Cuando en 2018, en el mismo gobierno de Juntos por el Cambio, se planteó que las fuerzas policiales puedan contar con armas de fuego (ante circunstancias determinadas como la que se discutía en la “ley antibarrabravas”), Elisa Carrió se negó y afirmó de su pedestal moral usual: “Nosotros no vamos a ir hacia el fascismo”.
Evidentemente, por como se la vio ingresar al casamiento de su amigo y socio político Horacio Rodríguez Larreta, la exdiputada debe considerar que ella corre más riesgo al asistir a una boda, de lo que los policías tienen en su labor al enfrentarse a eventuales delincuentes violentos.
A pesar de no ser funcionaria (y no conocérsele más empleo que el de abogada, ahora en su estudio privado), Carrió no solamente cuenta con custodia armada, sino que también le hacen de chofer. Ante la imagen que viralizó en las redes sociales, el presidente Javier Milei la cuestionó duramente.
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“En esta foto se puede ver a la “Pitonisa de la Moral”, que ya no es Diputada Nacional y nadie sabe de qué trabaja, con uno de sus dos choferes (y más de 20 custodios) pagados desde el Gobierno de la Ciudad. Las contradicciones se cuentan solas. Ciao!”, fulminó el mandatario argentino desde su cuenta de X.
Imágenes como la de la fundadora de la Coalición Cívica en su vida cotidiana expresan mejor que mil palabras conceptos como el de la “casta”. Con estas actitudes, a nadie le puede llamar la atención que el slogan del libertario haya tenido tanto éxito electoral en Argentina.
Cabe recordar que, en el marco de la última campaña electoral, Carrió aseguró que si ganaba Milei ella abandonaría el país. Sin embargo, en Argentina sigue. Eso sí. Bien cuidada y con comodidades de lujo que el resto de los mortales no tienen.