Fernando Mitjans, presidente del Tribunal de Disciplina de la AFA, publicó un artículo este jueves con una tesis que ya se escuchó en el debate alrededor del fútbol argentino y la posibilidad de adoptar el modelo de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Él señala que la entidad que reúne a los clubes es privada, por lo que el Estado no puede intervenir con un decreto en su funcionamiento.
Vale recordar que el gobierno emitió un DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) que establece que los clubes pueden adoptar el formato que deseen sus socios. La AFA se negó y así se abrió un nuevo debate: ¿tiene la autoridad el Estado para meterse en una organización privada, aunque sea para que cada club elija (si desea) un nuevo formato o no?
Mitjans argumentó en la negativa y resaltó la supuesta contradicción de un gobierno liberal que estaría “avasallando” la propiedad privada. Hasta consideró, ya desde el título de su artículo, que Javier Milei y compañía están desarrollando una “ofensiva en contra” de la Asociación de Fútbol Argentino. Para ilustrar su posición, equipara a la AFA con un consorcio, donde el reglamento lo ponen los copropietarios y nada tiene que opinar la autoridad política.
La posición del titular del Tribunal de Disciplina tiene más que ver con lo teórico que con la realidad, no porque no existan teorías que no puedan explicar a la perfección lo que suceda, sino porque la realidad ha puesto muchos elementos y condimentos como para tener en cuenta a la hora de discutir el marco teórico.
Durante muchas décadas, la AFA y el Estado argentino, mejor dicho, los gobiernos de turno, han sido socios. Esto siempre obedeció a intereses mutuos más que a cuestiones ideológicas. Hablamos de la misma organización que estuvo codo a codo con la dictadura militar y con el kirchnerismo, recibiendo fortunas de los contribuyentes mediante el nefasto “Fútbol para Todos”, que obligaba a todos los contribuyentes a pagar por las transmisiones, quieran o no verlas. Vale recordar que hasta los relatores hacían propaganda política en medio de las transmisiones.
Aunque, como dijimos, la delgada línea de lo público y lo privado en el fútbol argentino siempre fue vulnerada, en los últimos años el desembarco de la política en los clubes fue total. Sindicalistas como Hugo Moyano llegaron a la presidencia de clubes de la talla de Independiente y hasta el mismo influencer peronista Tomás Rebord reconoció (lamentando) que el kirchnerismo copó Boca Juniors. Como para ilustrar el desastre de este proceso solo vale recordar que el propio Rebord, quien pide revertir el proceso K en el club, es boquense y kirchnerista.
Como vimos en el último proceso electoral, al unísono los clubes —mejor dicho, sus dirigencias— salieron a hacer campaña encubierta por Sergio Massa, justamente por la cuestión de las SAD. Como para explicar el clima fascistoide que se vivía hace tan solo unos meses, me comuniqué con el presidente de un club del ascenso que era uno de los únicos que no había emitido el bochornoso comunicado en las redes sociales que ya tenían todos los demás. Me comunicó que él tenía dignidad y que su club no se iba a someter a las presiones políticas, ni de la AFA ni del gobierno kirchnerista, ni del candidato Sergio Massa. Lo felicité, le dije que iba a reconocer su independencia y valentía en las redes sociales, pero le pedí que no me “deje colgado”. Es decir, que no termine cediendo y dejándome en ridículo. Me dio su palabra que de la entidad que preside (no vale la pena recordar cual) iba a morir con las botas puestas.
Creo que ese fue el único tuit “político” que tuve que borrar (para evitarme el ridículo) ya que, tan solo unos minutos después, el club en cuestión se había sumado a la lista de todos los demás para combatir la supuesta “privatización neoliberal” del club. Una vergüenza.
- Lea también: El fútbol argentino ahora podrá contar con capitales privados
- Lea también: Privatización de Aerolíneas Argentinas consiguió un respaldo inesperado: el sindicalismo
El único “avasallamiento” que hubo en las últimas décadas en el fútbol argentino fue la “ofensiva” de la política. Hasta en los clubes más importantes como River y Boca se disputan líneas internas macristas y kirchneristas. Que a la presidencia de la AFA haya llegado un personaje como el “Chiqui” Tapia de Barracas Central, pequeño club que ha sido impunemente favorecido en innumerables situaciones, evidencia que en el país del campeón del mundo, el fútbol es rosca y política. Y estos personajes, que hacen política partidaria en los clubes, se han nutrido y fortalecido por la política, pero del orden nacional.
Aquí es donde la analogía que plantea Mitjans se vuelve capciosa. Aunque desde la teoría abstracta uno podría decir que un decreto gubernamental no debe interferir en una asociación que tiene un formato determinado por la elección de los miembros, uno no puede dejar de lado que las estructuras enquistadas tienen mucho más que ver con la política que con el voto democrático de los socios de los clubes, siempre relegados. Como dato de color no hace más que recordar que el expresidente de la AFA, Julio Grondona, estuvo 35 años en el cargo y murió ocupando su trono de amo y señor del fútbol argentino. El mismo titular del Tribunal de Disciplina ya lleva casi 30 en su lugar. Cualquier analogía con el sindicalismo (que también se fortaleció, gracias a las prebendas estatales y que también pide no intervención en sus estatutos, apelando a la propiedad privada y la libre asociación) no es ninguna casualidad. Es el mismo proceso, que arroja los mismos resultados. La casta en su máxima expresión.
Aunque, superficialmente y si uno carece de contexto e información, suene extraño desde el punto de vista liberal que un decreto presidencial se imponga a lo que manifiesta una entidad privada, lo cierto es que esto se acerca a ser la mejor solución imperfecta para poder alcanzar mayores índices de libertad. Lo que sería inadmisible desde el punto de vista liberal es que el Estado obligue o prohíba a los clubes ser Asociaciones Civiles sin Fines de Lucro o Sociedades Anónimas.
Si Mitjans quiere hacer una analogía con un consorcio de propietarios de un edificio, tendría que hacer referencia a una administración corrompida, a un encargado cómplice, sostenido por la presión sindical al quien no se le puede remover, y a varios departamentos presos de la coerción de representantes con poderes obtenidos en las peores circunstancias. Si el dirigente de la AFA tiene en mente esbozar algo parecido a la “fuerza” del Estado aquí, en todo caso lo que el gobierno hará es darle la oportunidad a los verdaderos propietarios (los socios de cada club) para que elijan los formatos y estatutos que deseen. Si todos desean seguir como están hasta hoy, nadie podrá impedirlo. Ahora, si las urnas dicen otra cosa, la AFA no podrá desafiliarlos con excusas que nadie cree. Todo el mundo sabe que si irrumpen, aunque sea en algunos clubes, los ordenadores del mercado, la rosca política pierde su banca.
Esto es lo que en el fondo los Tapia y los Mitjans no quieren: perder el poder en las estructuras corrompidas. Esto no es ni análisis ni opinión, es un hecho. Tal cual como evidenciaron unos audios, el presidente del Tribunal de Disciplina que tiene la AFA hace tres décadas, es un impresentable que arregla las sanciones de manera arbitraria. La grabación con el expresidente de Boca Daniel Angelici tendría que haberlo eyectado de su cargo instantáneamente, pero sigue ahí. Sin embargo, todo puede cambiar a la brevedad.
Es que, en Argentina, muchas cosas están tomando otra forma aunque muchos se resistan.