La noticia de esta mañana fue el asesinato de un joven venezolano de un disparo en la cabeza en el barrio porteño de Palermo, luego de que un asaltante intentara quitarle su teléfono celular. El amigo de la víctima, que salvó su vida de milagro, le contó a los medios que ambos vinieron a la Argentina para evitar el peligro permanente que sufrían en Caracas, donde tenían que estar en “alerta” las 24 horas del día. “Pensamos que aquí estaríamos más tranquilos, pero no fue así”, señaló el sobreviviente del fatídico acontecimiento. Sin embargo, la cuestión desapareció de los medios llegando al mediodía, luego de otro episodio que terminó monopolizando el debate público. Un grupo de vecinos de Rosario linchó y saqueó el domicilio de un supuesto narco, que habría sido el responsable de la muerte de un niño de 12 años el fin de semana.
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“Se rompieron todos los códigos y se corrieron los límites”, aseguran desde la justicia de Rosario, a la hora de intentar explicar el desastre que vive la ciudad por estos días, una de las más importantes del país. Máximo Jerez fue alcanzado ayer por un balazo, en medio de un tiroteo entre dos bandas. Algo que antes, a pesar de lo complicado de la situación, no pasaba. Hasta los grupos delictivos buscaban dirimir sus diferencias lejos de lo que podría generar una tragedia con niños inocentes, pero ya no hay código alguno. La degradación es total y Argentina es un desastre, probablemente sin arreglo. Además del niño fallecido, otros dos menores se encuentran luchando por sus vidas, ya que también fueron alcanzados por las balas. Uno recibió un tiro en la boca y una niña de dos años, otro en el brazo.
Evidentemente, la ciudadanía cuenta con mejor información que la policía… o las fuerzas de seguridad no tienen intención alguna de actuar. Ante la nula respuesta oficial, esta tarde un grupo de vecinos decidió hacer justicia por mano propia y fue a linchar a “el salteño”, el narco que habría disparado el arma que terminó con la vida de Jerez. Ante el intento de linchamiento, en lo que sería un “bunker” dedicado a la producción y distribución de drogas, los oficiales detuvieron al sospechoso en medio del ataque de la turba furiosa.
🇦🇷| ÚLTIMA HORA: ARGENTINA SOCIALISTA. En Rosario, vecinos buscan a un narco que asesinó a un niño de 11 años, e inició un enfrentamiento. El narco empezó a dispararle a la gente con un arma, mientras la población se defendía con molotovs y piedras. ¿Qué opinas de esta locura? pic.twitter.com/Giq2LnfBfx
— Eduardo Menoni (@eduardomenoni) March 6, 2023
Luego de la extracción de la persona por parte de las fuerzas de seguridad, los vecinos no se retiraron del lugar. Ante las cámaras de los medios de comunicación, saquearon por completo el sitio, destruyeron todo y se llevaron los muebles, el televisor, una moto, incluso muñecos de peluche y el inodoro de la precaria vivienda. Como era de esperar, las imágenes del episodio se repitieron hasta el hartazgo en las redes sociales de Argentina.
https://twitter.com/porqueTTLiberal/status/1632812167144587264
Es claro que el desastre total de Argentina ya no se arregla con un gobierno. En el mejor de los casos, una eventual gestión opositora podría revertir el rumbo de la debacle económica, que ya tiene harta a la mayor parte de la ciudadanía, pero el daño es estructural. La anarquía de Rosario muestra que, además de la avanzada del narcotráfico, la policía y la justicia oscilan entre la complicidad y la ineptitud. Pero, como si esto fuera poco, la degradación total del tejido social necesita décadas de corrección de rumbo.
En la gestión anterior de Juntos por el Cambio, que fracasó estrepitosamente desde lo económico al evitar las necesarias reformas estructurales, se hicieron algunos avances en materia de seguridad. Sin embargo, el retorno del kirchnerismo significó un retroceso total y hoy Argentina está peor que nunca. Para comenzar a soñar con un cambio de rumbo, evidentemente hacen falta varias gestiones que se muevan en la dirección correcta. Pero el populismo prebendario (que tiene en el bolsillo a toda una clase parasitaria, que va desde personas que no desean trabajar hasta buena parte de los empresarios e industriales) se ha mostrado muy hábil para retornar ante administraciones timoratas como la de Mauricio Macri.
Por todo esto, nadie puede criticar a la juventud que se va del país buscando un futuro mejor. Lamentablemente, Argentina no muestra evidencia de un posible cambio de rumbo en el corto plazo. Lo único auspicioso que parece mostrar la opinión pública es un hartazgo del estatismo económico, mientras en las encuestas avanzan las preferencias por reformas de corte liberal. Puede que el resultado de los próximos comicios muestren una luz de esperanza. Pero por ahora, no es más que eso. Se parte del peor de los lugares.