En Argentina la dolarización no tiene detractores en lo práctico. Ni uno. Desde Cristina Fernández de Kirchner y las incautadas cajas de seguridad de su hija repletas de dólares hasta los pocos ahorros de los trabajadores de ingresos medios. Incluso ya no son excepcionales casos como los de personal de servicio doméstico que ya negocia un proporcional en “verde” del salario informal. Ahora, en lo discursivo, algunos políticos (que también ahorran en dólares) se niegan a aceptar la realidad.
Algunos por una cuestión ideológica, seguramente, pero otros solamente por tomar distancia de la propuesta de Javier Milei. El precandidato a presidente ya adelantó que si el parlamento no acompaña la iniciativa, la someterá a una consulta popular para blanquear el sentir de la población argentina. Igualmente, desde el Poder Ejecutivo y el ministerio de Economía se pueden levantar todas las restricciones, lo que terminaría generando una dolarización de facto y una muerte del malogrado peso argentino, hiperfalsificado ya por el banco central.
En una foto que fue furor en las redes sociales, una verdulería de Villa Crespo anunció que vendía el tomate a precio del “dólar blue”. Es decir, la cotización del paralelo, que se puede acceder sin restricción en el mercado negro. Aunque cuando los periodistas lo abordaron, el comerciante dijo que se trataba de una broma. Claro que cuando le preguntaron por el precio real, el mismo coincidía con los USD 2,75 “blue” que anunciaba el cartel.
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Aparte de la propocisión de Milei de eliminar para siempre el peso argentino, el resto de las propuestas monetarias van de malas a peores. En Juntos por el Cambio, el consenso gira alrededor de una nueva versión, ya sea quitándole ceros al billete o creando uno nuevo. Sí, también emitido por el banco central, con la promesa de una “verdadera independencia”. Lo cierto es que todas estas propuestas fracasaron una y otra vez. Cabe recordar que cuando el alfonsinismo lanzó el Plan Austral a mediados de los ochenta, una unidad monetaria argentina compraba un USD 1,25. En 1991 la historia terminó con una convertibilidad de 10000 a 1. La lección enseña que en materia monetaria es necesaria una reforma de carácter irreversible. Incluso la caja de conversión de la convertibilidad pudo ser revertida impunemente con una mayoría parlamentaria.
Pero lo insólito es la propuesta del oficialismo. Sin decir como solucionarán el problema que ellos crearon y que a ellos se les fue de las manos (dejando de lado el interinato fracasado de Mauricio Macri), ahora dicen que la inflación podrá bajar, solamente si ellos son reelectos en octubre. Mientras tanto, con ellos en el gobierno, los precios siguen volando y el dólar se acerca una vez más a los 500 pesos.
— Manuel Adorni (@madorni) May 16, 2023
¿Qué puede esperar Argentina de aquí a las elecciones? Nada más que un agravamiento del problema. Las primeras mediciones privadas indican que mayo podría arrojar una inflación del 10 % mensual, volviendo a ser un máximo que no se ve desde la génesis de la última hiperinflación. Lógicamente, lo mismo sucederá con el dólar, que puede bajar un poco en el día a día, pero mucho menos de lo que termina subiendo mes a mes. Por ahora, el exsuperministro Sergio Massa, devenido en el gestor de un gobierno en decadencia, se limita a los manotazos de ahogado de control de precios en el Mercado Central y la suba de las tasas de interés, que buscan aspirar algo de liquidez sin mucho sentido, ya que no hay tasa que pueda más que el dólar en el mediano plazo.