Cualquier asesor político le diría a su cliente que no deje pasar ninguna oportunidad de empatizar con las cosas que a los votantes le resultan trascendentes. Y en la Argentina de hoy, no hay nada más importante que la selección de fútbol y la final del domingo. Como era de esperar, todos los dirigentes de la política nacional se muestran como fanáticos de Messi, Scaloni, Julián Álvarez y compañía. Bueno, casi todos. Para la vicepresidente el mundial no existe. CFK no ha hecho una sola mención a lo que está ocurriendo en Catar y esto tiene varias explicaciones. ¿Cristina odia a la selección? No sería para nada descabellado.
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Conociendo la estructura mental de Kirchner, cualquiera percibe que ella no puede dejar de ser el centro de atención. Durante casi dos décadas lo fue. Ahora, justamente cuando es condenada por corrupta y las masivas manifestaciones en su apoyo brillan por su ausencia, el país atraviesa un momento histórico de felicidad colectiva. Y ella no tiene absolutamente nada que ver con eso.
Pero, como si todo esto fuera poco, esta selección argentina tiene nada de vestigios kirchneristas. Todo lo contrario. Para empezar, el plantel no tiene ningún símbolo cooptado por el oficialismo. No hay ni un solo jugador que haya manifestado adhesión al kirchnerismo ni mucho menos. Al tener en cuenta que se trata de un plantel de jóvenes exitosos que se desempeñan casi en su totalidad en el exterior (uno solo de los convocados juega en el torneo local), uno comprende la no identificación del equipo con el kirchnerato. Cada jugador comprendió muy bien que la Argentina populista no podía ofrecer lo que las economías más sanas sí, por lo que emigrar para aprovechar los años de esplendor fue una necesidad.
Comprar voluntades (como hicieron con varios exjugadores y artistas en el ocaso de su carrera en Argentina) en el contexto del seleccionado actual no es una posibilidad para el kirchnerismo. En cambio, sí hay algunas identificaciones que van en otra dirección. Alexis Mac Allister es hijo de Javier Mac Allister, histórico defensor de Boca, que acompañó en varias funciones a Mauricio Macri en la política argentina.
Pero, más allá de las afinidades políticas y personales, filosóficamente este equipo y su éxito expresan las antípodas de lo que significa el kirchnerismo. Se trata de un plantel humilde, unido, con trabajo serio a largo plazo y planificación. Todo lo contrario del mesianismo y el personalismo que podría significar conceptualmente el modelo de CFK.
Mientras que hasta los mismos dirigentes kirchneristas se pasan el mundial alentando al seleccionado (como los trotskistas o los liberales) y Cristina no menciona una palabra, ni comparte una foto del mundial, seguramente un temor atormenta a la vicepresidente. Recordemos que su archienemigo, Mauricio Macri, es el titular de la Fundación FIFA y hombre cercano a su presidente, Gianni Infantino. Esto significa que, de alzarse con la copa el próximo domingo, muy probablemente el principal referente de Juntos por el Cambio participe de la premiación. Si Macri tiene que felicitar a los rivales, desde el kirchnerismo se insistirá con la insólita teoría de la “mufa”. Pero la posibilidad del referente opositor premiando a Messi y compañía podría terminar siendo algo que enloquezca a la vicepresidente. ¿Querrá que salga campeón Argentina?