Asociar a una persona al nazismo es una descalificación usual de la política actual. A veces se usa con alguna justificación equivalente, pero otras sin ningún tipo de argumento. Sobre todo cuando quien señala con el dedo es partidario de alguna versión socialista actual, que considera como “fachos”, “nazis” o “ultraderechistas” a los que no piensan como ellos. Ahora, cuando en la discusión aparece el tópico de Israel y comienzan las cuestiones vinculadas al antisemitismo, todo se potencia.
El que está permanentemente bajo el ojo de esta tormenta es Roger Waters, que volvió a ser noticia por su atuendo en un recital en Berlín. Aunque se asemeja a la vestimenta de los antiguos S.S. del régimen nacional socialista alemán, lo cierto es que también remite a la película The Wall de 1982. Sin embargo, todo lo que tiene que ver con el fundador de Pink Floyd ya es polémico. Hasta su excompañero de banda David Gilmour lo acusó abiertamente de “antisemita”, por su ferviente oposición al Estado de Israel y su militancia en favor del boicot a su economía.
“El espectáculo comenzará en 10 minutos y un tribunal de Fráncfort ha dictaminado que no soy antisemita. Para que quede claro, condeno el antisemitismo sin reservas”, anunciaban las pantallas del Mercedes-Benz Arena antes del inicio del show. Es evidente que Waters ya no puede tapar el escándalo constante, por lo que decidió salir a defenderse.
Ya durante el concierto, el músico inglés reforzó su posición homenajeando a Ana Frank, con la que hizo una equivalencia con recientes víctimas de diversas circunstancias. En la lista incluyó a George Floyd y a la periodista palestina que fue alcanzada por un balazo en medio de una operación militar israelí. Ya de por sí trazar una analogía entre estos casos diversos deja en evidencia la nulidad conceptual de cualquier marco ideológico que pretenda explicarlos como parte de un mismo fenómeno.
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Asociar la muerte de una niña durante el Holocausto con un caso actual de abuso policial en los Estados Unidos (que se ha utilizado políticamente desde la izquierda de forma desvergonzada) y descontextualizar la situación de violencia y ataque permanente que sufre Israel, es algo típico de una corriente política actual que podría denominarse como “anti-occidental”.
Roger Waters es uno de los máximos exponentes de esta pseudoideología, típica de burgueses millonarios de países occidentales como él. Se trata en realidad de una crítica infantil al exitoso modelo de democracia y capitalismo, que aunque no sea perfecto, demostró ser ampliamente superior a todas las alternativas conocidas hasta el momento. Detrás de esta actitud, está la permanente obsesión contra la democracia liberal con economía de mercado, mezclada con la irresponsabilidad de limitarse a erosionarla, sin siquiera proponer opciones superadoras.
Por eso detestan a Israel, ya que se trata de uno de los únicos países del mundo que defiende sin complejos su modelo de vida y derecho a la supervivencia. Por eso cuestionan al Reino Unido o a los Estados Unidos, aunque sean ciudadanos de esos países. Claro que nadie puede mirar para otro lado ante, por ejemplo, un caso de abuso policial en una democracia liberal capitalista. Pero lo cierto es que todos los regímenes que los personajes como Waters defienden generan muchas más injusticias. Ya no como errores el sistema, sino como política de Estado.
Nadie en su sano juicio puede argumentar que en las dictaduras que estos irresponsables infantiles defienden no existen muchas más tragedias de las que ocurren en las sociedades abiertas. Es decir, critican los modelos reales con ideales. Si estos personajes son antisemitas o no, lo cierto es que es secundario. Por lo tanto, caer en el debate si son “nazis” o no, puede ser incluso contraproducente. En lugar de caer en la trampa de esta discusión hay que llevar a los partidarios de esta irresponsabilidad política al debate concreto: ¿Qué pasa en la Rusia que defiende Putin? ¿Cuántas víctimas políticas y civiles generó el chavismo que también respalda? ¿Cómo le fue a Colombia, luego de elegir al candidato por el que hizo campaña en las últimas elecciones?
Al menos, esta pseudoideología irresponsable de millonario burgués de rebeldía tardía sirve para algo. Si uno tiene alguna duda de como posicionarse en algún punto en materia geopolítica, tiene que hacer una sola cosa: fijarse de que lado está Roger Waters. Bueno, ese es el malo. Es del otro. No falla.