¿Existió una “guerra” en la década del setenta en Argentina? Más allá de lo que uno piense al respecto, y de las definiciones enciclopédicas terminológicas, lo cierto es que, tanto las Fuerzas Armadas como las organizaciones guerrilleras se consideraban “en guerra” por aquel entonces. Además de las declaraciones públicas de los mismos militares, incluso del mismo Jorge Rafael Videla, ERP y Montoneros (que hasta tenían “rangos militares” en sus organizaciones) se expresaban en ese mismo sentido.
Desde el retorno de la democracia, la izquierda buscó comparar la represión del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) con el nazismo. Más allá de la nula analogía entre ambos episodios políticos (que nadie tiene porque reivindicar), el paralelismo no es solamente para la categorización de los militares. Lo más importante de la cuestión es asociar a las víctimas del Holocausto europeo con los desaparecidos argentinos.
Es decir, una madre que fue gaseada en un campo de concentración con su bebé en brazos pasa a ser el equivalente de un “terrorista”, que incluso pudo haber fallecido por tomarse la píldora de cianuro que llevaban consigo para evitar ser atrapados con vida por el enemigo. Más allá de los justos y lógicos cuestionamientos a la represión ilegal, esto es a simple vista un desatino por donde se le mire.
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Con el lanzamiento de la serie Argentina ’78, que analiza la relación entre el proceso militar y la victoria deportiva en el primer mundial conseguido por la albiceleste, en Página/12 una columna de opinión insiste con la banalización del Holocausto y el genocidio nazi.
En “Los nazis, Argentina ’78 y la culpa”, publicada en Página/12, José Luis Lanao insiste en la tesis del “videlismo-hitleriano”. El artículo parte de los juegos olímpicos de Berlin 1936 y un partido entre Inglaterra y Alemania realizado el año previo. Lo único incuestionable de la nota es la inapelable relación entre la política y los regímenes autoritarios con el fútbol y el deporte. Lo que no se menciona es que es algo que excede por completo las ideologías de los procesos totalitarios. La Unión Soviética tenía muy buenos desempeños en las competencias internacionales, ya que el régimen “invertía” en entrenamientos individuales de diversos atletas, como para “lavarle la cara” a la dictadura en el mundo. Algo que siguen haciendo otros regímenes socialistas en la actualidad como Cuba, que también cosecha buenos premios, cuando no se le escapan los deportistas en las competencias.
Para nuestros “nazis” de andar por casa el fútbol también se convirtió en un acontecimiento político de profundo impacto ideológico a comercializar dentro y fuera de nuestras fronteras. Desde este enfoque se estrena la serie “Argentina ’78”, un repaso riguroso sobre el mundial.
Así categoriza Lanao a los militares argentinos. “Nuestros nazis”. Claro que, al apelar a esta burda estrategia, los únicos beneficiados son los apologistas de los militares. Porque, al mezclar dos cosas que nada tienen que ver, se pierde la oportunidad para cuestionar el “Proceso” de lo que sí fue: la continuidad de la represión ilegal del peronismo, un gobierno estatista, con graves hechos de corrupción y con una gestión económica desastrosa, por no corregir los desajustes fiscales heredados.
Claro que, como no hay intención de reconocer que la represión ilegal fue la continuidad del peronismo y como se intenta profundizar la ignorancia sobre la gestión económica, asociándola a la falacia del “neoliberalismo”, es más fácil tachar a los militares de “nazis”.
“Desengañémonos, fuimos la fiesta pública de un genocidio en la sombra”, insiste Lanao.
Afortunadamente, el gobierno actual distingue muy bien al genocidio de la guerra sucia, que no reivindica en lo más mínimo, a pesar de lo que dicen los voceros del kirchnerismo desde sus pasquines.