No hay lugar a dudas que Argentina es referencia en el mundo por su carne de primerísimo nivel. Sin embargo, los gauchos y la Pampa húmeda puede que no sean tan famosos visualmente en otros países como un sí lo es Salt Bae, el cocinero turco —inmortalizado en memes— que sala sus cortes seleccionados con su movimiento excéntrico de muñeca que deja caer al cloruro de sodio de un grosor perfecto sobre su codo. En condiciones normales, un restaurante que tenga su firma en Buenos Aires sería una cosa lógica. No obstante, hay que tomar en cuenta muchos otros condimentos que podrían generarle un dolor de cabeza al personaje que se hizo odiar en la final de la copa del mundo.
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Además de lo que cobra en su Turquía natal, el restaurante Nusr-Et factura como loco en Inglaterra, Grecia, Emiratos Árabes, Las Vegas, Texas, Miami, París y Nueva York, entre otras sucursales que en total suman 22. Aunque las fórmulas exitosas suelen repetir el desempeño en distintos lugares del globo, existen raras pero importantes excepciones a tener en cuenta a la hora de realizar estas inversiones.
Puede que el caso del fracaso rotundo de Mc Donald’s en Bolivia sea uno de los más representativos a estudiar en el rubro gastronómico. Aunque los tres dólares del combo eran algo prohibitivo para muchas familias bolivianas, lo cierto es que el público en general —acostumbrado a su propia gastronomía tradicional— no se enloqueció en lo más mínimo con el Big Mac. Al contabilizar grandes pérdidas, el Arcos Dorados de Brasil que había hecho la inversión levantó los ocho locales en 2002 y el payaso Ronald hizo las maletas.
Salt Bae y Argentina
Aunque muchos relacionan al turco con Argentina por su encuentro con Diego Maradona hace unos años y con el papelón que hizo al invadir el terreno de juego cuando la albiceleste festejaba su victoria en Catar, lo cierto es que la historia entre Salt Bae y este país se remonta muchos años atrás. Luego de adentrarse en el mundo de la carne, como asistente de un carnicero, el personaje en cuestión viajó en su juventud a Buenos Aires, solamente para curtirse más sobre el negocio que lo apasionaba.
Aquí se le recibió con los brazos abiertos, a diferencia de Estados Unidos, que le negó sus primeras seis aplicaciones a la visa de entrada. Hoy, en el gigante del norte que le hizo pasar varios disgustos cuando estaba empezando, tiene una de las cadenas de restaurantes más exclusivas. Sin embargo, su fórmula del éxito podría no replicarse en este territorio que es conocido por recibir personas, pero también por espantar inversiones y capitales.
Complicaciones económicas
¿Le habrán dicho a Salt Bae que en Argentina hay un extremo control de cambios? A pesar de que el turco anunció la eventual apertura de su sucursal porteña en medio del fervor mundialista, lo cierto es que por acá no todo es el glamour de Lionel Messi y de los jugadores de élite que se desempeñan en los mejores clubes de Europa. Aunque aquí podría preparar sus platos con una materia prima de excelente calidad, Salt Bae (si espera conseguir alguna ganancia en Buenos Aires) tendrá serias complicaciones para convertir los pesos devaluados de la caja en una moneda medianamente decente.
Cabe destacar que, además de esta problemática que espanta cualquier tipo de inversión en el país, el valor de los platos que ofrece en el mundo sería absolutamente prohibitivo para el público local. Su corte estrella, el Tomahawk bañado con finas láminas de oro, que en el resto de los países vende a 1100 dólares, en Argentina tendría un precio aún más exorbitante: 410.300 pesos. Casi el doble del salario promedio en el país.
Claro que no hay ir por el plato más caro del menú si se quiere ir a conocer el famoso restaurante de carnes del turco, pero lo cierto es que, sacrificando el postre y el café (y acompañando con una o dos copas de vino sin descorchar botella) es imposible gastar menos de 350 dólares por comensal. Para el bolsillo del argentino promedio, esto también está fuera del rango de posibilidades.
Costumbres argentinas
La buena calidad de la carne argentina hizo que el asado tradicional sea a las brasas, solamente con un poco de sal y pimienta. La terneza de la materia prima local no necesita ni de extravagantes condimentos ni de procesos complejos de cocción. Un argentino acostumbrado a su versión local de la parrilla, hasta puede encontrar extraño el toque de mostaza y la manteca utilizadas por Salt Bae en sus preparaciones. Además, lo que en las cartas de Nusr-Et aparece como el lujoso “filet mignon”, en cualquier supermercado con carnicería se puede comprar como una rodaja de “lomo” a precios muchísimo más accesibles.
Otro detalle no menor es que los platos a los que estamos acostumbrados aquí difieren de la propuesta del lujoso restaurante. Si uno sale a hacer una encuesta por las parrillas argentinas, sin dudas se dará cuenta que los más pedidos son el asado corte “banderita” y el vacío. Ninguno de los dos están presente en el menú del negocio de Salt Bae.
Es público y notorio que por el tipo de cambio, Argentina es muy barata para el turismo, pero, afortunadamente, los visitantes que llegan y quieren probar la famosa carne nacional, van a asadores tradicionales. Quieren ver costillares a la cruz y parrilleros vestidos de gauchos con cuchillos, buscan eso en lugar de aguardar incontables horas por una mesa. El rito de encuentro y degustación de un buen corte va más allá de lo pomposo de un sitio con poca luz, cubiertos de plata y música “chill” de fondo, como si se visitara un restaurante neoyorkino. Justamente la manera cómo se saca provecho de las bondades que ofrece esta materia prima es la razón que posiciona a este país como uno de los mejores en cuanto a calidad de carne vacuna y, presumiblemente, sea lo que llevó al turco a coquetear con la idea de abrir una sucursal al sur del continente.
Somos frívolos, la única ventaja que tiene a favor
En el caso que Salt Bae pueda solucionar los inconvenientes mencionados, reasigne ganancias en pos de un local en un país que aprecia, baje precios, adapte su carta y desee avanzar en la aventura peligrosa de invertir en Argentina, quizá tenga una cosa a su favor. Somos frívolos. Muy. Aunque todo el país lo insultó el día que tomó la copa del mundo luego de la final de Francia, lo cierto es que, si cualquier argentino se lo cruza por la calle, le pide una foto.
Como dijimos, Nusr-Et tiene 22 sucursales hasta el momento, pero hay un solo Salt Bae. Los comensales que coinciden el día de su salida con la presencia del turco en el local (que se muere por figurar permanentemente, casi como cualquier argentino) se llevan su foto y el video del chef salando su carne. Como premio consuelo, todos los mozos de todas las locaciones hacen exactamente lo mismo. Pero aunque su clientela prefiera verlo a no, igualmente van al restaurante. El hecho de su eventual presencia o ausencia podría ser el factor determinante para un argentino pudiente que esté pensando en ir a su negocio.
Si desea emprender con éxito en Buenos Aires, Salt Bae debería invertir toda una temporada y atender su local en Argentina. Claro que debería considerar que luego de su partida, la cantidad de cubiertos vendidos por jornada podría reducirse drásticamente. Una opción que podría tener en cuenta es un restaurante temporario, que funcione exclusivamente cuando él se encuentra en el país.
Es que, Argentina no es para cualquiera.