Todo parece indicar que el próximo martes, a pesar de todos los esfuerzos del kirchnerismo, Crsitina Fernández escuchará la palabra “culpable” por parte del tribunal, al que la misma vicepresidente calificó en su último alegato como un “pelotón de fusilamiento”. Aunque lo más probable es que no vaya presa inmediatamente y comience toda la instancia del pedido de desafuero y apelaciones, lo cierto es que cambiarán muchas cosas en Argentina y sobre todo en el peronismo. Como ocurrió con otros condenados por las causas de corrupción del kirchnerismo, también es probable que los jueces la inhabiliten de por vida para ejercer cualquier cargo público en el futuro. Es decir, el sueño de “Cristina 2023” ya tendría serias dificultades para plasmarse. Y en el peronismo, aunque parecen todos “compañeros”, las traiciones están a la orden del día.
Luego de la muerte de Juan Domingo Perón en 1974, el justicialismo no tuvo un liderazgo fuerte hasta Carlos Menem. Es que el candidato en las primeras elecciones democráticas de 1983, Ítalo Luder, fue derrotado por Raúl Alfonsín. Con el menemismo tuvo lugar el primer neoperonismo, que duró la década en que el riojano tuvo el poder. Tras el interinato radical de la fallida Alianza (1999/2001), el PJ se encolumnó detrás de Eduardo Duhalde, presidente de la transición, que traicionó a Menem, al que le impidió el retorno. Pero el duhaldismo duró poco. Néstor Kirchner, que llegó a la presidencia impulsado por el dirigente bonaerense, dejó en evidencia que no tenía intenciones de compartir el poder. En solamente dos años, el kirchnerismo se alejó de Duhalde (al que enfrenó en las elecciones de medio término de 2005) y comenzó un proceso hegemónico en el peronismo que dura todavía hasta hoy.
A diferencia de Menem y Duhalde, CFK tiene en su haber un logro importante en el peronismo, que solo tenía hasta el momento el mismo General. Haber perdido el poder y retornar como jefa del movimiento. Claro que Mauricio Macri y su espacio político colaboró entre 2015 y 2019 para mantener a Cristina en centro de la escena, fomentando una polarización bajo la teoría que era la candidata que podrían vencer con menos inconvenientes. El desastre económico fue tal que CFK pudo volver. No le daba el cuero para ganar sola, pero pudo formar una coalición peronista con Alberto Fernández y Sergio Massa, con ella en el supuesto lugar secundario de vicepresidente. Ahora, ante la inminente condena, la primera pregunta que se hacen los analistas políticos en Argentina es ¿qué hará el peronismo con la mujer que será oficialmente corrupta a partir del próximo martes?
Al Frente de Todos la condena le llega tarde para un reordenamiento con posibilidades para el año que viene. A los dos tercios de la pobre gestión, el dictamen del tribunal parece garantizar el retorno de la oposición en las elecciones de 2023. Pero, ante esta circunstancia, ¿podrá el peronismo pensar en reordenarse e invertir pensando en 2027? Lo que seguramente veamos será la clásica traición de gobernadores e intendentes, que buscan despegarse de la boleta presidencial, como ya ocurrió cada vez que el justicialismo llega con pocas chances a nivel nacional.
Mientras tanto, los únicos que están planteando el rol de kamikazes incendiarios para el martes son los del gremio de trabajadores del Estado. Desde ATE ya dijeron que si Cristina es condenada “pararán el Estado”. Como era de esperar, el comentario de la gente en las redes sociales anticipó el poco lugar que existe en la opinión pública para semejante cuestión. Ni bien compartieron la “advertencia/amenaza” se multiplicaron las risas y las bromas y no faltaron los que decidieron apoyarlos, diciendo que si, además de que Kirchner sea condenada, dejan de “trabajar” los estatales, Argentina hacía un negocio redondo.
Si la tocan a Cristina… paramos el Estado. Les trabajadores no vamos a permitir un Lula en nuestro país. Basta de #Lawfare y persecución política. pic.twitter.com/dti1PafPdy
— ATE Capital (@ATECapitalOk) November 29, 2022
Qué pasará con la conena en el peronismo todavía es un misterio. Para la política en general, probablemente sea el primer paso simbólico del oficialismo cayendo derrotado en las urnas en pocos meses, pero la rección del Partido Justicialista por ahora es incierta. Pero aunque todavía hay que esperar, hay una máxima peronista que puede anticipar algo de lo que podría venir: en el movimiento, a los compañeros se los acompaña al cementerio, pero siempre se los deja en la puerta.