El día de la última presentación pública de Cristina Fernández de Kirchner en Plaza de Mayo, se vio un nuevo color entre un sector de los participantes. El naranja que simboliza el combate contra el bullying en las escuelas. Típico del peronismo, quienes tenían los globos de ese color eran militantes acarreados. Pero en este caso, la cuestión resulta más indignante que de costumbre. Llevaron a cientos de chicos en edad de escuela primaria, sin ningún tipo de control pertinente. Un bochorno total, incluso para los parámetros kirchneristas. Sin embargo, hay algo más que se debe decir al respecto: la ideología del oficialismo, no solo no puede hacer nada para arreglar estos errores, sino que es responsable por la problemática de fondo.
Afortunadamente, la visibilización del bullying ya es un hecho. Algo que hace algunas décadas no ocurría. La subestimación de la problemática y la nefasta idea de “son chicos…” le arruinó las infancias a muchos pequeños. En varios casos, los abusos fueron tan traumáticos que muchos niños terminaron quitándose la vida. Sin embargo, no es la política nacional (ni siquiera provincial o municipal) la que puede solucionar esta situación. Sí deberían contribuir a la concientización permanente de este problema social, pero no cuentan con las herramientas para terminarlo. Es más, la política (mediante la intervención de los ministerios educativos en las escuelas) es la primera responsable.
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Los padres de los niños que han reclamado ante instituciones educativas por algún caso de abuso y violencia, cuando han podido recibir honestidad de las autoridades educativas, escucharon la verdad de la que no se habla: es extremadamente complicado expulsar de las escuelas a los alumnos violentos y problemáticos, ya que cuando se procede en esta dirección llegan las represalias políticas. Es por esto que los chicos abusivos terminan percibiendo que no hay demasiados incentivos para modificar su comportamiento y las víctimas siguen sufriendo sus abusos.
El kirchnerismo, que pretende solucionar todas las incidencias de manera centralizada, es el responsable político y conceptual que se haya delegado la idea de la resolución de los problemas en el Estado. Y esa idea, que se opone a las opciones que tengan mayores márgenes de subsidiariedad, contribuye directamente a la multiplicación de estas problemáticas en los más diversos ámbitos.
Desde el progresismo, responsable de estas cuestiones, se señala que muchos de estos chicos sufrieron contextos familiares desafortunados, por lo que expulsarlos contribuye a incrementar la problemática. Es posible que existan muchos casos de niños que manifiestan la violencia que reciben con otros comentarios, pero dejar que sigan haciéndolo, en lugar de solucionar una injusticia de base se la extrapola a una nueva víctima inocente.
Lo único que puede hacer la política en este sentido es darle autonomía a las escuelas para que tengan la potestad de encontrar las soluciones que encuentren pertinente en cada caso. De manera descentralizada y cercana a los chicos y no desde la poltrona de un ministerio, que por más bien intencionado que sea, no tiene posibilidades de mejorar la situación.
Para abordar el problema es necesario ser realista y no pensar en utopías que, en lugar de mejorar las situaciones, las empeoran considerablemente. Siempre existirán situaciones de abusos e injusticias, pero es necesario contar con autonomía plena, para encontrar las mejores soluciones posibles en poco tiempo y que no proliferen o se extiendan en el tiempo las situaciones de abusos y violencia.