En las próximas elecciones nacionales, como vienen los números, todo indica que habrá segunda vuelta. Hasta ahora, la mayoría de las encuestas dice que los dos finalistas estarán entre estos tres bloques: el oficialismo, Juntos por el Cambio y el espacio libertario de Javier Milei. Para tener una idea de los eventuales “finalistas” habrá que esperar por las primarias. Sin embargo, la situación en la provincia de Buenos Aires es bien distinta. Las leyes electorales del distrito más grande de Argentina indican que no hay balotaje. El gobernador es el ganador de las elecciones, que se pueden definir por un solo voto. El peronismo está agradecido con las divisiones en la oposición y Juntos por el Cambio arremete contra los liberales. Si hay reelección de Axel Kicillof, ¿será culpa de José Luis Espert y/o de Javier Milei?
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Para ir resolviendo la cuestión, vale repasar las perspectivas que manifiesta este espacio, ante esta trascendente elección. La provincia de Buenos Aires puede convertirse en el refugio político y financiero de un kirchnerismo que seguramente perderá las elecciones nacionales. Quitarles también este bastión es fundamental para un próximo gobierno medianamente civilizado.
Hasta ahora, José Luis Espert va con lista corta. El economista se dedicó a trabajar en el distrito que le brindó su diputación y eligió la estrategia de hacerse cotizar hasta el momento del cierre. Cabe destacar que es el único precandidato a gobernador que ha presentado su plan de gobierno, que además es exactamente lo que la provincia necesita: descentralización, federalismo, autonomías municipales, eliminación de impuestos y reducción de la burocracia provincial. Sus críticos le dicen que ir solo puede garantizar la reelección del peronismo, pero Espert insiste que no “pegará” su boleta a una coalición que no avale su plataforma y que no proponga algo similar para el país. Su planteamiento tiene sentido.
Javier Milei, que competirá en las nacionales por su cuenta, todavía no ha mostrado su carta en Buenos Aires. Aunque no hay una definición formal a favor o en contra de cerrar un acuerdo con Espert (que sería lo más lógico desde lo programático), el libertario arremete durísimo contra Juntos por el Cambio permanentemente. Aseguró que esta alianza está “condenada al fracaso” y que a muchos de sus dirigentes no les interesa más que los cargos políticos. Viendo cómo se comporta JxC, sobre todo en los distritos que gobierna, nadie puede poner demasiado en duda esta cuestión. No hace falta tener una bola de cristal para saber que, si todo sigue como hasta ahora, los dirigentes cambiemitas fustigarán al libertario en el marco de una campaña sucia. Asegurarán una vez más que votarlo a él será sinónimo de hacerlo por el kirchnerismo. Desde 2005 el macrismo y sus aliados reeditan las extorsiones permanentes al electorado.
El éxito de Javier Milei en 2021 ha roto el monopolio opositor de Cambiemos, que, aunque muchos no lo quieran reconocer, ha sido durante años el garante del kirchnerismo hegemónico y del discurso monocorde estatista de la política, que ellos mismos tenían hasta la irrupción de Espert y Milei.
Mientras que Juntos por el Cambio sea un frente con la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica, el Partido Socialista (que se acaba de sumar en Santa Fe, como ya había hecho en CABA) y el armado de Horacio Rodríguez Larreta, como dice Milei, será un bloque político condenado al fracaso.
Desafortunadamente, si uno hace el repaso de todos los grupos que conforman la coalición, llega a la conclusión de que hay más elementos incompatibles con lo que necesita la Argentina que representantes de un verdadero cambio. Mauricio Macri, Patricia Bullrich y otros dirigentes del PRO adoptaron el slogan que serán el cambio o no serán nada. Más allá de sus intenciones, esto parece una estrategia para pelearle los votos a los candidatos liberales más que a sus rivales en la interna. ¿No será entonces que son ellos los que están en el lugar equivocado?
El único que plantea dentro de JxC la estrategia que debería tener este espacio político es el diputado Ricardo López Murphy. Él dice que no es momento para discutir candidaturas y que la coalición debería coincidir en el programa que pondrá en marcha el eventual ganador de la interna. Lo curioso es que él, conviviendo en el distrito con Larreta y proviniendo del radicalismo, ignore que el plan de gobierno necesario es incompatible con la mayoría de este frente. ¿Qué hará el bulldog cuando pasen los meses y su propuesta lógica no avance en lo más mínimo?
Aunque Juntos por el Cambio parezca el bloque político “más grande” para enfrentar al kirchnerismo, lo cierto es que ya demostró que es un gigante con pies de barro. Justamente, hablando del desafío bonaerense, la gestión de María Eugenia Vidal no hizo otra cosa que fomentar el retorno del cristinismo puro y duro de Kicillof, que ya estaba prácticamente extinguido. ¿Cuál es el sentido de repetir esa fracasada estrategia?
En JxC hay dirigentes que tienen diálogo con los liberales y otros que los quieren lo más lejos posible. Puede que en el primer grupo esté la respuesta. Ellos podrían patear el tablero y poner a Espert y a Milei en una mesa de negociación. Pero para esto tienen que tener el valor para dinamitar la fallida coalición socialdemócrata a la que pertenecen. Si creyeran el slogan que promueven, el de la idea que serán el cambio o “no serán nada”, de verdad, tendrían que hacerlo más temprano que tarde. Espert ya dijo que acompañará si hay acuerdo programático y Milei hasta reconoció que puede ir con Bullrich a una interna, y apoyarla si ella resulta ganadora.
Si insisten con un frente cuya buena parte de la dirigencia no cree en las reformas necesarias que Argentina necesita, y hasta hace lo opuesto en los distritos que gobierna, serán los responsables de los desastres que puedan ocurrir en las próximas elecciones. Lamentablemente están negados por completo hasta en el ámbito psicológico. Ni siquiera parecen haberse dado cuenta de que perdieron definitivamente el monopolio de la oposición, que exprimieron como un limón hasta hace muy poco. ¿Necesitarán terapia? Si así fuera, que la paguen ellos y resuelvan sus problemas sin arrastrar a los argentinos. Bastante caro le salió al país hacerse cargo de la terapia a un presidente, que llegó al Poder Ejecutivo sin plan ni programa, con el único propósito de demostrarle a su padre que podía valerse por sus propios medios.