Game over para Alberto Fernández. Está completamente acabado. Lo irónico es que hace tan solo unos días, el expresidente había brindado una extensa entrevista con Ernesto Tenembaum y Reynaldo Sietecase, para tratar de volver a la arena política nacional, pero el escándalo de los seguros y la denuncia de violencia de género de su exmujer lo terminaron de liquidar.
El tema es que la onda expansiva y las esquirlas de su caída arrastran inevitablemente al peronismo, partido que aún preside de manera formal, al kirchnerismo, que no podrá sacárselo de encima tan fácil y al feminismo. El doble discurso del “primer feminista” y creador del inútil “ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades” termina dándole la razón a Javier Milei sobre el sinsentido de estos organismos que manejan millonarios presupuestos, pero no brindan ningún resultado concreto.
Es que, como si fuera poco, los primeros trascendidos de la causa indican que Fabiola Yáñez habría hasta acudido a la extitular del ministerio en cuestión para pedirle ayuda. Según estas versiones, la respuesta fue la peor: que nada se puede hacer, cuando del otro lado está el jefe, más que confiar en que bajen los moretones de la cara.
Aunque con los afines en el peronismo y el feminismo suele decirse que es necesario esperar por la investigación y que hable la justicia, a Alberto Fernández le soltaron la mano. Por estas horas los referentes del espacio borran cataratas de tuits de otros tiempos en apoyo del expresidente y nadie se ahorra las críticas públicas. Es que prefieren aceptar el golpe que tener que lidiar con uno mayor en el futuro. Según las personas que vieron las fotos de los supuestos golpes, en las imágenes hay una mujer “desfigurada“. Más vale despegarse ahora, consideran.
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La caída de Fernández tiene lugar, justamente, en el marco de la aplicación de las políticas de la gestión actual, que considera que no son necesarios los ministerios de la Mujer y similares para combatir la violencia de género. Con los planetas alineados, Javier Milei ve como sus críticos, que hasta ayer lo trataron de “misógino” y de “irresponsable”, por terminar con estas dependencias estatales, hoy quedan descolocados por el desbarranco de su exjefe político.
Es que el INADI, este ministerio y todos estos programas fueron la bandera de un Alberto Fernández que hablaba con lenguaje inclusivo y vociferaba en contra del patriarcado y los maltratadores de mujeres. El archivo es demoledor y no solo lo entierra a él, sino también a todos los que defendieron una serie de políticas que ya quedaron en evidencia, las cuales son absolutamente inútiles.
Con el escándalo en los medios de comunicación, el expresidente rompió el silencio con un breve comunicado y proclamó su inocencia. Dijo que no iba a dar declaraciones ante la prensa y que lo haría ante la justicia. Sin embargo, anticipó lo que sería su posición: dijo que él no es culpable de lo que se le imputa y que declarará “lo que realmente sucedió“. Es decir, que no será parte de su defensa decir que no pasó nada, sino que argumentará un contexto para las golpizas que Yáñez tendría documentadas. Lo cierto es que, a simple vista, parece muy difícil presentar un argumento que justifique semejante aberración.
Por lo pronto, el expresidente tiene prohibido salir del país y le han aplicado una restricción perimetral, por lo que no puede acercarse a su expareja, ni establecer comunicación directa con ella.
El escándalo recién comienza y, mientras dure, las esperanzas de renovación peronista se posponen. Aunque pretendan desmarcarse de Alberto Fernández, el tema en los medios impacta de lleno en el partido político que todavía lo tiene como presidente formal.