Aunque parezca increíble, en Argentina hay actores políticos que manifiestan impunemente que ir hacia un “déficit 0” es una mala noticia, como si corrieran distintas reglas económicas para los Estados que para las personas y las familias, que tienen que acotarse a un presupuesto determinado y que incurren en quebrantos si se extienden en un déficit impagable.
Claro que, al no tener la maquinita de imprimir billetes y limitaciones crediticias, los individuos quedan expuestos más temprano. Sin embargo, en algún momento, los países también entran en desgracia, empobreciendo a la población. Eso no es ni más ni menos de lo que pasó en Argentina.
Con la presentación del presupuesto nacional, que pone por primera vez a la burocracia en caja, Cristina Fernández de Kirchner se animó a debatir nuevamente con Javier Milei y hacer una defensa del déficit fiscal como herramienta, para vaya a saber qué cosa.
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Continuando con un razonamiento que venía esbozando desde hace un tiempo, la expresidente dijo en su presentación pública del fin de semana (donde otra “universidad” afín le entregó un bochornoso doctorado honoris causa) que “todos los países tienen déficit”. También insistió en la tesis de que Argentina tiene una economía “bimonetaria”, resumiendo todos los problemas que el país padece a la “falta de dólares”.
Claro que, ante la platea de adulones que no le critica absolutamente nada, ella no emitió ninguna opinión ni comentario de por qué estamos donde estamos, con las casas y los autos valuados en dólares. Simplemente se limitó a comentar el resultado de un proceso, sin hacerse cargo de su oscurantista política monetaria, que tenía como regla la emisión indiscriminada para cubrir el déficit fiscal.
Otro que la siguió en el razonamiento, pero llevándolo a un nivel más absurdo, fue el legislador porteño trotskista Gabriel Solano. Desde sus redes sociales, recordó que Fernando de la Rúa había anunciado la búsqueda del déficit 0 en su gobierno, pero que todo fracasó y por eso tuvo que renunciar y retirarse en helicóptero de la Casa Rosada.
Su lógica no tiene desperdicio: como Milei dijo lo mismo, el futuro del presidente libertario sería el mismo que el del gobierno de la Alianza allá por 2001.
Claro que la analogía es más que delirante. En aquella oportunidad, hace más de veinte años, el expresidente radical no se animó ni por asomo a hacer lo que el mandatario libertario está haciendo hoy. Resumiendo, en seis meses bajó de un plumazo el gasto a nivel nacional y se puso firme con las provincias. De la Rúa no hizo ninguna de las dos cosas y se lo llevó una crisis de deuda.
Cabe recordar que desde el primer momento, la gestión de la Alianza quedó presa de sus propias contradicciones. Llegaron al poder con la promesa de “convertibilidad sin corrupción”, pero no le dijeron al electorado que había que terminar con el déficit fiscal.
Cuando de la Rúa comenzó a percibir la gravedad de la situación, sacó a Ricardo López Murphy del Ministerio de Defensa y lo puso en Economía. Cuando “el bulldog” propuso hacer unos recortes cosméticos comparados con los que ya realizó el gobierno de Milei, un grupo minúsculo salió a protestar y de la Rúa le soltó la mano y le pidió la renuncia a los pocos días de haber asumido. Comparar al exmandatario y a su gobierno de la Alianza con lo que prometió y está haciendo Milei es un mal chiste. Sin embargo, cualquier argumento sirve para predecir la caída del gobierno. Una que por ahora no llega ni se ve venir.
Se los digo: preparen el helicóptero. pic.twitter.com/JUSgbTrzfA
— Gabriel Solano (@Solanopo) September 16, 2024