directivas no entienden los roles de los salones de clase. Desde hace unos años, debido al déficit de maestros, el Gobierno ha dado la oportunidad a personas de otros campos profesionales para que ejerzan un papel en el sector educativo.
Otra de las desventajas es que ningún niño puede perder el año, así que en realidad no sirve de nada otorgar buenas o malas calificaciones. Y por si fuera poco, a los maestros también les da miedo reprender a sus alumnos. “Hoy en día hay que someterse casi que a lo que el estudiante dispone porque si no lo demandan a uno y hasta le abren a uno un proceso disciplinario”.
Por eso Héctor Orobio señala que para cambiar el sistema educativo del país se necesita persistencia, disposición hacia el cambio y compromiso para aprender cosas nuevas cada día. Esto lo dice, entre otras cosas, porque también le parece que las facultades de educación no están encaminadas a promover el aprendizaje en un sentido global, como se mencionó anteriormente. “La formación de maestros no es lo suficientemente buena para que se trasforme la practica educativa y la calidad de la enseñanzas”.
El tema de los salarios ligado a la evaluación de docentes
Uno de los principales problemas del sistema educativo es que “hay un sistema de evaluación perverso que tiene el Gobierno”, dice William Agudelo, presidente de la Asociación Distrital de Educadores (ADE), y pone el ejemplo de la última convocatoria pública para docentes en la que “de 40 mil no pasaron sino 1.400”, y que según dice “no pasan es porque eso está ligado a la disponibilidad presupuestal del Gobierno”.
Al parecer, esta prueba de la que depende el aumento salarial de los maestros, es imposible de pasar porque hay que alcanzar mínimo 80 puntos sobre 100, y las preguntas, según dicen, están diseñadas para que nadie sepa como responderlas.
“La ministra liga la calidad con el tema de la evaluación pero no tiene en cuenta que nosotros somos los profesionales más evaluados de este país”, argumenta William Agudelo.
En promedio, un maestro en Colombia estudia cinco años en una universidad para graduarse como licenciado, luego cursa un postgrado, y después puede hacer una maestría. El pleito por el aumento del salario también tiene que ver con todo este tiempo invertido es su preparación.
Un docente profesional que hubiera ingresado al magisterio antes del 2002, empezaba ganando el equivalente actual de 1.200.000 pesos mensuales (alrededor de 600 dólares) y culminaría su vida laboral con un salario de 2.700.000 pesos (1.350 dólares). Para quienes ingresaron después de ese año la situación es similar si no tienen maestría aunque mejora un poco si ya la culminaron. Eso implica que quien tuviera maestría hoy ingresaría al magisterio con un salario apenas cercano a 1.600.000 pesos. El promedio de los maestros en Colombia gana un salario algo inferior.
Sin embargo, vale la pena aclarar que los maestros que trabajan al servicio del Estado no están en contra de los colegios privados, de hecho, los que tienen un horario flexible también trabajan en estos para obtener más ingresos.
“La comparación la estamos haciendo con lo que gana un funcionario publico con maestría en otros departamentos del Estado”, explica Ricardo Carrillo, un joven de 25 años que lleva cinco en el magisterio.
Además hay que tener en cuenta que los sueldos en los colegios privados suelen ser incluso menores. ” Además se trabajan más de ocho horas (las legales de una jornada laboral en Colombia) y no hay ninguna estabilidad”, dice William Agudelo.