Luego de una y otra intervención, con mandatarios que repetían el mismo discurso, irrumpió en el escenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas el presidente más esperado. El libertario argentino, Javier Milei. Como era de esperar, su exposición fue a contramano del discurso monocorde que se venía escuchando en el recinto de la ONU.
En un comienzo formal, el presidente sudamericano aclaró desde el primer momento que él es un economista y no un político tradicional. Un “liberal libertario” que fue honrado con la Presidencia de su país, luego de varias décadas del fracaso de las políticas estatistas de Argentina.
El núcleo central de su exposición se dividió en dos partes. La primera, una reivindicación del proceso virtuoso que siguió a la fundación de la ONU, luego de la Segunda Guerra Mundial. Sobre este período, Milei resaltó que se alcanzó un proceso de paz y de crecimiento que no había conocido la historia reciente de la humanidad. Sin embargo, fulminó la actualidad del rumbo que decidió tomar las Naciones Unidas sin medias tintas, ante un mundo que lo estaba escuchando.
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Del proceso que calificó como de “éxito destacable que no puede ser soslayado”, el presidente argentino lamentó que la organización haya “dejado los principios” para comenzar a “mutar”, transformándose en un “leviatán con tentáculos” que pasó a imponer determinadas agendas a los países miembros.
En el marco del proceso actual, dijo que advertía “con humildad” lo que sucedería si los países de la ONU terminaban adoptando los recetarios colectivistas, que pueden ser bienintencionados, pero que inevitablemente terminaban consiguiendo lo opuesto de lo que supuestamente buscaban.
Una vez más, cuestionó a los países que votaron en contra del Estado de Israel y su legítimo derecho a la defensa y aclaró que su nación fomentará la libertad y los derechos individuales de todas las personas del mundo, sin importar su país de origen.
Con respecto a la Argentina, señaló que se abandonará la neutralidad del pasado para respaldar en la agenda internacional los mismos valores que su gobierno defiende a lo interno. También cuestionó a los países desarrollados que impulsan políticas intervencionistas en otros subdesarrollados, impidiendo que puedan hacer lo que hicieron ellos para llegar al desarrollo.
Con respecto a la invasión rusa a Ucrania, el presidente argentino calificó el hecho como “aberrante”. También lamentó la complicidad de muchos países con las dictaduras de Cuba y Venezuela, así también como la permisividad y pasividad para con los países que violan sistemáticamente los derechos individuales y de las mujeres. “La agenda woke chocó con la realidad”, advirtió.
A pesar del tono formal del inicio, que mantuvo durante toda su exposición, el final de su discurso terminó con el tradicional “¡Viva la libertad, carajo!”.
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— Mia ❄️ (@Mialygosa) September 24, 2024