
Mientras que algunos actores se manifiestan sin reparos en favor del proceso político económico argentino, como es el caso de Guillermo Francella, quien hasta expuso desde sus ficciones las problemáticas locales que empiezan a superarse), otros siguen sumados a la cantinela kirchnerista. Sin embargo, algunos quieren oscilar entre lo políticamente correcto, sin ser asociados ni con el gobierno ni con el kirchnerismo. El problema es que, cuando buscan tomar distancia del oficialismo, lo hacen con argumentos burdos y terminan haciendo papelones.
Este fue el caso de Ricardo Darín, en boca de todos recientemente por el éxito del Eternauta en Netflix. En la mesa de Mirtha Legrand, el actor se quejó por la situación actual, dijo no entender la inédita medida que permitirá a los argentinos usar sus dólares libremente y protestó por el precio de las empanadas. Comentó que salían en 48000 pesos la docena y nadie en la mesa puso en duda su manifestación.
Lógicamente, las redes sociales estallaron y miles de usuarios revelaron el precio de las empanadas en sus barrios. Según los informes descentralizados de los argentinos, las más económicas se ubicaron entre los 800 y 1000 pesos cada unidad, mientras que las premium llegaban a cotizarse entre 2000 y 2500. Ahora, las que consume Darín, del negocio “Mi gusto”, no son las tradicionales de jamón y queso, caprese o carne, en sus variantes de dulce o picada a cuchillo. Son adaptaciones gourmet, donde no se encuentra la categoría “carne”, sino, por ejemplo, la “Big Burger” que trae “Blend de ojo de bife y Tapa de asado, doble bacon, con cheddar, pepinillos y salsa Big”.
Este producto, repudiado por muchos y celebrados por otros, pero que no cuadra dentro de la categoría “empanada argentina”, sí tiene un costo de 48000 pesos la docena. Además de las críticas por estar completamente alejado de los productos usuales en Argentina, Darín soportó los cuestionamientos por su perfil elitista, algo opuesto a lo que siempre quiso mostrar de cara a la opinión pública.
En una entrevista, el intérprete del Eternauta había dicho que él ya era rico por los besos en la calle que le daba la gente y por las dos duchas con agua caliente que podía tomar todos los días. Claro que, a la hora de pedir empanadas, parece que las exigencias suelen ser un poco mayores.
La docena de empanadas más cara del país sale 48.000 p, pero en los barrios la docena vale 16.
Es como decir que un auto vale 100.000 dls basándose en un BMW M3, cuando tenes un cronos por 20.
A Darin las 3 duchas diarias que se pega le lavaron la cabeza.
pic.twitter.com/2B9VyQNR2t— Hippies con Osde (@HippiesConOsde) May 25, 2025
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Con sus declaraciones monopolizando el debate público, los afines al gobierno replicaban los precios de las pizzerías “normales”, mientras que los kirchneristas criticaban el costo de las cosas con respecto a los salarios. Sin embargo, lo importante sobre “la verdad de la empanada” está en algunas cosas que no mencionó Darín y explican la problemática de fondo de la situación.
¿Por qué estamos cómo estamos?
Hacer referencia al poder adquisitivo del salario sin contextualizar que el país estuvo casi dos décadas gobernado por irresponsables que desconocían lo relacionado a aplicar una restricción presupuestaria. El kirchnerismo se dilapidó mucho más que el capital energético, cuya problemática quedó en evidencia con los cortes de energía, también destruyó la moneda y por ende los salarios. Lógicamente, aniquiló las jubilaciones, pero no solo por el tema monetario, producto de la emisión irresponsable para financiar al fisco en rojo. Agregó por razones políticas a los nuevos “jubilados sin aportes”, perjudicando a quienes ahorraron durante su vida en el sistema previsional.
Argentina se empobreció y los salarios quedaron en la miseria. Nada de todo esto es responsabilidad del gobierno actual, que hace lo posible en sus limitaciones para recuperar la moneda y el poder adquisitivo del salario. Solamente evitando el saqueo producto de la emisión, la gestión actual pudo sacar a 10 millones de argentinos de la pobreza y solucionar la problemática inflacionaria. Falta un largo camino, pero son los primeros pasos fundamentales e indispensables para revertir la situación.
Darín enfatizó que estamos “mal”, pero no mencionó cómo y por qué llegamos hasta aquí.
Los dólares del colchón
Seguramente Ricardo Darín tenga sus dólares y euros en el exterior (que bien merecidos los tiene), ya que muchos de sus grandes trabajos están vinculados a producciones internacionales. Sin embargo, millones de argentinos tienen algún ahorro “encanutado”, como se dice. En dólares, claro. No hablamos de grandes cajas de seguridad en los bancos, sino de “puchitos” que tienen todos los que, al menos, pudieron ahorrar 50 o 100 dólares en los meses que lo permitió el salario. Algunos tienen un poco, otros mucho, pero en los “colchones” argentinos hay más efectivo que en la mayoría de los países del mundo, además de Estados Unidos.
La iniciativa del gobierno permitirá reactivar y monetizar una economía en un contexto particular: la finalización de la emisión monetaria de los pesos argentinos. Con más libertad económica y sin proceso inflacionario, los salarios se irán recuperando de a poco. Es decir, con cada sueldo se comprarán más empanadas (y más bienes y servicios).
¿Qué hay que hacer para que bajen las empanadas?
Algunos comunicadores dicen que la merma en la inflación no es real, porque los productos siguen estando caros, como si para que los índices sean reales, los precios de las empanadas (por ejemplo) deberían empezar a bajar. Con el tema monetario saneado y una política de fomento de inversiones que terminará incrementando la tasa de capitalización (e incrementando los salarios), lo relativo al precio de las empanadas (y los alimentos) pasa por otro lado.
Para empezar, es necesario que el gobierno consolide la situación fiscal y la apertura comercial con el mundo. Lamentablemente, con el Estado teniendo que otorgar las divisas para las importaciones, y dependiendo de las exportaciones, el comercio internacional recién comienza a regularizarse. Dentro de poco, si el gobierno consolida su programa económico, los exportadores se harán de sus dólares y los importadores pondrán las divisas de su bolsillo para comprar lo que quieran traer al país.
El ingreso de productos importados, que convivirán con las buenas materias primas nacionales, generará una baja importante, tanto de los alimentos que se compran en el supermercado como de los productos terminados en los restaurantes. Las empresas locales, al poder exportar al mundo, tendrán una reducción de costos por la producción a escala, bajando los precios.
Otra arista relevante es la necesidad de reducir lo que se conoce como “el costo argentino”. Aunque el gobierno nacional quiera reducir el gasto y bajar los impuestos, provincias y municipios deben aplicar también el plan “motosierra”. Como vimos en las últimas elecciones, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada por el PRO, le escapa a la idea. Ni hablar de la provincia gobernada por el irresponsable kirchnerista de Axel Kicillof.
De la mano de una Argentina globalizada, con ingreso de capitales y salarios en aumento, productos nacionales en competencia con los del exterior y una carga fiscal razonable, las empanadas (y el resto de los bienes y servicios) serán compatibles con el bolsillo de todos los argentinos.