Evidentemente, Brian May y Roger Taylor no piensan irse de este mundo sin darse todos los gustos que quieran.
Queen (1973), el primer disco de la banda del mismo nombre, pasó a la historia como “Queen I”, ya que le siguió “Queen II” y luego una prolífica carrera y vigencia que se extiende hasta nuestros días. Sin embargo, el sonido de aquel debut fue siempre una espina para los veteranos rockeros, sobre todo para el baterista, quien en varias oportunidades reconoció que le disgusta el registro de su instrumento en la grabación.
La producción se hizo en los tiempos muertos del estudio utilizando los espacios que descartaban los músicos consagrados, algo que ocurría de manera usual en la madrugada. A la cuestión de la incomodidad se le suma la inexperiencia de un cuarteto que solo había grabado un demo medianamente formal. Sin embargo, el aprendizaje fue rápido y se evidenció en el segundo trabajo discográfico, donde se desplegaron las tradicionales características de Queen como las armonías vocales y de guitarra.
Aunque Queen I pasó absolutamente desapercibido y el sencillo Keep Yourself Alive fue ignorado, May y Taylor imaginaron cómo podría sonar de otra manera. Aprovechando el momento de reconocimiento internacional, a más de medio siglo de la grabación, los músicos decidieron remezclar por completo el álbum, bautizándolo con el nombre informal que tenía, y lo acompañaron con un nuevo tema que lanzaron al mercado. En momentos cuando lo que irrumpe en las plataformas de musicales y las radios son lanzamientos individuales de artistas emergentes no demasiado talentosos, Queen se luce con The night comes down, una joya olvidada en aquel LP que solamente los fanáticos más devotos conocían al día de hoy.
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De difícil encasillamiento en materia de estilo musical, The night es una especie de “balada psicodélica” que expresa a la perfección una de las facetas del grupo en su primera etapa. Curiosamente, el primer disco (como el último, Innuendo) es bastante excepcional. Es el único que tiene esas características. El segundo ya comienza a experimentar el universo operístico, que dura hasta 1976, donde se le agrega el góspel. Luego vino el rock más duro y básico, después el funk y el pop y finalmente el rock pop de la segunda mitad de los ochenta. Queen I e Innuendo son dos momentos “únicos” en la discografía de la banda. A 51 años, ahora su “ópera prima” suena como May y Taylor siempre quisieron, según ellos mismos. ¿John Deacon? Se dedica a cobrar las regalías desde la comodidad del mismo hogar que compró en 1975 con su primera y única esposa, Verónica, mientras sus excompañeros siguen haciendo la vida de rockstars en los setenta o sin madurar ni superar etapas, diría el bajista fuera de los micrófonos de la prensa en la intimidad.
Esta edición que encontramos ahora acompañada de un nuevo boxset, que trae los clásicos instrumentales, sesiones, algunas joyitas inéditas y un libro de fotografías, saldrá a la luz el mes que viene. Sin embargo, el lanzamiento inesperado de este nuevo tema da una idea de lo que está por venir: una batería con sonido más “Taylor” del Queen tradicional y guitarras (sobre todo las acústicas) más claras y mejor paneadas. Lo más interesante es la remezcla de los coros, que permite descubrir algunas voces que pasaban desapercibidas, como ocurre en The night comes down.
A pesar de todo esto, es posible que más de un ortodoxo no quiera saber nada de esta producción e incluso quiera repudiar el lanzamiento como una herejía. Sin embargo, los autores de las obras tienen derecho de darse estos gustos en vida y escuchar sus viejos álbumes como siempre quisieron y no pudieron hacer sonar en su momento. Paul McCartney lo hizo con su Let it be naked, cuando le borró de un plumazo toda la orquestación al disco de los Beatles que lo torturó durante años. Más allá de las opiniones, no viene mal tener a mano las dos opciones y elegir entre una y la otra… O las dos, claro.