La agónica clasificación a las semifinales de Catar 2022 frente a Países Bajos terminó de generar un punto sin retorno en la sociedad argentina. Hasta que termine el mundial, absolutamente nada de lo que ocurra en el país será demasiado relevante. Pero esta competición, inusual para un mes de diciembre, no afecta de la misma manera a la clase política ni tampoco al Frente de Todos oficialista. Pasar a un segundo plano sin dudas perjudica a Cristina Kirchner, pero el mismo fenómeno es un bálsamo para el presidente Alberto Fernández.
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Luego de la condena por el Tribunal Oral Federal 2, CFK necesitaba desesperadamente monopolizar la centralidad política nacional. Como sus mismos dirigentes aseguraban, el fallo que le dio seis años de prisión e inhabilitación perpetua para cargos públicos requería otro tipo de estrategia de cara a las apelaciones, que no tenían demasiado que ver con el ámbito judicial. Hasta el exministro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, reconoció que la vicepresidente dependía de una reacción “política” para cambiar el rumbo.
Para este lunes, el kirchnerismo había convocado a un acto de respaldo a Cristina, pero el mismo fue suspendido por contagio de COVID-19 de “la jefa”. No fueron pocos los desconfiados que aseguraron que, más que coronavirus, La Cámpora estaría teniendo problemas de convocatoria. Sea como sea, la presentación en el Centro Cultural Kirchner (CCK) fue pospuesta una semana y no hay margen de error. Aunque no exista ninguna garantía de que grandes manifestaciones populares puedan impactar en la causa, Cristina necesita presionar lo máximo posible al Poder Judicial, pero también al peronismo de cara a las listas de 2023, de las que dijo que no participará. Sin embargo, aunque a su ego e intereses afecte, en Argentina todo es Messi, Martínez, Scaloni y ella pasó a ser más irrelevante de lo que su elevada autoestima pueda tolerar. Y el tiempo pasa, su poder se licúa, el peronismo se rearma y se acerca el fallo firme.
Sin embargo, haber pasado a un segundo plano, por no decir tercero o cuarto, es lo mejor que le podía pasar a Alberto Fernández en su último diciembre como presidente. Ya sin ganas de competir por la reelección, como el mismo sugirió esta semana, que le entretengan al país con semejante distracción es un regalo del cielo. Desde la crisis de 2001, diciembre es el mes caliente para la política y la economía argentina. Las presiones de las mal llamadas “organizaciones sociales” se multiplican y siempre aparecen los fantasmas de los saqueos y la conflictividad social. En este diciembre mundialista, con una Argentina ya entre los cuatro mejores del mundo, Alberto no solo capitaliza la poca atención que genera el dólar o la inflación, sino que sabe que los grupos de presión que lo interpelan tampoco encontrarán oídos en la opinión pública.
Con un Sergio Massa de ministro de Economía que busca consolidar su plan morfina (porque es pan para hoy y hambre para mañana) atravesar diciembre de 2022 sin sobresaltos es probablemente lo mejor que le haya pasado a Alberto Fernández. No es casual que el presidente se haya subido fervientemente a la fiebre mundialista y su vice no mencione una sola palabra del campeonato mundial y la selección argentina.
Hasta las lágrimas ❤️
A los jugadores, al técnico y a cada miembro de la delegación, gracias una vez más por tanta pasión y compromiso hasta la última pelota. Nos hacen muy felices 🇦🇷⚽️ pic.twitter.com/qyIWDfvkJ2
— Alberto Fernández (@alferdez) December 9, 2022