Se realizó en Argentina la entrega de los premios Martín Fierro, pero el evento no tuvo la trascendencia ni la relevancia de otros tiempos. Es que, como todo el mundo sabe, la televisión (ámbito al que se dedica este galardón), perdió vigencia ante la proliferación de nuevos competidores como todo lo que ofrece internet y las distintas plataformas pagas.
El actor y productor Adrián Suar, que tuvo su época de apogeo en la década del noventa, cuando la TV era la única alternativa de entretenimiento audiovisual, además del teatro y el cine fuera de la casa, lamentó que la ficción no tenga más espacio en el mundo televisivo. Como si fuera una especie de mandamiento dijo: “Hace falta más ficción”.
Claro que lo que en realidad quiso decir es otra cosa, lo sepa o no. Él quiso decir que hace falta más ficción de las que hacen y producen ellos. En la actualidad, la gente sigue consumiendo diversas producciones artísticas. La cuestión es que eligen lo que quieren ver en el marco de un menú mucho más amplio del que tenían antes con los cinco canales de señal abierta.
El fundador de Polka ya había dado declaraciones a contramano del sentido común y de las básicas leyes de la oferta y la demanda cuando el presidente Javier Milei expuso la necesidad de financiar “la cultura”. El “déficit 0” que el mandatario presentará este domingo, que no es más que la otra cara de la moneda del derrumbe de la inflación.
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Federico D’elía, que se llevó otra estatuilla en la noche de ayer, también hizo referencia a lo que consideran un mal momento. Dijo que si la situación no cambiaba, los próximos años iban a tener que premiar a los actores turcos, cuestionando irónicamente los contenidos importados que transmiten los canales.
Suar reconoció que las ficciones que a él le gusta hacer tienen problemas de “costos”. Sin embargo, puede que lo que tenga que hacer es otra cosa, más que decretar que “tiene” que haber más ficción en la televisión argentina. ¿Podrá preguntarse, cómo hacemos todos los demás, si no tendrá que ajustar sus pretensiones? Todos quisiéramos cobrar fortunas para tener excéntricos niveles de vida como los actores famosos, sin embargo, nos ajustamos al presupuesto que tenemos y a los recursos que conseguimos en el mercado.
Además de dejar de lado la soberbia, Suar debería tener en cuenta la posibilidad de hacer contenidos más “económicos”. Después de todo, las grandes ficciones argentinas demostraron a través de las décadas que no hace falta más que buenas actuaciones para poner en pantalla grandes productos. Claro que si la mayoría de la gente decide buscar contenidos en otros lugares, quizás los actores deban tener que reconsiderar sus honorarios para seguir vigentes.
Los tiempos que corren son revolucionarios en materia de innovación y el mundo del entretenimiento es uno de los epicentros de esta modernidad. En lugar de los lamentos en el escenario, y de las sugerencias en contra de un modelo político económico que plantea la moral de la oferta y la demanda (es decir, de la no coerción), por ahí las grandes estrellas de otros tiempos deberían reencontrarse con sus raíces y la humildad que dejaron en el camino.