El sacrificio de una ardilla en el estado de Nueva York, que vivía junto a una familia que la había rescatado tras la muerte de su madre, me hizo recordar algo que hace tiempo me dijo un libertario estadounidense que había elegido a la Argentina como lugar en el mundo. “Ustedes se desesperan por conseguir la Green Card para ir a vivir a Estados Unidos, pensando que es la tierra de la libertad, pero se es muchísimo más libre en Buenos Aires”.
Todavía gobernaban Barack Obama por el norte y Cristina Kirchner por estos pagos. Pero, a pesar de las diferencias con las coyunturas actuales, puede que algo de razón haya tenido el hombre, que no podía comprender bajo ningún punto de vista que un argentino, mucho menos un libertario, cambie la anarquía y el desgobierno local por la eficiencia gubernamental de EEUU, que muchas veces atenta contra las libertades individuales.
Las palabras de Mark Longo, dueño de Peanut, la “ardilla influencer” sacrificada por las autoridades “sanitarias” de la gestión demócrata, me hicieron recordar aquello que me había dicho el libertario estadounidense. “Merecemos un gobierno que no invada las casas de las personas para matar a sus mascotas”, dijo desde sus redes sociales, mientras compartía una imagen de apoyo a Donald Trump.
Es que, para un argentino, semejante atrocidad se ubicaría más cerca de la dictadura china de lo que podría pasar por este rincón del mundo, donde seguramente una pueblada de vecinos repela exitosamente a los agentes de salubridad que se presentaron para secuestrar y sacrificar a una pobre ardilla que vivía en una casa con una pareja de seres humanos.
En Estados Unidos la política avanzó demasiado sobre los individuos, que también, hay que decirlo, se han vuelto muy dóciles.
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En las últimas horas, la ardilla Peanut se ha vuelto uno de los temas centrales de la campaña norteamericana. El mismo Elon Musk ha visibilizado la cuestión, asociando el asesinato de la ardilla a las consecuencias de lo que representa la gestión del Partido Demócrata. En la tarde del domingo, invaden las redes las imágenes de Donald Trump junto a inocentes ardillitas. Es que, en campaña todo vale y las estupideces del oficialismo se la dejan servida al expresidente republicano.
Antes del martes, es muy probable que Longo se fotografíe con Trump, haciendo así un aporte valioso a la campaña del referente opositor. Sin embargo, la cuestión tendría que ir más allá de Trump, de Harris y de la ardillita sacrificada. Estados Unidos necesita repensar su estatismo exacerbado, que haría levantar de la tumba a los padres fundadores. Hay que decir que, en todo este proceso, más allá del desastre exacerbado de los demócratas, ambos partidos han avanzado considerablemente sobre las libertades individuales y los derechos de las personas. Hace muchas décadas que Estados Unidos ya no es, ni por asomo, la “tierra de la libertad”.
¿Servirá este desafortunado hecho para abrir debates profundos que la sociedad norteamericana merece o se quedará en una triste nota de color de la campaña electoral? Lo veremos en las semanas que corren y en el proceso político que puede comenzar si triunfa la oposición.